Día 2: El rostro de la infelicidad

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Apariencia, algo capaz de confundirnos, de cegarnos. Juzgar un libro por su portada siempre es malo, ¿verdad? Sé precavido, hay maldad en la belleza, en lo estéticamente puro; detrás de una cara bonita puede existir un monstruo, un destino cruel e injusto... ¿Te dejarás guiar por las apariencias?


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Los rayos del sol tocan mi cara con suavidad, mis párpados se sienten exhaustos.

Me levanto para presenciar un hermoso ambiente: una habitación con un estilo clásico y antiguo; además, una ventana que muestra paisajes magníficos... Cuando de repente soy consciente de mi situación.

¿No fue un estúpido sueño?

¡Maldición! ¿Qué debo hacer? 

Ya no estoy atado, y el vendaje que cubría mis ojos ha desaparecido. El cansancio es alarmante, mi cuerpo está experimentando gran debilidad. Hacer cualquier tipo de movimiento cuesta mucho, como si la gravedad se hubiera intensificado.

El momento de tranquilidad se transforma en agitación.

Intento levantarme, hasta que escucho unos pasos del exterior. Alguien se acerca.

—¡Toc, toc! —un fuerte sonido proveniente de la única puerta de la habitación.

Mis manos comienzan a temblar, siempre lo hacen cuando estoy nervioso. Un estímulo que sirve de alerta.

—¿Hola? Pequeño retoño, soy yo —dijo Nadir con una voz empalagosa—. Voy a entrar.

Segundos después ingresa un hombre al cuarto.

No soy de juzgar apariencias, pero en la sociedad actual vendría siendo el chico atractivo y galán. Es muy alto, delgado, su cabello rojizo cual atardecer, y sus ojos marrones complementan su estilo.

—¿Qué tal? ¿Ya te enamoraste perdidamente de mí? —menciona con una expresión seductora—. No estoy nada mal, lo sé.

¡ES UN NARCISISTA! Es un secuestrador narcisista.

—Mi físico es inútil cuando no puedo sacarle provecho contigo —soltó un suspiro—. Agradecería mucho que me dieras uno o dos cumplidos, pequeño retoño.

Algo en sus palabras me irritó, me desagradó... ¿Cree que la apariencia compensa su forma de ser?

—Es verdad que tienes rasgos únicos y agradables a la vista, pero nunca he tomado el físico de otros como prioridad —dije sin pensarlo detenidamente—. Encima eres todo un criminal, un completo infeliz que busca... —en ese momento me detuve.

A pesar de mi enfado tengo que reaccionar, la situación no está a mi favor. Aquel sujeto puede hacerme añicos con facilidad, y mi cuerpo no está en condiciones para una buena defensa.

—¡Me encanta! Eres difícil de doblegar —se acerca un poco—. Deberías agradecerme, yo convencí a Nessa para liberarte de esas odiosas cadenas. No soportaba verte sufriendo, las cosas más adorables no pueden estar enjauladas por siempre.

Mi expresión demostraba confusión. No entendía sus oraciones, no entendía nuestra conversación.

—Sin embargo, no te puedo dejar completamente en libertad... ¡No puedo! ¡Tú escaparías! ¡Te alejarías! ¡No estarás para mí!

Me quedé en silencio, no sabía que responder. El hombre notó mi incomodidad y se marchó de la habitación.

Usé todas mis fuerzas para levantarme de la cama. Quería inspeccionar el sitio.

La Mansión de los Deseos LuctuososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora