Día 4: Doble personalidad

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Emociones y sentimientos, características que yacen en nuestro interior. Son normales, innatas, incluso genéticas. Sin embargo, ¿aquellas pueden ser perjudiciales? ¡CLARO! Todo en exceso es malo. Cuando no somos capaces de controlar nuestra personalidad, algo se quiebra, nos contaminamos desde adentro. Vive al límite, disfruta y experimenta; pero debes manejar tus estímulos, ya que podrías causar un desastre repentino.


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—¡AHH! —grité con desespero.

El sonido de mi voz inundó toda la habitación. Tuve un mal sueño.

No soy de expresar con exageración las cosas, pero lo que sucede actualmente en mi vida es estresante. Estoy ansioso, me vuelvo más paranoico.

Entra con rapidez una persona.

—¿Querido? ¿Te encuentras bien? —ella tiene una cara de asombro.

—¿Nessa? —dije un poco confundido—. Tranquila, estoy bien, solo fue una pesadilla.

—¡Mi tesoro! Haces que me preocupe en vano —se muestra relajada—. Avisa cuando quieras gritar, no me agradan las sorpresas; o mejor dicho, no me gusta recibirlas.

Solo pensé en lo ridículo de su comentario; de todos modos, asentí con la cabeza para darle la razón ¡Es mejor evitar posibles castigos!

Esperen un momento, ¿por qué la mujer está aquí? Según entiendo, esos raritos tienen un horario para cuidarme.

¿Un horario para cuidarme? ¡JÁ! Es obvio que soy importante, es como si fuera una celebridad, necesito de cuidados y extravagancias. Mi vida es tipo: "Jerry, cancela mi cita con el duque. Hoy iré a pescar, ya que me dio la regaladísima gana de hacerlo".

¿Me estoy volviendo loco?

¡Obvio no! Solamente es mi forma de ser.

¡Exacto! Yo estoy bien y ellos están mal...

Yo bien, ellos mal...

Bien aquí, mal por allá...

—¿Mi tesoro? ¿Estás bien? —interroga la mujer, asustándose por mi reacción.

¡Wow! ¡Viajé a Saturno!

No puedo desconcentrarme; o al menos, no mientras los secuestradores me vean.

—¡Recórcholis! —exclamó ella.

¿Qué mierda? ¿Quién utiliza esa palabra?

Se acerca, y luego pone su mano en mi frente.

—Tu comportamiento es extraño —dice con preocupación—. Es muy extraño, ¿será que te estamos drogando mucho?

¿Eh?

¡¿EH?! 

—Oye, ¿a qué te refieres con eso? —finjo una sonrisa y trato de mantener la calma.  

—Es normal —respondió con bastante seguridad.

—¿Qué? —sigo fingiendo la sonrisa.

Ella me observa durante unos segundos.

—Mi lindo tesoro, creo que no te has dado cuenta... ¡Estás secuestrado! Y para evitar que hagas tonterías debemos medicarte.

Hago una pausa, y después asimilo todo.

—¡Recórcholis! —exclamé muy preocupado.

—Exacto, me alegra que entiendas —me besa en la frente.

La Mansión de los Deseos LuctuososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora