Contraofensiva

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Después de que el autobús de la excursión se marchó, Tony regresó a su auto y se dirigió sin dilación a su empresa. Pepper le esperaba para tomar un vuelo a Detroit, donde tendrían una junta de negociosos, no le apetecía. Después de ello, le esperaba otro vuelo de regreso, para tener otra junta, en la oficina del FBI. Esa junta sí que le entusiasmaba.

Pepper había llegado hasta él unos días atrás, con un par de carpetas bastante gruesas, diciéndole que tenía la manera de conseguir que se divorciara sin sufrir consecuencias.

—¿Descubriste dónde, cuándo y con quién me engaña Víctor?

Tony no tenía dudas de que su esposo tenía a alguien, tampoco lo culpaba del todo, para él debía ser difícil la abstinencia; para Tony no, porque no le apetecía mantener ninguna relación íntima con nadie que no fuera su alma gemela, le gustaba el sexo, sí, pero con Steve. Sin embargo, Víctor había sido muy cuidadoso y Tony no tenía pruebas, aunque para ser sinceros tampoco había puesto mucho empeño en ello.

Pepper se sentó frente a él en el escritorio, apartó algunas cosas en él y puso sus carpetas en su lugar.

—No —le dijo —. Eso sería lo más fácil. La infidelidad lo dejaría fuera de la empresa... de ser tú el infiel, le tendrías que dar la mitad de todo.

Tony asintió, eso lo sabía a la perfección.

Pepper abrió una de las carpetas y buscó una hoja y la giró hacia él.

—En la sección dos, punto número cinco del contrato de asociación—le dijo ella señalándole con la pluma un pasaje subrayado con marcador amarillo —. Está prohibido realizar negocios, inversiones, o cualquier cosa contra la ley o que ponga en riesgo la integridad legal de la empresa. Es un punto obvio, pero es siempre el más ignorado.

Tony asintió.

—Si alguno de los socios, en este caso tú, Víctor u Obadiah transgreden este punto, pierden todas sus acciones. ¿Sabes lo que pienso?, que realmente ni siquiera leyeron bien esto.

Tony miró y leyó el fragmento. Pepper le cambió la hoja justo antes que de que terminara de hacerlo. Había otro pasaje subrayado.

—Este es el contrato prematrimonial—le dijo con entusiasmo—. Si decidías divorciarte antes de los diez años estipulados, debes ceder el 50% de tus acciones. Aquí ellos fueron muy listos.

Tony asintió, también eso lo sabía, y no tenía ganas de entregar su empresa de manera tan sencilla. Habría aguantado los diez años, sin problemas, llevaba seis recibiendo algunos embates, claro, pero había sorteado las olas, como todo un héroe.

—Pero, siguen siendo estúpidos —dijo Pepper y le señaló otro punto —. Si alguno de los conyugues pone en peligro a la empresa, la cláusula de la fecha queda invalidada, y el divorcio puede darse sin penalidad. No tienes que cederle a Víctor nada, ni los calzones que lleva puestos.

—Pero Pepper, ¿ha hecho algo que ponga en peligro a la empresa?

Entonces, su amiga sonrió más ampliamente. Y abrió la otra carpeta.

—Había notado algunos movimientos extraños en la sección que Víctor y Obadiah controlan. Pequeñas inconsistencias en los libros, algunos movimientos nocturnos en la fábrica, rumores... Había estado investigando eso, aunque no con tanto ahínco como debía. Cuando me contaste del regreso de Steve, pensé que quizás ahí podía haber algo. Forme un pequeño equipo con personas de confianza, y apareció esto —Pepper le mostró un formulario, pegado con celo transparente, al parecer lo habían tratado de destruir —. Es la lista de un embarque de armas no autorizado a Europa del este.

La brújula del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora