Dentro de una oscura habitación, donde tan solo algún que otro rayo de luz hacía que posible fuera posible ver, Hua Cheng despertó. Se sorprendió al encontrarse con los brazos en alto encadenados a una pared, al igual que sus pies, pero estos con las cadenas sujetas al suelo.
Al principio no veía prácticamente nada. Todo estaba borroso y la cabeza le daba vueltas. Lentamente su visión fue mejorando, aunque fuera un poco. Por otro lado, apenas sentía el cuerpo, era como si estuviera totalmente dormido y aturdido.
Consiguió fijar la mirada en un punto, en la persona que tenía a unos metros de él. Forzó la vista hasta llegar a ver que quien estaba ahí no era otro que Xie Lian, quien estaba exactamente en la misma situación que él, aunque todavía inconsciente.
Intentó moverse y llamarle, pero le era imposible. Por más que lo intentaba, tan solo conseguía sentir impotencia al ver al dios tan cerca y no poder hacer nada. Pese a esto, continuaba manteniendo la calma, decido a proteger a Xie Lian pasase lo que pasase.
Inspeccionó el lugar lo mejor que pudo, aunque tampoco había demasiado que ver. Era una habitación relativamente grande donde todo estaba sucio y descuidado. Al fondo de la pared que tenía a su izquierda, donde estaba Xie Lian encadenado, había un pasillo, aún que desde donde se encontraba no se llegaba a ver el final. No había ninguna ventana, tan solo una pequeña rendija arriba a su derecha, por donde llegaba a colarse una tenue luz.
Tras unos minutos, vio como Xie Lian empezaba a despertar. Se le veía igual de confundido y mareado que Hua Cheng hasta hace unos instantes.
—Ge...ge.— Intentó pronunciar con dificultad. No sabía que era lo que le habían hecho tomar, pero sea lo que fuere, era muy potente. Además, no existían muchas sustancias que pudieran pasar desapercibidas ante ellos dos, sin duda eso no lo había hecho ningún novato.
—¿Oh? Ambos habéis despertado. No esperaba menos de los gobernantes del reino fantasma y el reino celestial.— La aguda voz de una mujer resonó con fuerza en los oídos de ambos, mareándolos incluso más. Pese a esto, ambos miraron con desagrado su pálido rostro.
—Hei... Xue...— Las palabras de Hua Cheng primero sonaron con decepción, pero su expresión comenzó a indicar sorpresa en cuanto se fijó en sus ojos. Estos eran completamente blancos, casi como si no tuviera pupilas. Era un suceso muy extraño que nunca antes había visto, y es que los ojos de Hei Xue eran negros como el carbón, al igual que su pelo.
—¿Hmm...? Vaya, si incluso puedes hablar. Eso si que es aterrador. Una persona normal no despertaría hasta dentro de uno o dos días, y mucho menos podría pronunciar una sola palabra. No se te puede subestimar, ¿eh?—
Hua Cheng seguía manteniéndose tranquilo, pensando en todas las posibles maneras de salir de ahí, además de una explicación coherente para lo que estaba ocurriendo. Xie Lian, quien ya había conseguido despejar y aclarar su mente, miró a Hei Xue y después a Hua Cheng. Este hizo lo mismo, mirándose a los ojos durante un segundo. No les hizo falta más tiempo para entenderse, comprendiendo perfectamente lo que el otro pretendía decirle.
—Puaj. Incluso en esta situación os comportáis así. Con esa mirada de asquerosos enamorados.— Para ellos dos lo más sorprendente ahí era su comportamiento. Estaban estupefactos, nunca hubieran podido imaginar a Hei Xue de esa manera. Siempre fue una persona respetuosa con sus superiores, se comportaba correctamente y era confiable. ¿Qué le habría sucedido? —Tendré que daros una lección.— Dijo con una sonrisa maliciosa.
En ese momento, se escucharon los pasos de una persona por el pasillo, pero no llegaron a verla hasta que entró en la sala un instante después. La expresión tranquila de Hua Cheng cambió radicalmente en un segundo. Parecía que la ira se le iba a salir por los poros.
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La Maldición del Oficial del Cielo「𝓣𝓲𝓪𝓷 𝓖𝓾𝓪𝓷 𝓒𝓲 𝓕𝓾」 ✨H⃟U⃟A⃟L⃟I⃟A⃟N⃟✨
FanficYa ha pasado un tiempo desde que el caos llegó a los tres reinos. El reino celestial ha sido recientemente reconstruido, mientras que la calma y el orden ha llegado por fin al reino mortal y fantasma. Hua Cheng y Xie Lian continúan con su vida en pa...