Colors (En Edición. No Lean Los Capitulos Aún No Editados. Por Su Propio Bien.)

Capítulo 3

Por primera vez desde que llegué al 12, voy al bosque. Acepté la recomendación de Sae, además de que me trajeron de vuelta el arco y mis flechas intactos, lo cual me dió algo de ánimo para salir.
Aún hay miles de restos alrededor de la ciudad, mucha gente se ha puesto a levantarlos. La mayoría de las personas de este distrito son parte del viento que respiro en este instante, pienso, al pasar la bota sobre lo que parecen ser restos de huesos calcinados.

No vacilo, trato de ignorar el escalofrío que recorre mi espalda para llegar a mi destino. De todas formas, alguna vez tenía que saber como se encuentra el mundo exterior. Mis pesadillas ya me daban una escalofriante idea.
Poco a poco, tratando de ignorar el aspecto bastante desastroso de la pradera, me voy adentrando al bosque. Tengo la ligera satisfacción de sentir que a medida que voy adelante, se siente cada vez más como mi antiguo bosque.
Llego a la roca en donde solía estar con Gale. Mentiría si negara que me gustaría poder cerrar los ojos y que al abrirlos se materialice a mi lado, que aparezca sin hacer ruido, como siempre lo hacía. Pero no va a ocurrir.

Trato de no perder tiempo. No hoy. No ahora. He tenido bastante tiempo para pensar, y realmente lo que quiero es liberar las ideas de mi cabeza. Al menos por un rato. Me levanto con una flecha en el arco y camino varios metros con el paso más ligero que puedo.
Al pasar el rato, oigo algo a mis espaldas, y como mi instinto me advierte, me doy vuelta y apunto la flecha hacia el lugar de donde proviene el sonido, descubro que es un conejo, bastante grande, aún no se ha percatado de mi presencia. Rápidamente apunto, y suelto la flecha, le da directo en el cuello, lo recojo y lo meto en mi bolsa. Así pasan un par de horas, entre las cuales me gané dos conejos bastante gordos y tres ardillas, a pesar de haber perdido un par de presas, me alegra saber que no he desmejorado tanto como creía.
Recojo algunas plantas que encuentro cerca, junto con la caza de hoy, no parece nada despreciable.

Al llegar a la alambrada a paso bastante pesado, noto por primera vez lo feo de mi desmejoría física. Me tomo un par de minutos para recobrar aire, y pienso em que sería bueno volver atrás para saborear un poco más el liberante aire del bosque. Pero me frustro al darme cuenta que si doy unos pasos más caeré rendida. Vuelvo resignadamente mis pies hasta mi casa.

Le muestro la bolsa a Sae, la cual se nota bastante feliz. Me promete un buen guiso, y le doy lo que resta para que se lo lleve a la carnicería. Agradezco el haber ido al bosque, no lo esperaba, pero me devolvió algo más de ganas, se sintió como un buen respiro y algunas horas sin preocupaciones.
Subo escaleras arriba y nuevamente tomo un baño. No hay mucha diferencia a como estuvo ayer, mi piel sigue viendose como una ropa vieja remendada con una tela de distinto color. Evito los espejos, me doy un largo baño de agua caliente.
Hacía tiempo que no usaba la chaqueta de mi padre, de alguna forma me hace sentir mas tranquila, así que la abrazo mientras trato de dormirme en el sofá de la sala, aún no me parece un buen lugar mi cuarto.

(...)

Me extraña levantarme estando tirada en el piso, creí que me dormí en el sillón, me levanto y de reojo veo la silueta de una persona, están observandome y no logro reconocerlo, miro fijamente y descubro que es Peeta. Tiene los puños apretados, a tal punto que sus nudillos están blancos y desde donde me encuentro puedo notar que su mandíbula esta fuertemente apretada, sus ojos expresan que el ya no está aquí.

Un fuerte escalofrío me estremece mientras trato de levantarme sin apartar la mirada de su rostro

Antes de que pudiera hacer algo, se abalanza sobre mi, con sus manos alrededor de mi cuello, apretandome de tal manera que no puedo respirar, nuevamente esta pasando. Trato de darme vuelta, de safarme, pero no puedo, sigue apretando, cada vez mas fuerte, me imposibilita gritar, o mucho menos respirar.

De repente me levanto de golpe, con mis manos tocando mi cuello, respirando agitadamente, era una pesadilla, solo otra maldita pesadilla.