Día 15: Era una fachada

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Una trampa, una ilusión, una falsa oportunidad. Se disfrazó como una necesidad, una salida, una esperanza; y conllevó a un sucio objetivo, un desagradable interés, un horrendo propósito. El cariño que deposité, el apego emocional, el vínculo que establecí; fue el mayor error que cometí. Debo pagar las consecuencias, soportar el triste resultado, ser consciente del inoportuno desenlace.


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Dos personas hablan al mismo tiempo, sus voces llegan al segundo piso. ¿Qué tipo de conversación están teniendo?

Abro los ojos, todo luce exactamente igual. Soy un gran tonto, pues cada mañana espero despertar en mi casa, algo que no sucederá otra vez.

Unos pasos se oyen, son apresurados. La puerta se abre con lentitud.

—Buenos días, Tom —decían al unísono.

Frente a mí están los dos sujetos, Nessa y Nadir, muy emocionados de verme.

—¡Tom! ¡Hoy estaremos los dos cuidándote! —mencionaba ella con alegría.

—Necesitamos arreglar unos asuntos —añadió él—. No tardaremos.

Aquellos individuos se iban marchando, pero los detuve con una frase no tan esperada:

—Dejen la puerta abierta.

Los dos voltearon confundidos en mi dirección. Luego Nessa comenzó a reír pensando que era uno de mis chistes.

—¿Dije algo gracioso? —yo mostraba una mirada fría.

Hubo un silencio para nada agradable.

—Escuchen, no tengo intenciones de escapar —los veía fijamente—. Pero quiero que Toby salga a hacer sus necesidades, quiero que se acostumbre a la mansión. Después de todo, estará aquí durante mucho tiempo.

—¿Y la puerta? ¿Por qué debe estar abierta? —preguntó ella.

—Porque no confío en ustedes —mi voz es contundente—. Si algo malo le pasa a Toby saldré de la habitación para protegerlo. Me sentiré más seguro así, de todos modos, ustedes estarán vigilando... ¿Qué podría suceder?

Nadir se acercó, y como una extraña costumbre, empezó a masajear mi cabello.

—Tom, has hecho cosas muy malas —comenzaba a sermonearme—. Y no queremos volver a tener problemas.

—Y no los tendrán, solo quiero lo mejor para Toby —miré a Nessa—. Como ustedes que quieren lo mejor para mí.

La mujer se acercó.

—Está bien, confiaré en tu palabra —dijo ella con cierta preocupación.

—No lo sé, presiento que algo puede salir mal —agregó el hombre.

En ese momento volteé para atraer su atención. Cuando él me observó, levanté mi mano hasta llevarla a un costado de mi cara, justo en el vendaje. Mi expresión cambió a una más triste, y seguía tocando el lugar donde alguna vez yacía mi oreja.

—Está bien, creo que podemos confiar en Tom —al parecer entendió mi mensaje.

Los dos se marcharon, dejando la puerta abierta. Toby salió luego de unos minutos, y yo me quedé en la cama.

Intentaré escapar, ahora lo intentaré, pero si fracaso tendré que recurrir al plan de emergencia.

Un tiempo después...

La Mansión de los Deseos LuctuososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora