Capítulo 5

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Lauren

Le agarró el cabello con la mano, se los que tiró


lo suficiente para que tuviera esa sensación de poder sobre ella. El placer la invadió en


una especie de rayo de luz y de calor.


Se arrimó bien a ella. Seguía excitada y Camila empezaba a notarse el sexo


humedecido del deseo, solo al pensar en que la embistieran. le roze el pezón


con el pulgar, notó el anhelo hasta en las entrañas.


-Lauren..., vamos.


Solté una carcajada.


-Pronto, preciosa.


Entonces supe que jugaría con ella, que la excitaría pero llevaría la batuta del


ritmo.


«Sí.»


Se le cortó la respiración cuanto le pellizcó el pezón, al tiempo que la invadía el


placer por todo el cuerpo.


-¿Alguna vez te has corrido con solo hacerte esto? -le pregunté con una voz


ronca-. ¿Con las caricias y el jugueteo con los pezones?


-No. -Madre mía, apenas podía respirar y le hacía cada preguntita...


-¿Quieres que lo intentemos?


Solo pudo gemir cuando me arrodillé a su lado para poder usar ambas manos.

Narrador

Los muslos desnudos de Lauren eran fuertes y suaves. Entre ellos, su pene era un duro mango de piel blanca.


No podía creer que volviera a tener semejante erección. Se le hizo agua la boca al ver


esa carne sólida y dura. Sin embargo, las grandes manos que posaba sobre sus pechos


la distraían bastante.


La acariciaba por doquier: por la parte inferior, por lo alto del montículo y trazaba


su perfil con los dedos. Intentaba no acercarse a los pezones, que le dolían de ganas


de que los tocara. Era una tortura. Él seguía rozándola con las yemas de los dedos por


todos los lados salvo ahí.


-Lauren -musitó Camila arqueando la espalda, como entregándole todo el cuerpo.


-No, Camila. No te muevas. Respira y relájate.


Estuvo a punto de gimotear, pero le gustaba demasiado la autoridad que infundía


su tono de voz para llevarle la contraria.


Inspiró hondo. Ella siguió acariciándola. Era insoportable pero maravilloso a la ves.


Le palpitaban los pezones. Hasta le palpitaba el sexo de una forma que le llegaban a doler, ardiendo de las ganas. Quería apretar los muslos para apagar un poco el dolor pero se


mordió el labio y se estuvo quieta.


Al final, Lauren le rozó los pezones con las puntas de los dedos y ella dio un grito


ahogado.


-¿Te gusta? -le preguntó.


-Oh, sí.


-No quiero que te preocupes. No te apures si no puedes llegar al orgasmo. Solo


quiero que disfrutes. Que te centres únicamente en el placer. Ya veremos qué ocurre.

Los límites del deseo Camren G!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora