Capítulo 15

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 —He exagerado.

Tras un duro día de trabajo, durante el cual había repasado mentalmente un montón de detalles sobre Hyuk, Donghae se encontraba con sus amigos en la sala del tercer piso de la mansión.

—Ya juzgaremos eso nosotros —dijo Sungmin dándole un bocado a una porción de la excepcional pizza casera del señor Park.

—Hyuk no ha hecho nada malo. Ni siquiera un comentario desacertado. Estoy enfadado conmigo mismo.

—Vale, pero tú tiendes a enfadarte contigo mismo en lugar de hacerlo con los demás. Aun cuando los demás lo merezcan. —Wook se sirvió una copa de vino y le pasó la botella a Sungmin.

—No. Estoy desintoxicándome de una descomunal cantidad de tequila. Tardaré varios días.

—Eso no es verdad —protestó Donghae frunciendo el ceño ante su trozo de pizza—. Cualquiera diría que parezco un chiquillo.

—No pareces un chiquillo. Lo que pasa es que eres tolerante, y de natural compasivo. —Wook llenó la copa que Donghae había levantado—. Por lo tanto, si te enfadas con alguien, es que va en serio.

—No soy un ingenuo —replicó Hae.

—Que no seas tan mezquino como nosotras no significa que seas un ingenuo—observó Sungmin.

—Puedo ser mezquino.

—Puedes —afirmó Wook dándole un golpecito en el hombro para animarlo—. Tienes las armas para ello, y la capacidad también. Solo que no te sale de dentro.

—Yo...

—Ser buena persona no es un defecto —los interrumpió Heechul—. A mí me gusta pensar que todos nosotros somos buenas personas, de manera innata.

—Salvo yo —terció Sungmin alzando su Coca-Cola Light.

—Sí, salvo tú. ¿Por qué no nos cuentas qué es lo que te ha descolocado así, Donghae?

—Parece una tontería, incluso una nimiedad. —Hae se demoró observando el vino y luego se miró las uñas de los pies, mientras sus amigos aguardaban—. Lo que ocurre es que Hyuk protege mucho su espacio, su casa. No es que diga nada en realidad, pero noto una especie de límite invisible en ese tema. Y lo cierto es que ya lo dijo hace tiempo. Supongo que te acuerdas, Wook.

—Dame una pista.

—Cuando decidiste reorganizar tu dormitorio, el pasado invierno. Fue a propósito del armario. Estabas como loco porque JongWoon había dejado algunas cosas suyas en tu casa. Hyuk apareció y se puso de tu lado. Habló de lo que ocurre cuando dejas que la persona con quien sales te acote el terreno.

—Hablaba en broma. Y tú te pusiste hecho una furia —recordó Wook—. Te marchaste por las buenas.

—Dijo que las mujeres y los chicos empiezan dejando sus potingues encima del lavabo, luego quieren un cajón y antes de que te des cuenta, ya han tomado el control de tu vida. Como si por el hecho de dejarte el cepillo de dientes en su casa ya pretendieras entrar en Tiffany's.

—¿Se puso histérico porque querías dejar el cepillo de dientes en su casa? — preguntó Sungmin.

—No. Sí. No exactamente, porque yo nunca he hablado de un cepillo de dientes. Mira, la cosa es como sigue. Si salimos, siempre vamos a mi casa, aunque la suya nos pille más cerca. Anoche le pregunté si podía quedarme con él porque tenía que ir a la ciudad por la mañana, y Hyuk... titubeó.

—A lo mejor su casa no estaba lista para una inspección delicada —apuntó Wook—. Tenía que pensar si se había dejado tirados por ahí los calcetines sucios o las revistas guarras, o si había cambiado las sábanas durante los últimos diez años.

Rosas que lastiman *EunHae*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora