Saquen pañuelos criaturitas del señor...
Nos falta un sólo capítulo
*****************************************
Donghae pasó una hora ordenando alegremente la compra, distribuyendo los girasoles que había traído de su casa para decorar el mármol de la cocina de Hyuk y estudiando cómo iba a arreglar los maceteros.
Había acertado al pensar que quedarían perfectos junto a la puerta. Mientras plantaba salvia roja tras el heliotropo púrpura, decidió que el conjunto ganaría con unas notas de color atrevidas e intensas. La combinación de plantas que había elegido daría flores y colorido al espacio durante toda la temporada. El efecto mejoraría cuando la lobelia creciera en cascada y la verbenácea desbordara el macetero.
Sus plantas recibirían cálidamente a Hyuk cuando este subiera por la escalera. Y además, pensó sonriendo con timidez, actuarían de recordatorio y le harían pensar en el chico que había dispuesto esa bienvenida.
Se puso de cuclillas y examinó el efecto final.
—Es una preciosidad, si me está permitido decirlo.
Después de apilar los tiestos vacíos y los paquetes de abono, Donghae cambió de posición y se dispuso a repetir el arreglo floral en la segunda urna.
Se preguntó si Hyuk tendría una regadera, pero dedujo que era improbable. Tendría que habérsele ocurrido antes, aunque ya se las arreglarían hasta que él comprara una. Contento de remover la tierra, Donghae tarareaba al son de la radio que había encendido.
A los maceteros de la entrada principal les faltaba garra, pensó sin abandonar la tarea. Intentaría completarlos a la semana siguiente.
Cuando terminó, barrió la tierra esparcida y guardó en el coche las cajas, los tiestos de plástico y las herramientas de jardinería. Se sacudió la tierra de las manos y alzó los ojos para admirar su obra.
Siempre había creído que las flores eran esenciales en una casa. Y ahora Hyuk ya contaba con ellas. Por otro lado, era de la opinión de que si se plantaban con amor, crecían más sanas. Siguiendo esa teoría, se mantendrían espectaculares hasta que llegaran las primeras heladas.
Consultó el reloj y corrió escalera arriba. Quería lavarse y empezar a preparar la cena, sobre todo teniendo en cuenta que había decidido añadir un aperitivo al menú.
Sucio, sudado y molesto todavía por culpa de un fontanero que no se había presentado a trabajar y un inspector de obras novato que se daba aires de superioridad, Hyuk condujo hacia la parte trasera del despacho.
Quería darse una ducha, tomar una cerveza y quizá un par de aspirinas. Si el contratista no iba a despedir al maldito fontanero, que además era su cuñado, le explicaría los motivos del retraso a su cliente. Y también se encargaría del inspector de obras, que se había puesto a mangonear porque la abertura de una puerta excedía apenas tres milímetros de la medida requerida.
Quizá sería mejor empezar por las aspirinas y seguir con la ducha y la copa.
Tal vez eso dulcificaría un día que había empezado a las seis de la mañana con la llamada de un cliente, cinta métrica en mano, que se había puesto como una fiera porque había medido el hueco destinado al mueble bar y le faltaban cinco centímetros.
No culpaba al cliente por ello. Él también se había puesto como un energúmeno. Si había marcado cinco centímetros más en el plano, también tenían que estar en la obra, y los empleados no tenían por qué cambiar las medidas a su antojo.
ESTÁS LEYENDO
Rosas que lastiman *EunHae*
FanficA los 11 años Donghae soñaba con bailar un vals nupcial en un jardín recóndito a la luz de la Luna. Y es que de pequeño, Hae fue el más romántico y soñador de sus amigos. Un romanticismo y unos sueños que ha volcado en sus dos pasiones: las flores y...