URUCHI WEEK 2021!!

~Dia 2~

LA EXPEDICIÓN DEL PRINCIPE Y EL BRUJO

(FANTASIA)

Le habían informado que el visitante le esperaba en la biblioteca real. Sebastián acomodaba sus anteojos y se arreglaba la camisa. No le gustaba que la servidumbre lo vistiera como a un bebé; Si era capaz de vestirse solo, le gustaba hacerlo en privado. Diferente de su medio hermano Martín, quien tenía hasta lacayos para sostener tres espejos al frente de sí, mientras lo peinaban y vestían.

Martín, un joven vanidoso pero no mal intencionado, sería el heredero al trono del reino de La Plata. Sebastián también era un príncipe heredero. Aunque su patrimonio no serían ni la corona, ni los tesoros reales, ni las tierras. Él heredaría la hechicería y el conocimiento arcano de la magia. Se convertiría en el hechicero más poderoso del reino y de esta forma dejaría algún tipo de legado, si es que su defectuoso cuerpo le permitía vivir para ese entonces.

Bebió un sorbo de su amarga medicina, una pócima que él mismo desarrolló y preparaba constantemente, según él ayudaba a sentirse mejor, aunque a veces pensaba que sólo era un tipo de placebo y que nunca encontraría una verdadera cura para su enfermedad. De todas formas se sentía muy orgullosos de su creación.

Una vez concluida su rutina matutina, se disponía a salir al comedor. Desayunaría con sus padres, pues estos habían solicitado su presencia en la mesa real y luego se encontraría con ese brujo extranjero, aquel que había pedido explícitamente la compañía del príncipe hechicero para realizar su expedición.

—¡Che, Hermanito! ¿Aceptaste la petición del brujo? —preguntó el príncipe Martín, cuando se lo topó en los pasillos del castillo.

—Sí, necesito demostrar mis capacidades como hechicero. Esta expedición será mi prueba máxima.

—Pero te adentraras en los bosques eternos y vos... No tenés precisamente experiencia en el mundo exterior.

Sebastián había permanecido toda su vida en el castillo. De pequeño se le prohibió salir y cuando mayor ya no sentía ganas de hacerlo. Tan sólo una vez, a sus doce años y cansado de las restricciones, trató de escaparse de la fortificación, resultando herido en una caída. La herida no era profunda, tan solo un corte en el muslo pero que tardó más de tres días en cicatrizar. Sebastián casi murió desangrado por una herida que generalmente se cierra en un par de horas.

—Sebi, No quiero que vayás —se interpuso en su camino—. He oído historias de ese brujo, historias horribles de cómo el brujo Kirkland usa su magia negra para eliminar ejércitos y provocar desgracias.

—No le tengo miedo a la magia negra.

—No se trata de eso...—reclamó contrariado, arriesgándose a decir lo que realmente pensaba— Vos sos re frágil Sebastián, una herida o un golpe fuerte y podrías morir. Y no quiero perder a mi hermanito. ¡No sé en qué demonios está pensando nuestro padre como para dejarte ir!

—¡No soy frágil! —negó con rencor entre los dientes— ¡Si no soy capaz de hacer esta expedición, mi vida entera no serviría de nada! ¡Apártate de mi camino Martín!

—¡Esto es una locura! —le regañó directamente— ¿Qué tanto tenés que demostrar?

—¡Ese no es tu problema! —respondió, haciendo uso de su magia y apartándole violentamente.

—Tenés razón, no es mi problema —respondió indignado— ¡Si tanto queres morir, andá entonces, andá y morite de una vez, pelotudo de mierda!

Martín se alejó con pasos furiosos y Sebastián le observó hasta perderlo de vista. Era su querido hermano y le lastimaba tratarlo así. Plenamente consciente del peligro que corría, aceptó la petición del brujo Kirkland porque, por algo le había elegido específicamente a él, eso le llenaba de cierto orgullo.