Capítulo 14

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El Cinco de Mayo las banderas mexicana, estadounidense y Coreana ondeaban sus vivos colores en reconocimiento a la mezcla de culturas que representaban la madre mexicana y el padre yanqui-Coreano de Donghae.

Cada año, en la extensa propiedad de los Lee, se celebraban al aire libre partidas de bolos y de bádminton y se instalaban atracciones inflables y toboganes acuáticos. Amigos, familiares y vecinos jugaban y competían entre sí mientras los demás se agrupaban junto a las mesas de picnic para abalanzarse sobre las bandejas de cerdo y pollo, las tortillas de maíz, los cuencos de frijoles rojos o de chile y el guacamole o la salsa picante, tanto que ardía en la garganta.

Se servían litros de limonada, de cerveza Negra Modelo y Corona, de tequilas y margaritas heladas para paliar la picazón.

Las veces que participaba de la fiesta del Cinco de Mayo, Hyuk quedaba asombrado ante la cantidad de personas que los Lee llegaban a alimentar y la variedad de alimentos donde elegir: fajitas y hamburguesas, frijoles negros, arroz, ensalada de patata... y, de postre, flan o pastel de manzana.

Dedujo que la comida era un símbolo más de la perfecta armonía que reinaba entre Phillip y Lucía.

Hyuk estaba tomando una cerveza mientras contemplaba a los invitados bailar al son de un trío de guitarras y marimbas. Kyu, a su lado, iba dando sorbos a la suya.

—Esta fiesta es un éxito rotundo.

—No escatiman esfuerzos.

—Dime, ¿Qué sientes al pensar que este año vienes como noviete del niño de la casa?

Hyuk, por una cuestión de principios, iba a responder que lo mismo que otras veces, pero era Kyu quien le hacía la pregunta.

—Me siento un poco raro. Aunque hasta ahora, nadie ha ido a buscar una cuerda para ahorcarme.

—Todavía es pronto.

—Cho, eres todo un consuelo para mí. ¿Son imaginaciones mías o hay el doble de niños que el año pasado? —preguntó Hyuk pensativo—. Que hace dos años, mejor dicho. El año pasado no pude venir.

—Puede ser. Aunque no creo que todos sean parientes. De todos modos, he oído decir que Celia vuelve a estar embarazada.

—Sí, Donghae lo mencionó. ¿Has venido solo, a representar el papel de solterón de oro?

—Sí —respondió Kyu disimulando una sonrisa—. Nunca se sabe, ¿o no? Mira a ese rubio de la bermuda azul. Menudas piernas...

—Sí. Siempre he creído que Sungmin tiene unas piernas fantásticas. Kyu casi se ahogó con la cerveza.

—Ese no es... oh —logró articular cuando el se volvió riéndose y Kyu lo reconoció—. Supongo que no estoy acostumbrado a verlo con una bermuda. —Se giró deliberadamente para darle la espalda—. En cualquier caso, veo un montón de morenas seductoras y de estilosos rubios, y también un buen puñado de pelirrojas buenísimas. La mayoría, sin compromiso. Aunque supongo que los días de tantear el terreno ya han terminado para ti.

—Salgo con un chico, no me he quedado ciego ni estoy muerto. —Esa idea le recorrió el espinazo como un escalofrío.

—¿Dónde está Hae?

—Ha ido a ayudar a no sé quién con la comida. No andamos todo el día pegados el uno al otro.

Kyu enarcó una ceja.

—Comprendo.

—El tiene sus amigos y yo, los míos. También tenemos amistades comunes. No hay necesidad de ir cogidos de la mano cuando estamos en una fiesta.

Rosas que lastiman *EunHae*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora