Sten.
En una milésima de segundo todo cambia, es inevitable tomar las riendas del asunto. Cuando el cambio nos golpea, ya no podemos controlarlo, solo debemos dejarlo ser.
Fingiendo. Los dos hemos estado fingiendo desde el primer día. Ella cree poder conocerlo todo, ella sonríe entre los pasillos, se alegra al llegar al salón y se goza en medio de cada clase, pero hay algo, algo más, es en una ráfaga de segundos donde sus ojos no pueden mentir, donde sus cansados ojos llenos de brillo solo se detienen y es entonces cuando dejan ver aquel dolor, aquel rencor.
Después estoy yo, entre golpes, malas palabras y cientos de problemas, intento seguir convenciéndome de que ella no es aquella mujer de la cual él hablaba porque si es así, entonces ella solo ha entrado con un único propósito.
Se avecina un cambio, una dura realidad que la golpeara a ella, a mí o a todos. Habrá un inevitable suceso en el que tendremos que hablar con la verdad, un momento en el que ni el mejor farsante podrá salir ileso. Y es entonces, donde me preocupa no saber cuál será mi decisión, donde no sabré cual es el cambio que no podré controlar.
No le presto atención al hecho de que somos solo ella y yo en el salón de clase, antes agradezco ello y que ningún guardia se encuentre cerca. Frihed intenta volver a evitarme, dejando de apoyarse en el escritorio para salir, pero se lo impido. Está enojada porque le he insistido en que ella me haga saber qué siente, quiero saber porque una mujer como ella está realmente aquí, quiero saber sus intenciones que seguro van más allá de hacer un buen trabajo. Ella solo se enfoca en un tema, los sentimientos y así ignora mis demás preguntas, dice que es absurdo, me pide que entienda que algo entre nosotros no se puede dar, no aquí o quizá nunca.
—¿Por qué te empeñas en algo que nunca va a ser? —pregunta, enojada por sostenerla aun del antebrazo— Eres un recluso y yo solo soy una maestra de paso —me recuerda, pero yo paso eso por alto.
—Porque quiero que las cosas sean como me las has hecho imaginar, como yo lo he pensado, como lo he anhelado, incluso como lo he soñado.
Se suelta con brusquedad— Para. Esto es absurdo. —repite— Hay cosas más importantes en este momento que el resolver los estúpidos sentimientos.
—No, escúchame. Esto es lo que importa, esta es la única verdad y no debería ser difícil comprenderlo, entiende que cada prisionero solo se obsesiona con una cosa, la libertad, eso eres tú.
Frunce el ceño— Solo es una estúpida obsesión de un hombre que llevaba mucho sin una compañía diferente que no fuesen sus compañeros.
—No es tan insignificante, Frihed, entiéndelo. ¿Sería patético confesar lo mucho que quiero besarte? Quiero besarte debajo de la lluvia, con nuestros rostros empapados, con la ropa ciñéndose a nuestro cuerpo, quiero que la tormenta sea tan fuerte que yo pueda decirle a mi mejor amigo aquella historia en la que llovía mucho, pero nadie hacía daño aquella vez, éramos solo ella y yo, aferrándonos el uno al otro. Y sé que eso le haría muy feliz, porque él es así, arraiga su mente a los recuerdos, a los malos y a los buenos, a los suyos y a los de otros. ¿Entiendes que quiero algo que pueda ir mas allá de este momento, algo fuera de esta prisión? ¿Entiendes que algún día quiero poder contar una historia que tú y yo nunca imaginamos tener?
Me mira, todo le resulta irreal. Regresa y se vuelve a apoyar en el escritorio— ¿Quieres contarle una fantasía de amor? ¿Quieres contar novelas en prisión solo para no estar aburrido?
Me acerco, intentando guardar una distancia prudente— No, no quiero contarle una fantasía, quiero contarle lo que espero sea mi realidad. En serio quiero tenerte, tocarte, besarte, quiero que la vida gotee desde mi boca ante cada roce. Quiero que el tiempo se detenga cuando me robes el aliento porque así quizá posea más oportunidades para guardar en mi mente y experimentar en mi piel lo que es sentirse la persona más afortunada sobre la faz de la tierra mientras tú me estás llevando más allá de las estrellas.
Aprieta sus labios, sus ojos se cristalizan y traga un nudo dentro de ella— Te estás volviendo loco, Sten
—Probablemente. —confieso— Empecé a delirar desde que te vi por primera vez, y supe que nunca más recuperaría mi cordura aquella vez en la que probé tu piel. —se queda en silencio— Deja ya de fingir.
Me mata aceptar que ella es aquella mujer, me carcome la piel pensar que ella intente poner en riesgo la libertad y los privilegios de Claus, Tobi, Kraken, TB y Mowgli. Odiaría sentir que ella va a descubrir y denunciar lo que sucede cada que la famosa ventisca llega. Siento repulsión al pensar que todo ha sido mentira, que ella nunca se ha mostrado real y solo ha estado aquí fingiendo, buscando hundirnos más de lo que ya estamos.
Pero algo que no me puedo perdonar es que yo también inicié fingiendo, y un día, cuando mi corazón golpeó con fuerza contra mi pecho, ya nunca más pude saber si finjo mis sentimientos o realmente los siento. Eso es lo peor de todo, no saber si voy a tener que sacar del camino a alguien que me importa o solo voy a dejar hacer de las suyas a alguien que solo ha sido una ilusión, una dulce fantasía que me hace escapar de prisión.
Frihed recupera su postura y recorta la distancia. Su actitud ha cambiado notoriamente. Sus dedos vacilantes pasan frente a los costados de mi rostro sin tener un mínimo contacto con mi piel, pero ese espacio entre mi piel y la suya me hacen sentir un pequeño cosquilleo. Cierro los ojos cuando al fin siento su tacto cálido sobre mí. Su mano tiembla ligeramente al deslizar su dedo hasta mi barbilla para levantar mi cabeza y hacer que la mire. El corazón se me acelera gradualmente cuando su rostro empieza a acercarse al mío.
Su respiración roza mi piel y su cálido aliento golpea mi odio— Deja ya esa ilusión, Sten. —susurra, recuperando su postura— Si es necesario, estréllate ya con la realidad. Sabes porque estoy aquí, deja de fingir, deja de tratarme bien cuando solo quieres sacarme del camino por lo que sé.
—Te estoy siendo honesto, Frihed, me he cansado de esto, me he cansado de las mentiras y las maquinaciones. —su expresión es inescrutable— Deja ya eso, Frihed —le pido.
—No te engañes más, no te convenzas de que yo también puedo sentir algo por ti.
Siento el deseo de abrazarla y es lo que hago. Escondo mi rostro entre la curvatura entre su cuello y hombro, es un espacio ya familiar, uno que ya extrañaba— Entonces vete de aquí, Frihed, vete ya y no regreses. —le ruego— No quiero pensar en que tendría que hacerte daño.
Me aparta de ella— Haz lo que tengas que hacer. Solo hazlo, no te contengas por los sentimientos que te hacen creer que entre nosotros habrá algo. —hay dolor y odio en su mirada— Porque yo nunca saldría con un asesino como tú.
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Frihed en prisión
Mystery / ThrillerHay personas libres con cárceles mentales y hay presos con imaginaciones que los liberan. Freiheit es libre, pero no se siente como tal. Es como si fuese un alma muy triste que va fingiendo todo a su paso. Tiene dos cosas muy en claro, nunca hace na...