9- ABUELOS

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Despertar de golpe por el sonido en la puerta es lo más tedioso que ha podido existir y más cuando murmullos se escuchan queriendo derribarla, me estiro en la cama y con pesadez me levanto, frotando mis ojos y bostezando. Abro la puerta hallando una mujer de brazos cruzados a su lado está un hombre con traje, les doy una repasada de arriba hacia abajo, frunciendo el ceño.

— ¿Se encuentran los hermanos Fairchild? —inquiere el hombre, con la voz excesivamente ronca y despreciando con su vista cómo voy vestido.

Coloco una mano frente a mi boca y niego, ellos examinan el lugar sólo encontrando a Julieta, Edén y Hellen en sus camas, durmiendo tranquilas. Más tarde, ellos con repudio se despiden, haciendo un estruendo al salir que termina espantándome.

Voy al baño, dándome mi merecido aseo pensando en aquellas personas. Hasta que caigo en cuenta: los padres de los chicos, ¡Ni dijeron buenos días!

Fantástico, mala educación la de estas personas. Al estar alistado, salgo del baño, encontrando a Hellen ya despierta.

— ¿Te espero? —asiente a mi pregunta, tardando más de lo que yo quisiera, pero cuando sale toma su celular entre sus dedos. Nuestros padres no tienen conexión con ninguna vía— Los padres de los chicos llegaron.

— ¿Cómo son?

— El demonio puro, aunque no me equivoco con esa palabra. ¿Puedes creer que no mencionaron buenos días? —ríe, codeándome, cruzamos los pasillos, mientras sigo repugnando la gentileza de aquellas personas.

— Matt, tranquilo —apretuja mis mejillas, luego señala con su cabeza la zona del comedor y sin pensarlo, vamos. El ruido de las personas charlando, algunos cantando y otros más pálidos que de costumbre es lo que se perpetúa al estar en la segunda parte observando todo con nuestro desayuno colocado en las mesas.

Los mismos señores toman asiento en el lugar, acompañados de sus hijos los cuales nos observan pidiendo que huyamos.

— Con que ustedes son los Magic Group, patrañas —dice la mujer de cabellera rojiza, «¿Por qué de pronto me ha comenzado a caer mal?»—. Siento que no deberían juntarse.

Mi rostro se vuelve todo un poema cuando escucho tal estupideces salir de su boca, mi acompañante me toca el hombro para que cambie de expresión, sin embargo, no puede ser posible que alguien mayor —que pudo ser la abuela de Drácula—, falte tanto al respeto.

— Así como tú no debiste venir —menciona Sedna con sus brazos cruzados mientras trata de ahuyentar a sus padres.

— ¿Por qué? ¿Tienes miedo de que llame a...? —el hombre calla de golpe cuando Julieta y Edén toman asiento, saludando cordialmente, hace una mueca de asco— ¿No podían buscar otras compañías? Personas que se sepan vestir.

— ¿Tiene algún problema con nuestra vestimenta? Le recuerdo que es el uniforme del instituto, si no le gusta que pena por ustedes dos —se inclina hacia delante, retirando las gafas de sus ojos y dejando unos escalofriantes ojos negros a la vista que sin duda alguna ya he comenzado a conocer, bufo—. Entre un payaso y tú, me daría más miedo un payaso.

Se trata de lanzar hacia mí, pero me rodeo en un campo de fuerza que lo devuelve a su sitio y en segundos el campo desaparece, Sedna aprieta sus labios reprimiendo la risa, Verlik está fingiendo que observa las paredes del lugar, Dermain se coloca sus audífonos queriendo distraerse de todo, Julieta y Edén llevan sus jugos a la boca y, por último, Hellen está entrelazando nuestras manos por debajo de la mesa.

— Dermain, sabes que hoy vence el plazo —menciona su madre y él continúa ignorándola mientras mueve ahora los brazos con el ritmo de la supuesta canción que escucha—. Y debes de tener en claro de que ella es la indicada para unir lazos.

Fuerza unida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora