Capítulo 31.

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Narrador omnisciente.

Tiempo atrás.

Diciembre 23.

Cosas como la navidad y el año nuevo son cosas que a veces no suelen permitir que los reclusos celebren, algunos podrían verse agobiados por pasar las fechas muy lejos de casa. Incluso, cuando se han dado pequeñas oportunidades para celebrar, los reclusos terminan arruinando las cosas, es como si necesitaran arruinar el perfecto día para que más adelante no se les haga difícil volver a sus miserables rutinas en prisión.

Samuel quería hacer algo diferente para sus seis estudiantes. Samuel no había entrado a prisión por ser un buen maestro, él solo había entrado siguiente el rastro de Aren, su viejo amigo, aquel que un día había echado de su vida. Con el tiempo Samuel se dejó acoger por los reclusos y fue cuando realmente adoptó su verdadero papel de maestro, no era solo alguien que los instruyera en ciertas materias, era también alguien que quería formarlos para una vida.

Aquel 23 de diciembre, Samuel organizo un pequeño festejo en el salón de clase, les llevo comida, bebidas y unos cuantos detalles, todo dentro de lo permitido. Estando en el salón se percató que Tobías aun no llegaba, supuso que había pedido permiso para la biblioteca pues el más joven siempre dejaba saberle el cariño que le tenía a la pintura y la lectura. Samuel le dijo a los cinco reclusos que continuaran allí, él regresaría en un rato. Los dejó a cargo de un oficial y fue hasta lo que conocía como biblioteca.

Deseó nunca haber visto aquello.

Tobías estaba detrás de una pila de libros, acomodando droga en un libro de matemáticas al cual habían rasgado sus hojas para hacer espacio.

Samuel empezó a descubrirlo todo desde aquella vez. Ellos no eran malos en matemáticas, de hecho, después de tantos repasos y mirar esos libros se habían vuelto muy expertos en las formulas, pero seguían fingiendo solo porque los libros de matemáticas solían ser los más gruesos, los más grandes y, sobre todo, los más aburridos para muchos lo que conllevaba a que nadie hurgara en ellos.

Pensó por pocos días en dejar el programa, pero no se sintió capaz. Él les había tomado aprecio a aquellos que llamaban lo que la sociedad ya no quería. Samuel sentía que a veces él era ellos, que las personas en su casa hubiesen podido ser ellos, solo que Samuel, Penny, Madsen y Freiheit tuvieron a alguien que apostó por ellos y quiso ayudarlos.

¿Qué hay detrás de toda esta farsa? ¿Mowgli realmente arriesgaría su libertad por algo simple?

Aquello lo animó a averiguar todo lo que sucedía y si era posible, quería ayudarlos. No se iba a creer eso de que hacían cosas malas solo para pasar el rato. TB y Sten no se arriesgarían a perder sus posibles libertades condicionales, Mowgli no haría nada que lo separara por más tiempo de su familia, Tobías no se veía con el ánimo de hacer aquello, Kraken y Claus solo querían cumplir sus eternas condenas en paz. Sí, había algo que los oprimía y Samuel ya había tomado la decisión de intentar liberarlos.

Samuel confiaba en ellos.


Marzo 22.

Largas semanas de ser un cuidadoso observador al fin habían dado frutos. Samuel sabía qué clase de preguntas hacer y cuáles no, sabia en dónde ubicarse para escuchar y ver lo que necesitaba.

Durante las semanas trascurridas empezó a entender todo el tema de la ventisca. La modalidad de entrega la habían cambiado con él. Antes solían hacerlo sin la necesidad de tomar clases, pero cuando los buenos libros empezaron a faltar, Claus y Kraken propusieron el tomar clases para tener más acceso a libros y así mismo, pasar más tiempo alejados de las celdas.

Frihed en prisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora