La fortaleza del lobo.

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***14 años atras***

- ¡Es asqueroso! No me gusta como huele.

- Cariño, se que es molesto pero debes hacerlo.

- Ya estoy cansado.- Resoplo.- Siento que quiero vomitar.

- Eso es debido a la cantidad de olores que has olfateado.

- Ya no quiero hacerlo.

- Mi amor...- El omega acarició el pelo de su hijo.- Eres un rastreador, naciste bajo el linaje de los cazadores, tu olfato es más poderoso que el de cualquier lobo.- Lo sentó en sus piernas.- Cómo rastreadores debemos percibir y reconocer cada aroma...- Hizo una mueca.- Incluso el más desagradable, porque por medio a esto podemos incluso a ayudar a los demás.

- ¿Yo también soy un cazador?

- Así es...- Sonrió.- Mi Zhan Zhan es un cazador.

- ¿Mi papá también fue un rastreador?

- Lo fue...fue el mejor.

- Yo puedo percibir aromas...- El pequeño frunció los labios.- Incluso aromas que los demas no pueden así que no necesito hacer esto mami.- Cubrió su nariz.- En verdad es molesto.

- Se que es molesto, pero algún día me darás la razón y me agradecerás por haberte entrenado.

- Mami...- Se quedó pensativo.

- ¿Si?

- ¿También me enseñaras a ocultar mi aroma?

- Eso es lo más importante que debes aprender, como rastreador debemos ser sigilosos, no podemos alertar a nuestra presa y  enemigos de nuestra presencia.- Besó su frente.- Creeme, todo lo que mamá te enseña te será útil en el futuro, de seguro me agradecerás.

***Regresando a la actualidad***

Camuflajeado por la oscuridad de la noche y sentado sobre el frío tejado Xiao Zhan observaba atentamente el ventanal que le brindaba una clara vista de aquella oscura habitación donde un joven parecía dormir pacíficamente sobre una amplia cama.

Se había prometido a sí mismo que aquella tarde sólo se quedaría un breve momento allí, escondido entre las rocas, acompañando al solitario licantropo que veía la puesta del sol. Solo un poco, un poco más se decía a sí mismo mientras el tiempo avanzaba hasta volverse minutos y luego horas.

Se quedó oculto en aquel lugar, recostado de la enorme piedra a su espalda, en silencio, aspirando aquel aroma que poco a poco lo embriagaba, un aroma que lo invitaba a salir de su escondite, correr hacia esa persona y aferrarse a ella.

Un breve momento que se extendió convirtiéndose en una promesa fallida, cuando sus pasos empezaron a seguir de forma sigilosa y a distancia a Wang Yibo quién regresaba a casa en medio de la noche.

La luna que brillaba divinamente sobre el firmamento observó a estas dos almas tristes las cuales caminaban lentamente dejando su rastro sobre la fría arena, dos almas que habían sido enlazadas por la venganza...y el destino.

Como si se encontrara en un trance Xiao Zhan siguió los pasos de Wang Yibo, observando atentamente su amplia espalda y pisando sus huellas. Lo acompañó en secreto, lo observó tomar un sencillo sandwich de jamón como su cena y lo vio meterse a la cama y acurrucarse en ella para dormir profundamente.

Ahora más que nunca agradecía las enseñanzas de su madre, agradecía haber nacido bajo el linaje de los cazadores, ser un rastreador ahora no parecía tan inútil, debido a ello había podido volver a encontrar a esta persona, a aquel licantropo que sin imaginarselo era a quien más ansiaba ver.

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