Un adiós y un comienzo

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—¡Von Doom!

Se escuchó un "clang" cuando el guardia abrió la celda. Víctor se incorporó de su litera y le miró con el ceño fruncido.

—Tienes visitas.

Aquello lo extrañó más, pero no rechistó. Salió de su celda y caminó delante del guardia hasta la sala de visitas. No era la hora de visitas, faltaba al menos una hora para ello, pero lo entendió cuando vio a Tony sentado frente a la mesa con aire despreocupado y jugueteando con las mancuernillas de su camisa. Cuando se sentó frente a él, Tony le miró y esbozó una pequeña sonrisa, que sólo alimentó aún más su confusión.

—No esperaba verte aquí —dijo despacio —. ¿A qué debo tu visita?

Tony se reacomodó en su asiento y entrelazó las manos sobre la mesa.

—Quería darte las gracias —dijo sorprendiéndolo.

—¿Disculpa?

—La nota que le diste a Peter, gracias. Eso lo alejó del ataque que Stane le tenía preparado.

—Así que ya sabes que fue Stane.

—Los hombres del bosque hablaron —explicó Tony.

Víctor asintió.

—¿Por qué? —le preguntó Tony —. ¿Por qué le diste esa nota?

Víctor suspiró y se cruzó de brazos.

—Soy muchas cosas, Tony, y he hecho otras tantas, la mayoría nada honorables. Pero tengo mis límites —Víctor levantó la vista y lo miró a los ojos —. Peter siempre fue un buen niño conmigo, aun cuando yo no fui muy bueno con él. Soy yo, quién se pregunta ¿por qué él era así conmigo?

Tony ladeó el rostro y sonrió más amplió, como si estuviera recordando algo. Y en efecto, era así.

—Cuando estaba esperando a Peter —dijo —, deseaba con todas mis fuerzas que se pareciera a Steve, anhelaba poder ver sus ojos, su cabello... una vez más. Pero Peter se parece un tanto más a mí físicamente. Sin embargo, conforme iba creciendo reconocí su parecido con Steve, adquirió sus gustos, su sensibilidad por el arte, parte de su carácter amable.

—Así que se lo debemos a tu difunta alma gemela.

—Steve no está muerto, estuvo en coma seis años después del accidente. De hecho, estaba con Peter el día del campamento, acababa de volver y quería pasar tiempo con su hijo. Fue él quien atrapó a esos delincuentes, claro, con un poco de ayuda.

Víctor rió por lo bajo.

—Stane dijo que pensaba que moriría, se ahorró unos dólares al no matarlo y, al parecer, le ha salido caro.

—Sabes mucho de Stane, ¿no es así? —respondió Tony —. ¿Sabes? Hablé con el fiscal de tu caso, le conté lo Peter. Si declaras en contra de Stane, serán indulgentes contigo. Hazlo, Víctor, así podrás salir de aquí y quién sabe, tal vez, encuentres a tu alma gemela.

Víctor se carcajeó esta vez.

—¿Alma gemela? —extendió su brazo en la mesa, mostrándole a Tony su brújula —. Jamás se ha movido, ni un ápice.

—Tal vez se encuentra lejos, muy lejos, como Steve lo estaba de mí hace seis años. Tal vez no es el momento aun para que lo encuentres.

—Tal vez no tengo.

Tony negó.

—Todas las almas tienen su par. Porque son una dividida en dos.

Víctor rodó los ojos, esos, se dijo, era sólo mitos, historias que pocas veces se hacían realidad. Había pocos casos conocidos de alma gemelas que se amaban sin importar nada. Tony pertenecía ese pequeño y privilegiado grupo.

La brújula del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora