PRÁCTICAS ll
— ¡Vamos, Matthew! —el silbido de los chicos me hace aligerar aún más mis hombros y dejar ir la tensión para por décima vez dejar que el fuego se expanda por las palmas de mi mano.
Viendo el objetivo, lanzo las bolas sin pensarlo dos veces, subiendo su intensidad cada vez más y deteniéndome cuando siento que ya es justo.
Llevamos unas cuatro horas haciendo esto y que el turno de Hellen donde le fue de maravilla culminó es algo genial, pero a la misma vez fatigante porque el mío varias veces me lleva al extremo.
Respiro hondo y hago lo mismo, en un momento ha llegado un profesor a observar todo, pero no presto atención en su anatomía, sólo en aquel recuerdo de ese chico haciéndome bullying a mis siete años.
Imagino su rostro y las bolas enormes de fuego sobresalen con rabia, lanzándola sin ningún tapujo hasta el muñeco con la capacidad de aguantar todo, no estoy midiendo mi fuerza, y joder, la adrenalina que estoy sintiendo es más fuerte de lo que he llegado a pensar. He caído de rodillas mientras el vivo recuerdo me aturde.
Ese chico con el típico uniforme de la escuela se acerca cada vez más a mí, tratando de lucir inocente ante los ojos de los demás, pero frente a mí es un verdadero monstruo.
— Matty, ¿Quién te viste? Luces peor de lo que un viejito puede vestir—ríe en conjunto de sus compañeros, por mi parte sigo recibiendo sus burlas. Aprieto mis dientes y observo otra zona, pero su mano hace que me percate más en él—. Eres horrible, quiero que recuerdes esto, nada cambiara tu rostro ni cuando la pubertad llegue.
¿Cómo un niño de mí misma edad me dice esas cosas?
¿Cómo es posible que sepa tantas palabras ofensivas?
Agacho mi cabeza un poco agobiado y me levanto con la poco fuerza que tengo de seguir aquí, cruzo la puerta sin mirar a los lados y corro hasta las gradas mientras mis cabellos tapan mi vista, paso mis manos por debajo de mis ojos sintiendo el líquido de las lágrimas empaparlas.
Sin permitirme dejar de verme de nadie, subo mis piernas posándolas contra mi pecho y meciéndome de lado a lado, mientras que una vocecita se escucha no muy lejana de donde me encuentro.
— ¿Matt? —sorbo por mi nariz, levantando de a poco mi cabeza, percatándome de esa chica de mi edad acercándose apresuradamente con la mochila en sus hombros— ¿Qué tienes, Matt?
— Nada —respondo entre lloriqueos, no me cree, pero no insiste y mi plan no es precisamente contárselo. Sé que irá corriendo hacia aquel chico y lo amenazará con su típica regla o rompería su nariz, pero no quiero meterla en problemas.
Pasó todo el tiempo y es algo que, al sol de hoy, no he mencionado hacia aquella chica. Respirando hondo trato de calmarme del vivo recuerdo de Liam. Maldito.
— ¿Estás bien? —Hellen masajea mis hombros tratando de aligerar la tensión.
— Sí —respondo aún más lejano, una voz de un chico reluce en el lugar. Giramos observando a aquel moreno que vi ayer, maldición, estaba rodeado de entes sobrenaturales. Una camisa amarilla situada en su cuerpo, mientras que a cada momento que se cruce pasa la lengua por su arete en el labio y acariciando sus cabellos.
Maldito Liam.
Respiro hondo cuando los ojos de Hellen se abren de golpe y ambos se acercan a saludarse. Ellos llegaron a ser amigos, es normal que lo fueran, nunca se atrevió a insultarla, al contrario, la cuidaba más de lo que yo podía hacerlo.
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Fuerza unida ©
FantasyUn mundo lleno de energía fantástica donde el reino es gobernado por sus elegidos, cada persona asignada tiene un poder, pero no todos. Llegó el momento de reinar, unir más la fuerza de ambos, y hacerse cargo de una vez por todas del mandato. Mucha...