Lágrimas

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En este mundo todas las personas nacen con una brújula en sus brazos, parece un tatuaje que, sin embargo, tiene la cualidad de mover sus flechas en dirección al alma que es su igual. Si se siguen las instrucciones de la brújula, aunque no es tarea fácil, es posible encontrar a ese ser que es la otra mitad de cada quién.

El amor es una decisión, una aventura, un desafío que no todos están dispuestos a enfrentar. Hay quiénes ignoran su brújula, hay quién pierden el rumbo, quienes a pesar de buscarla nunca encuentran a su alma gemela. Hay quiénes no pueden encontrarla, porque ha desaparecido.

Ese era el caso de Tony, su brújula se había detenido el día del accidente automovilístico. Su otra mitad yacía en la profundidad de la tierra hacía ya seis años. ¿Cómo era posible que ahora, de la nada, la manecilla de su brújula se moviera, y lo hiciera de manera tan evidente?

Pepper no lo entendía, Tony menos. Su mente y su corazón estaban hechos un lío cuando su amiga llegó. Estaban en la oficina de él, sentados uno frente al otro, y entre ellos el brazo de Tony extendido, con la brújula apuntando directamente al Este.

—¿Será que tienes una nueva alma gemela? —aventuró Pepper.

Tony le miró, tenía los ojos rojos y húmedos. Había deseado mucho ver aquello, ver su brújula viva de nuevo, pero ahora le causaba una sensación de desasosiego.

—No poder ser—dijo con convicción—. Las almas nacen en pares, sólo hay un alma que le corresponde a otra.

—Bueno, Tony, esa es una leyenda.

—Es la regla que rige nuestras vidas —aseguró él con el ceño fruncido.

Pepper no quiso discutir, porque ella creía firmemente en aquella historia.

—Pero Steve está...

—¡Lo sé! —dijo Tony, quien odiaba escuchar la palabra que seguía —. Pero... ¿y si su alma renació?

—Dios, Tony, eso significaría que es un bebé. Además, no es posible, tú lo dijiste, las almas nacen en pares, para que puedan renacer...

—...ambas deben haber ascendido — Tony terminó la oración.

Eran cosas que sabían desde niños, se las enseñaban desde entonces. Pero por más que se estrujaban el seso para buscar en aquellas cosas aprendidas, la respuesta a ese movimiento extraño en su brújula, no la podían encontrar.

Pepper prometió que investigaría y llevó a un nervioso Tony a su casa. En ella su esposo les recibió con el ceño fruncido.

—El niño ya se durmió —le dijo a Tony en cuanto se quedaron a solas —. La nana ya se fue.

—Gracias—murmuró Tony y caminó hacia su habitación, agarrándose el antebrazo como si lo tuviera herido.

—¿Qué te pasó? —preguntó su esposo.

—Nada, estoy cansado, veré a Peter y me iré a dormir.

Su marido se encogió de hombros y regreso la vista a la laptop que tenía abierta sobre la mesa del comedor. Tony subió, comprobó que Peter estaba dormido, luego, fue a su habitación y se duchó, se puso un pijama, y antes de dormir miró su brújula, la dirección había cambiado ligeramente hacia el Sureste, porque había cambiado de lugar. Sureste, como la noche anterior. Ojalá pudiera saber lo que estaba pasando.

Alguien tan perdido como él, despertó a la mañana siguiente sintiéndose mucho más cansado de lo que debería estar. Sarah apenas pudo dormir aquella noche. El periodo de tiempo después de que su hijo despertara y el médico llegara, fue muy confuso.

La brújula del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora