Capítulo 8

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Camila

Estaba sentada tras el escritorio de su despacho, sorbiendo el café extralargo


con doble de leche que aquella mañana había necesitado. Estaba cansada -agotada,


mejor dicho- y un poco dolorida después del fin de semana con Lauren.


«Lauren...»


Dios, ese mujer era insaciable. Ella también lo había sido. Apenas había salido


de la cama durante todo el fin de semana, o de la ducha, donde había practicado sexo,


como mínimo, cuatro veces. A Lauren ciertamente le ponía el agua y a ella no le


importaba. A decir verdad, también le había encantado. Le había encantado el aroma


limpio del jabón, el aire vaporoso. Lauren le había enseñado a sintonizar con esa


sensación, y el agua sobre su piel era una sensación magnífica. Incluso la ducha que


se había dado aquella mañana después de que ella la dejara en su casa había adquirido


una sensualidad completamente nueva.


Había sido un fin de semana increíble y cuando se despertaron a primera hora de


la mañana, ella deseó que no se acabara. Sin embargo, era lunes y había llegado el


momento de trabajar. De todos modos, tampoco podría concentrarse en nada. Le


faltaban horas de sueño, estaba exhausta y le dolían todas las partes sensibles. Y no


dejaba de pensar en Lauren.


Lauren tampoco había estado preparada para que ella se fuera. Eso había quedado


bastante claro cuando la despertó a las cinco y media de la madrugada para hacer el


amor otra vez. Se había colado dentro de ella mientras ambos estaban adormitando,


media dormidas, empujando las caderas hasta que ambas se corrieron, jadeando de


placer en medio del apacible aire matutino.


Daba igual las veces que lo hubieran hecho a lo largo de ese fin de semana, Lauren


seguía empalmándose. Y algo tenía el sexo antes del alba, cuando ambas todavía


estaban media dormidas, que a ella le encantaba. Lauren estaba irresistible, despeinada


y esos labios carnos. Le hacía parecer más sexy que nunca. Más primitiva. Había algo prácticamente surrealista en todo aquello. Casi


romántico.


«No pienses en ello.»


Sorbió el café y dejó que el calor la relajara un poquito. No era precisamente una


chica romántica. Lo poco que tenía se lo había cargado Austin. Le daba lo mismo lo


bueno que fuera el sexo con Lauren; tenía que recordar que no era más que eso: sexo.


El sexo más excitante e intenso que jamás había tenido, pero, aun así, sexo y nada más.


Ya le parecía bien. Solo una conexión química intensa. Sin ataduras. Hacía tanto


tiempo que se conocían que también se sentía cómoda, aunque no hubieran estado en


contacto durante muchos años. Le conocía lo suficiente para no sentirse como si

Los límites del deseo Camren G!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora