Día 1: Secuestradores melancólicos

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La oscuridad, ¿no te da miedo? Porque algo está ocultándose ahí, justo ahí, esperándonos. Cuando no vemos lo que nos rodea cualquier cosa puede manifestarse, y no será algo muy agradable. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad... ten cuidado con ella, es el mejor escondite para tus pesadillas.


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Debo pensar rápido.

Estoy en un lugar insólito, percibo olores agradables, suaves y nostálgicos. Me siento un poco mareado, desenfocado, y mi cerebro no permite recordar lo sucedido.

¡Rayos!

¡Rayos! 

Tengo miedo, jamás había estado en una situación como esta. Solamente escucho a unos individuos hablar, encima no puedo moverme por las ataduras. 

¿Qué hago?

¿Qué hago? 

Mis manos están temblando, algo que pasa cuando estoy demasiado asustado.

¡CALMA!

Debo estar en calma, de lo contrario empeoraré la situación. Mientras haya más calma pensaré mejor.

Han pasado varios minutos, y las extrañas personas discuten a lo lejos. No escucho muy bien su conversación, pero alcanzo a entender algunas oraciones.

—Yo debería cuidarlo la mayoría del tiempo, hice gran parte del trabajo —afirmó la mujer—. Tu personalidad es bastante inquietante, si no actúas respetuosamente con nuestro invitado entonces no eres merecedor de tenerlo.

¿Invitado? ¿Se refieren a mí?

—El pequeño retoño me pertenece, sin embargo, seré amable y lo compartiré contigo —agregó el hombre—. Pero es tan difícil contenerme, es justo lo que estaba buscando, es el único que ha cumplido mis expectativas.

—La ignorancia es una enfermedad, y tú eres el más contagiado —añadió la mujer con un tono de burla—. Eres detestable, odioso, repugnante, pésimo, putrefacto, horripilante, abominable, mediocre, aborrecible, repelente, asqueroso... y un poco molesto. Pero igual aprecio que estemos haciendo equipo —esto último diciéndolo con ternura.

Mi corazón late despacio, ya no puedo pensar con tanta claridad. Siento que estoy dando vueltas y me encuentro mucho más confundido.

Espero que sigan hablando, necesito tiempo.

—¿Compraste un diccionario nuevo? —respondió el hombre ante las supuestas ofensivas de la mujer—. Nessa, por favor, tú puedes decir mejores insultos. Tanta cordialidad lo hace ver gracioso.

Su conversación era de lo más extraña, pero más inusual era mi actitud de serenidad. Los nervios disminuían; así que, aprovechando el momento de relajación, me incorporé para intentar bajar de la cama. 

En un gran descuido... ¡PLUM! Caí bruscamente.

—¡Wow! ¿Qué tenemos aquí? —dijo el hombre—. Mi pequeño amigo es muy revoltoso ¡Quiere alejarse de nosotros!

—¡Idiota! Debimos ponerle más cuidado. Si escapa será nuestro fin —añadió la mujer, con una voz aterradora y amenazante—. Hola cariño, espero que hayas estado cómodo mientras esperabas —dijo refiriéndose a mí, cambiando el tono a uno más dulce y relajado.

—¿Quiénes son ustedes? —pregunté notablemente nervioso.

—¡Qué descuido! No nos hemos presentado —mencionó el hombre, como si de una bienvenida se tratase.

La Mansión de los Deseos LuctuososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora