Día 14: No confíes en ellos

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¿Alguna vez te han decepcionado? Es horrible, ¿cierto? Alguien que creías conocer, quien se adueñó de tu confianza, alguien que te comprendió en su momento, quien te acompañó, quien te escuchó y aconsejó... ¡Todo fue un engaño! ¡Pura falsedad! Nos convertimos en los perdedores de aquel juego. Me engañaron, me utilizaron, me destrozaron, y simplemente, me decepcionaron.


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La ventana está abierta, el sol me baña con sus hermosos rayos. Un pájaro está ahí, posando con tranquilidad.

Justo a mi lado está Toby, sigue durmiendo y se le escucha roncar. Es adorable.

Me incorporo, y sentado en la cama empiezo a imaginar cosas. Es un buen momento para comenzar otro plan de escape.

—¡Nadir! ¡Quiero salir! —le gritaba.

Al instante llegó el pelirrojo.

—Veo que amaneces con energía —agregó con una mirada vacía.

—Solo quiero salir, nada más —le sonreí—. De todos modos, aquí empieza a oler mal.

—Tienes razón, hueles muy mal —aún tiene esa mirada triste.

¿Estará arrepentido por lo de ayer? ¿Qué le sucede?

Se acercó, y como de costumbre, empezó a masajear mi cabello.

—Está bien, salgamos —su voz era tranquila.

Estoy en el primer piso montando la silla de ruedas. El hombre me sigue desde atrás.

Pensamientos rondan por mi cabeza, y poco a poco visualizo una estrategia.

—Tom —dijo de la nada—. Tom, ¿qué eres?

Yo mostré una expresión de confusión.

—¿A qué te refieres?

Hubo un silencio.

—¿Eres una maldición? ¿Una ilusión? Quizás, ¿una segunda oportunidad? —expresaba mientras me miraba con nostalgia.

—No entiendo.

—Nessa y yo cometimos el peor error de nuestras vidas, estamos arrepentidos, cada día nos culpamos, nos odiamos entre nosotros. Es suficiente, ¿no crees que ya es hora de dejarnos en paz?

Antes de poder hablar, el teléfono de Nadir sonó.

—Debo ir a contestar, no te muevas —se alejó hasta desaparecer de mi vista.

Creo que no soy el único que la está pasando mal... Un momento, ¡debo aprovechar su ausencia!

Seguí recorriendo el lugar, pero no con la intención de buscar algo, porque sabía exactamente lo que quería obtener. 

Por fin llego a la habitación, aquella donde me oculté en el juego de las escondidas. Está abierta, y de hecho, ya lo suponía. 

Hace algún tiempo descubrí que la mayoría de puertas no están cerradas. Puede que a Nadir se le haya olvidado, o quizá no le dio importancia.

Sin apresurarme, y de manera casual, entro al cuarto para obtener lo que necesito. De inmediato lo veo: un martillo.

Lo agarro con fuerza, para luego esconderlo en un jarrón que hay en el pasillo. Las decoraciones que me parecían inservibles ahora me están ayudando.

No hay rastros del pelirrojo, eso me preocupa.

Sigo transportándome hasta llegar a la sala principal. La estrategia está funcionando, y mañana será el día clave.

La Mansión de los Deseos LuctuososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora