Tobías.
Los recuerdos siempre están ahí, tan fuertes que le hacen creer a mi mente que nuevamente está sucediendo.
Nos conocimos en primaria, su nombre era Devon.
Todo empezó en aquellos minutos de receso, yo caminaba con tranquilidad buscando un sitio donde ubicarme para comer lo que mamá me había preparado, y entonces a Devon le pareció muy gracioso hacerme tropezar. Mis rodillas se rasparon aquella vez y solo pude concentrarme en como Devon sonreía ante ello, era como si verme lastimado le resultara algo increíble, algo que deseaba seguir observando.
Aquello siguió sucediendo, varios empujones iban y venían. No tenía ánimos para intentar defenderme o quizá sabía que iba a perder, que no importaba si intentaba detenerlo, yo nunca iba a poner contra él y menos cuando más de sus amigos se fueron uniendo a los golpes y las burlas. Le conté a mis padres y a los maestros lo que sucedía, pero nada cambió. Papá me dijo que yo como hombre debía solucionarlo, mamá solo me sonrió y dijo "ya pasará, son cosas de niños, así se divierten" y los maestros, los maestros solo empeoraron todo aún más, dijeron que solo necesitábamos solucionarlo entre nosotros, que en nuestro aprendizaje también debíamos aprender cómo tratar con otros y entonces, les pareció buena idea que yo hiciera equipo con Devon. Aquello solo dio pie a dos cosas, Devon se enojó por haberlo delatado y ahora, teníamos que pasar más tiempo juntos, lo que significaba que iba a recibir más golpes.
Yo nunca puede solucionarlo, aquello no fueron cosas de solo niños, yo nunca me divertí y aun cuando ya no era necesario que Devon y yo hiciéramos equipo, terminamos cruzando caminos hasta nuestro último año escolar. En aquel entonces, los golpes eran más fuerte, las heridas más graves y la esperanza de que aquello terminara parecía ya abandonarme.
Devon empezó a hacerme saber lo mucho que le gustaba verme tan frágil, tan roto, tan vulnerable a él. Le encantaba verme llorar, quejarme, le gustaba tocar mi piel y después marcarla con moretones. A veces me mordía las mejillas y me aprisionaba contra una pared hasta que una de mis lágrimas rosaba sus labios. Otras veces tomaba mi rostro entre sus manos y me observaba como si fuese arte, un arte de color rojo, con unas abultadas mejillas empapadas en lágrimas y un par de labios rotos.
Devon se había enamorado de mi sufrimiento.
Hubo un día en el que él me arrastró a la parte trasera de las graderías. Mientras lo demás compañeros finalizaban la clase de educación física para después irse a sus casas, Devon me golpeaba solo porque sí, solo porque sentía iba a extrañar mucho mi mal herido rostro en cuanto nos graduásemos.
A este punto, soy bastante patético, ¿no? Pero entiéndanme, no quería pelear, no quería volverme una versión peor de él solo por acabar con el dolor. Aunque bueno, ahora creo que no se trataba de querer pelear o no, diría que era algo más, diría que era saber que no confiaba en mí, no confiaba en lo que podía llegar a hacer. Creo que siempre dejé que Devon me golpeara solo porque sabía que, si yo lo atacaba, él traería a más de sus amigos y allí eso sería peor para mí. Ojalá lo hubiese detenido antes, ojalá hubiese actuado, ojalá me hubiese atrevido a dejar de encerrarme dentro mí y así, quizá así nunca hubiese soportado lo que sucedió detrás de aquella gradería mientras las nubes grises se posaban y los demás alumnos se marchaban a sus casas.
Devon deseaba verme quebrado, pero ya no podía mostrarle más. Estaba nuevamente encerrado dentro de mí, intentando mantenerme, controlarme, evitando liberar algo que me arruinara la vida.
Gotas descendieron.
Estoy seguro que él hubiese amado que fuera lagrimas rodando por mis mejillas, pero aquella vez, el cielo lloraba, observando como Devon empujaba dentro de mí una y una otra vez sin descanso.
ESTÁS LEYENDO
Frihed en prisión
Mystery / ThrillerHay personas libres con cárceles mentales y hay presos con imaginaciones que los liberan. Freiheit es libre, pero no se siente como tal. Es como si fuese un alma muy triste que va fingiendo todo a su paso. Tiene dos cosas muy en claro, nunca hace na...