Los cuentos de Princesas se pueden hacer realidad, mas si Park Jimin es el salvavidas de la playa.
Book 3
-Historia corta.
-No se aceptan copias ni adaptaciones.
-Terminada.
-+18
⚠️Proceso de corrección⚠️
⚠️NO SE ACEPTAN COPIAS NI ADAPTACIONES ⚠️
Jimin caminaba de un lado a otro algo desesperado, su closet estaba completamente vacío y algunas de sus prendas estaban tiradas en su cama de sabanas azules. La verdad es que no había pensado nada de pedir una cita, cayó en cuenta después de correr junto a su amigo a todos de la playa.
Había pedido una cita, estaba frito. Tenía años sin tener una, sin saber que era aquello; y ahora lo sabe más que nunca. Desesperado despeinó sus cabellos rubios y tomo aquella Tablet para hacer una llamada a la única persona que le contestaría rápido.
– ¿A qué se debe tu llamada en mi hora de almuerzo?
–A que uno de tus mejores amigos va a tener una cita y no tiene ni la remota idea de que ponerse, ayuda– fingió llorar a la pantalla.
–Jimin, ya estas grande eso no me lo creo– bufo– ni del pendejo de Jeon ¡¿Puedes creer que se va a casar y me lo dice por un jodido mensaje?! ¡Por un mensaje!– gruño.
–Tae, sabes cómo es de despistado, ni siquiera yo lo sabía pero gracias por la noticia.
– ¿Aun no llega?– este negó frunciendo el ceño– A Busan, rubio– este negó– dijo que iría verte, probablemente debe estar haciendo algo antes de ir... ahora dime que necesitas.
–Asesoría– volteo la cámara dejando ver el desastre– no sé qué ponerme, Tae.
–Eres peor que Jin, pero ya que.
...
Sus manos tamborileaban el volante forrado en cuero, estaba completamente asustado y muy pero muy nervioso. Su auto estaba estacionado frente la cafetería donde trabajaba la chica de cabello rojo, no sabía dónde llevarla, quería pedirle consejos a Taehyung pero este estaba ocupado con su novia en el hospital.
Algo nervioso salió del auto y se encamino hasta la entrada dejando sonar la pequeña campanilla. Algunos curiosos voltearon a mirar y vaya la vista; Jimin tenía un suéter cuello tortuga negro y encima una chaqueta de jean, junto unos pantalones azules rasgados y unos zapatos negros.
–Buenas, Jimin– Hana se acercó rápidamente sin dejar que el diera un paso al mostrador– ¿Cómo estás? Pensé que no vendrías.
–Hola– agito su mano y dio un paso atrás– tenía que venir– rasco su nuca y empezó a buscar con su mirada a la pelirroja– ¿Sara termino su turno?
Hana borro la sonrisa y bufo, estaba nuevamente empeñado en buscar a la extranjera sin detenerse a mirarla siquiera a ella.
–Sí, ella termino hace unos minutos– señalo el mostrador vacío– seguro y ya fue a casa.
–Oh– bajo la mirada algo avergonzado– ¿Podrías decirme dónde vive?
– ¿Por qué tanto interés?– enarco una ceja– vamos Jimin, te invite algo hoy.
Suspiro algo cansado, estaba poco acostumbrado a las chicas así desde hace mucho pero Hana era otro tema. Estaba decidida a que él le prestara atención y era muy obvio porque. Hana era una chica del barrio bajo de Busan, vivía con su madre y a pesar de no tener mucho la chica llamaba la atención, pero no la del pelo cenizas. Todos sabían que Park Jimin era multimillonario y tenía miles de ceros en las cuentas, pero también sabían que ese chico era un delicioso pan dulce relleno de crema. Él no era de presumir y si tenía una mujer al lado debería ser igual, y Hana era todo lo contrario. Quería llamar su atención a como dé lugar, pero el apenas y reparaba en ella.
–Sé que me invitaste algo hoy, pero tengo una cita– mordió su labio– por eso busco a Sara.
–Espera– subió ambas palmas y dio paso atrás pasmada– ¿Tienes una cita con Sara?
–Sí, la invite a tomarse algo conmigo.
–Como...
Jimin dejo que aire y las palabras que ella soltara quedaran en el olvido, por la puerta de la cocina detrás de la barra estaba Sara, su cabello estaba suelto y llevaba un hermoso vestido que caía como cascada hasta sus zapatos de color blanco. Cuando ambas miradas se cruzaron sintieron esa pequeña electricidad y la tensión creada por ambos, su mundo se evaporizo y ya sabían que algo estaba naciendo desde aquel genuino toque de labios.
–Sara– susurro y dejo de lado a la pelinegra acercándose con paso lentos hasta estar enfrente de ella– lamento... lamento llegar tarde y no pedir tu dirección– mordió su abultado labio y carraspeo– estas linda.
–Gracias– se sonrojo y tomo su suéter y bolso– ¿A dónde iremos?
Jimin miro a todos lados, la verdad no tenía ni la remota idea de donde llevarla.
–Hay una feria en la playa, está cerca– señalo la chica– ¿Quieres ir?
–Si– asintió muy rápido y tomo su mano con algo de torpeza– vamos.
Ambos salieron con una sonrisa, mientras que ellos subían al auto y este se perdía; Hana los miraba desde el ventanal, sus manos apretaron el trapo de limpiar en sus manos. Tenía que hacer algo, a ella le gustaba el chico y había intentado tanto para llamar su atención, estaba hasta que él no la viera, que no la buscara. Ella era perfecta, la mujer perfecta para él.
–Esto no se quedara así– decidida dio la vuelta para buscar sus cosas y verificar que esa hermosa cita jamás terminara bien. – me quedare con él, y esa estúpida extranjera deberá irse a donde pertenece.
Y salió de allí a toda prisa.
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