Capítulo 7

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Narrador

-¿Qué ocurre?


-Venga...


Lauren se echó a reír, con una risa ronca y seductora.


-Venga, ¿qué?


-Venga y tócame de verdad. Quiero notar tus manos encima de mí. Quiero sentir


lo diferente que es en el agua.


Lauren volvió a reír, con una risa ronca.


-Increíblemente perfecto -murmuró mientras cogía ambos pechos en sus


manos y recorría toda su piel.


-Oh, eso está bien... -Camila cerró los ojos, rindiéndose a esa sensación.


Era diferente. No era que jamás hubiera practicado sexo en la ducha. Pero jamás


se había concentrado en esa habilidad. En la diferencia. Con ningúna otra persona.


Lauren hacía que viera las cosas de forma diferente. Que lo sintiera todo a través de


un prisma completamente nuevo. Y era alucinante.


-Sí, me gusta -dijo Lauren-. Mantén los ojos cerrados, Camila. No te muevas.


Se derritió con el tono autoritario de su voz, al oír cómo le decía lo que tenía que


hacer.


Quizá Lauren tenía razón respecto a lo que todo aquello le provocaba en la cabeza.


Pero no podía pensar en ello. El deseo era como una marea que la atravesaba


dejándola empapada mientras el agua le caía sobre la piel.
-Quédate ahí, sí... y ábrete de piernas para mí. Buena chica.


Sintió un pequeño escalofrío.


«Buena chica.»


Ahora no podía pensar por qué le gustaba tanto oír esas palabras.


Y no pudo pensar nada cuando notó un chorro de agua sobre su sexo.


-Oh...


-Estate quieta, Camila -volvió a decir Lauren, y ella tuvo que hacer un gran esfuerzo


para dejar de retorcerse.


Dejó que sus párpados se entreabrieran un segundo, vio cómo Lauren se arrodillaba


ante ella, con la manilla cromada y plateada de la ducha en una mano y una barra


de jabón en la otra. Y cuando volvió a cerrar los ojos, la empezó a lavar.


Jamás había experimentado nada como aquello. La enjabonó con una mano, con


los dedos resbaladizos. Maravilloso. Le masajeaba los labios de la vagina hasta que


ella creyó que iba a morir por el exceso de sensaciones. Se tuvo que morder el labio


para no moverse. Camila respiraba entrecortadamente, jadeando sobre su pecho.


-Te gusta -dijo Lauren -. Puedo notar cómo se te hincha la piel al tocarte. Puedo


notar lo grande que se te pone el coño. Tan hermoso.


Le masajeó el clítoris y ella jadeó.


-¡Ah!


-Shhh, Camila. No te muevas. No digas nada, hazlo por mí. Puedes hacerlo.

Los límites del deseo Camren G!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora