Día 17: ¿Por qué cambiar?

59 7 50
                                    

La rutina de siempre, la agobiante monotonía, la innecesaria costumbre... ¿Qué podemos hacer? ¡Cambiar! ¡Eso es! Modificar los sentimientos, transformar la mentalidad, renovar nuestros deseos... ¡Cambia tu vida!


ʘ          ʘ          ʘ          ʘ


Aún es de noche.

El amanecer se tarda.

Una brisa gélida cubre el entorno.

Los pájaros siguen dormidos, las plantas siguen dormidas, e incluso Toby sigue dormido. Todos duermen excepto yo.

¿Por qué no puedo dormir?

¿Estaré emocionado? ¿Estaré nervioso? ¿Estaré ansioso? O tal vez una combinación de todo eso.

Me levanto de la cama, y tambaleándome, dirijo mi cuerpo hacia la ventana. Llego con dificultad, luego abro las cortinas para ver el exterior.

¡Tengo un nuevo deseo! ¡Algo magnífico! 

Deseo mirarlo. Deseo presenciarlo.

Es la hora.

Una majestuosa esfera emerge del horizonte, acompañada de una esperanzadora luz. Sube con lentitud, mientras las nubes siguen su paso. Un degradado de colores se empieza a notar, brindando consigo una cálida bienvenida. Los pájaros han despertado, mejorando el ambiente con sus hermosas voces.

Ahí estoy yo, viendo con atención el amanecer.

Un amanecer que puede significar muchas cosas: una demostración de perseverancia, o una señal de bienestar, quizás el surgimiento de felicidad, o algo que valga la pena esperar.

Para mí significa: un pronto final.

Horas después...

—Buenos días, Tom —dice él.

Apenas ingresa al cuarto mi expresión cambia rotundamente. Una sonrisa se forma en mi cara, mis ojos se llenan de un brillo inocente, y mi cuerpo se relaja ante su presencia.

—Buenos días, Nadir —acto seguido me abalanzo sobre él, abrazándolo con gentileza.

El sujeto se ve sorprendido.

—Oye... —cambio mi expresión a una de arrepentimiento—. Lo lamento, en serio lo lamento. Anoche pensé... pensé en muchas cosas, en mi forma de actuar, en mi situación —hablo de manera apresurada—. Nunca me has tratado mal, todo lo haces por mí. Estar a tu lado me ha cambiado, mi corazón palpita con rapidez cuando pienso en ti —dejo de abrazarlo para mirar sus ojos—. No entiendo qué sucede conmigo, pero... —antes de terminar la frase me acerco impulsivamente.

Y por fin nuestros labios se unen.

—Nadir —digo cuando el beso ha finalizado—. Quiero estar contigo, en serio quiero estar contigo... ¿Me aceptarías?

El pelirrojo se encuentra atónito. 

—¡Pequeño retoño! —exclama con alegría, para luego abrazarme con fuerza.

Durante el día nos dedicamos a pasar tiempo juntos, charlando de cosas irrelevantes y absurdas.

En todo momento sonreí, demostrando una actitud de serenidad, como si lo único que quisiera es pasar el resto de mi vida junto a él.

Cuando las personas se divierten todo avanza más rápido, y así fue. La fría tarde se desvaneció para darle lugar a una gélida noche.

—Nos vemos mañana, pequeño retoño —se despide con una voz animada.

La Mansión de los Deseos LuctuososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora