Capítulo 22.

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Freiheit.

Abril 9.

En las últimas semanas he estado pensando que necesito un tiempo. Un tiempo para alejarme de otros y acercarme más a mí.

Necesito renunciar. Me digo a mí misma mientras continúo llenando el formulario que el director de la prisión para mujeres me ha pedido. No entiendo porque quiere tantos datos míos, esto es abrumador. Además, odio estar aquí, odio estar en una misma habitación con ella, con esa que siempre me ha hecho saber lo mucho que me desprecia.

Me acomodo en el asiento y las veo a todas de reojo. Están todas a excepción de Irina. Al principio estuvimos haciendo una actividad, ahora cada una está tejiendo porque Selena realmente ama tejer. Desde entonces, dos de ella no han dejado de mirarme. La chica de las trenzas finalmente se decide a ponerse de pie y se acerca a mí.

Suspira, decidida a continuar— Necesito que hablemos. Irina necesita tu ayuda.

Alzo mi vista un poco hacia ella y me lo pienso. ¿La ha enviado a ella de mensajera? Pero entonces lo recuerdo.

—Tienes que dejar que hable de eso.

—¿Tú cuando hablaras? Ella lo hará cuando tú lo hagas.

Dejo de juguetear con mi pulgar sobre mi labio. Me acomodo en el asiento y le indico que tome una silla para que esté cómoda. Ella niega y solo me pasa un papel. La observo un momento, directo a los ojos antes de leer lo que ha escrito. Puedo notar que ella ha llorado, puedo notar que no puede ocultar el dolor, lo intenta, pero no lo logra. Es tan débil que no se puede tragar las lágrimas y decir con tranquilidad lo que sucede.

Desdoblo el papel con cuidado y leo lo escrito.

No me gusta hablar de ese día, no lo recuerdo todo con exactitud. Odio la adolescencia y lo que es madurar. Las demás dicen que me estoy haciendo un daño al intentar resguardarme en los recuerdos de mi niñez mientras dejo un enorme agujero de la etapa de mi adolescencia o solo finjo que esta nunca existió, pero lo cierto es que a mí me resulta un alivio, si finjo que nunca sucedió, entonces no voy a tener que aceptar que mi padre...

Doblo nuevamente el papel, ignorando el resto del contenido. Es mucho texto— Déjame ver si entiendo. Tu padre abusó de ti por casi toda tu adolescencia, tú lo asesinaste y ahora cada que alguien te recuerda eso o tu misma piensan en ello, pierdes la cordura y eso ocasiona problemas dentro de la celda, entonces, cuando los guardias deben ir a poner orden —miro a las reclusas— la que cree que necesita hacer el papel de madre, esa tal jefa, ella y las demás crean disturbios solo para que no te alejen a ti. —miro a Maddie— ¿Me equivoco u omito algo? —ella solo inclina la cabeza y yo suspiro.

Podré no tener la mejor actitud, pero desde que las he estado observando me he dado cuenta que el chisme ya se ha difundido. Ellas saben quién soy realmente. Además, saben perfectamente qué está pasando con Irina y ninguna ha tenido la valentía de ir a contarle todo al director. Tienen fachada de brabuconas, pero solo son mujer que no quieren alargar sus condenas o tener problemas de más.

—Bien. —le digo— Supongo que con esto me puedo tomar el derecho de decir que iras a hablar con el director, pedirle disculpas por las ultimas peleas que se han formado solo porque otras tratan de ocultarte y protegerte cuando claramente necesitas ayuda porque créeme que ese trauma no lo vas a poder superar tan fácil.

—Han dicho que tú vienes a hacer un buen trabajo. Acepto todo lo que el director pida, pero por favor, ayuda a Irina.

Me pongo de pie y camino frente al escritorio solo para sentarme sobre el borde del mismo— ¿Qué pasa con Irina? ¿Por qué no está aquí? Y, sobre todo, ¿por qué siempre llega tan golpeada?

Frihed en prisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora