5- CHICA MISTERIOSA

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Adentrarnos en la gran oficina bastante pulida de la inspectora del instituto Pherisheill es una extensa ansiedad surgir entre nuestro ser, los demás están atentos a sus facciones, pero yo me encuentro inquieto donde me sitúo, como si estuviera en una burbuja. Nunca me había entrado a un problema, no me llamaban a la atención en la escuela y que ahora sí en un lugar como este, no produce tranquilidad.

— ¿Me pueden decir por qué diferentes razas estaban reunidas en un mismo sitio? —pregunta finalmente después de acomodar su laptop en el escritorio de mármol.

— No está prohibido, inspectora —menciona Verlik de brazos cruzados y bastante serio, por mi parte me mantengo callado esperando que la mujer dictamine algo.

— No lo está, pero —observa ahora a Edén y luego a Julieta— leí sus pensamientos.

Grandioso, esto es el colmo. Las chicas se observan entre sí antes de que puedan pronunciar algo, pasos afuera se escuchan. Son bastantes notorios.

— Inspectora, nada de esto volverá a pasa —informa Edén—. Sólo trataba de ayudar a Koch.

— Es cierto, inspectora —finalmente decido hablar, con la respiración entrecortándoseme—. Quería que me enseñara cómo utilizar el poder, no quiero ser un ignorante en la vida con poderes que no sabe usar y aún más teniendo un cargo enorme entre mis manos.

— Entiendo su punto de vista de las cosas mi señor, pero —calla cuando un humo negro aparece dentro del lugar, palidece al instante y recobra aún más su compostura. Una chica aparece entre el medio del humo, pasando sus manos por la chaqueta de cuero negro, su cabello rubio envuelto en una coleta alta con algunos mechones fuera mientras sus ojos analizan el alrededor— ¿Quién es usted?

Aquella chica extiende su mano hasta ella con un atisbo de confusión.

— Soy Sedna Fairchild —observa a Verlik con los ojos entrecerrados—. Pensaba que le habían avisado de mi llegada.

— Oh sí, perdón lo olvidé —nos observa a cada uno de los presentes, acaricia el puente de su nariz—. Está vez dejo pasar lo sucedido, pueden retirarse.

Julieta, Edén y yo nos colocamos de pie. Verlik es otro caso. Avanzamos hacia la puerta y al abrirla un chico sin iris entra escaneando el lugar.

Salimos despavoridos del recinto, avanzando por los pasillos solitarios con el silencio reinar entre nosotros, hasta que decido cortar la tensión y soltar algo aún peor.

— Creo que les llegó competencia —menciono, ambas me fulminan pasando sus manos por sus cabellos negros largos—. Sólo decía.

— No me llegó competencia —Julieta pasa sus dedos por los pómulos cuidadosamente—, Sedna no lo vale.

— A ver, ¿Por? —cuestiono con una duda impresionante.

— Luego lo entenderás —responde mordisqueando su labio inferior, camina moviendo las caderas hasta doblar en una esquina. Observo a Edén de reojo, exhala con fuerza.

— No diré nada, —palmea mi hombro— sólo cuídate que Sedna no te drene mientras duermes.

Accede a su habitación, detengo mis pasos de golpe pensando en un sinfín de cosas. Sí me dieran dinero por cada vez que escucho esa palabra ya fuera millonario. Entro a la habitación hallando a aquellos chicos situados en unas sillas cómodas, a veces da miedo que se teletransporten (aunque no debería de darme miedo, ya que yo puedo hacer lo mismo).

— Koch, caminas muy lento, querido amigo —informa Dermain al colocar su vista en mí, «¿y esa confianza, mi pana?»— te presento a tu nueva compañera de habitación.

Fuerza unida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora