🔥 Escena.🔥

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El día al fin había terminado y con ello, el trabajo de Yoongi, éste tenía prisa por llegar a casa y mostrarle a Jimin lo que había encontrado en las minas, pues estaba seguro que con aquella perla preciosa, podrían comprar mucha comida y algunas cosas necesarias para la vieja casa. Nuevamente Yoongi caminaba por las cayes del reino con su rostro completamente cubierto, él sentía que era necesario hacer eso, también pensaba que así, el emperador jamás se daría cuenta que había existido un chico con la edad para ir al castillo y jamás fue. Siempre solía hacer una parada en un callejón oscuros y después de unos minutos, volvía a salir.

Yoongi al fin llegó a su casa donde Jimin lo estaba esperando con un gran abrazo y una comida deliciosa. Hace algunos años, Jin le había enseñado a Jimin a realizar espectaculares platillos, pues él aseguraba que en el castillo era necesario satisfacer al emperador con comidas propias, pero Yoongi seguía asegurando, que Jimin jamás iría a esa terrorífico lugar.

—Lo mejor del día es cuando se termina —comentó Yoongi probando la comida—. Esto está delicioso.

—Jin es muy bueno enseñando. —musitó Jimin.

—Estoy muy cansado, hoy caeré como una piedra. —anunció— por cierto, mañana debo mostrarte algo que traje.

Yoongi terminó de comer, se dió una ducha y luego se adentro en su pequeña cama dispuesto a conciliar el sueño, pero un ruido extraño hizo que abriera nuevamente sus ojos, quedando estupefacto ante la hermosa obra de arte que tenía junto a él. Jimin, ahora se encontraba completamente desnudo ante los hambrientos ojos de Yoongi, quién empezaba a sentir como su amigo se despertaba poco a poco al recorrer con la mirada, la perfecta figura de su novio.

—¿Seguro que estás cansado? —preguntó en un susurro, mientras se acercaba poco a poco hasta quedar encima del cuerpo de Yoongi.

—Creo que ya no. —susurró con aquella sonrisa que solo aparecía cuando iban a estar juntos.

Yoongi empezó a aprovecharse de los rojos e hinchados labios de Jimin, mientras éste quitaba su ropa desesperadamente dejándolo completamente desnudo al igual que él. Jimin, se acomodó encima de su regazo tomando el miembro erecto de Yoongi con su mano derecha, dirigiéndolo a su entrada, éste empezó a meterlo poco a poco hasta quedar completamente adentro, seguido a eso, Jimin comenzó a moverse lentamente haciendo sufrir a Yoongi.

Poco a poco, Jimin aumentaba su velocidad haciendo que Yoongi soltara suaves jadeos mientras se aferraba su estrecha cintura, obligándolo a moverse más rápido. No pasó mucho tiempo, para que el menor se encontrara saltando con rapidez y fuerza encima del miembro del castaño.

—Me encantas, me encanta todo de ti. —murmuró Yoongi cerca del oído de Jimin.

—Y tú a mí más. —confesó.

En un movimiento rápido, ya se encontraba Yoongi encima del cuerpo de Jimin penetrándolo con fuerza, la habitación se llenó con los gemidos escandalosos de Jimin quién pedía a gritos ser poseído por su amado.

—Y-ya no aguanto más ¡Ah! ¡Yoongi! —gritó Jimin sintiendo como el líquido blanquecino empezaba a salir.

—Solo un poco más. —gruñó Yoongi viniendose dentro de Jimin.

La noche se había convertido en una candente, llena de deseo, lujuria y pasión. Los minutos seguían pasando, Yoongi y Jimin seguían en lo suyo, hasta que la puerta principal sonó, interrumpiendo su preciado momento. Jimin fue el primero en levantarse y mirar por la ventana de quién se trataba, temiendo que fuera el emperador o uno de sus soldados, pero sus nervios se alejaron cuando vio que era uno de sus vecinos.

—Señor Lee ¿A qué debo el honor de su visita? —preguntó Jimin con una pequeña sonrisa, sosteniendo una sábana en su cuerpo.

—¡¿Se han dado cuenta de la hora que es?! —gritó el viejo—. Algunos tenemos que trabajar mañana y sus asquerosos sonidos, no me permiten conciliar el sueño.

—Lo lamentamos, no fue nuestra intención. —dijo Yoongi interrumpiendo la conversación, en ese momento, el rostro del anciano palideció.

—L-lo lamento joven Min. —se disculpó arrodillándose frente a Yoongi y Jimin— perdóneme por favor, no sabía que se trataba de usted, no volverá a pasar. —seguido a eso, el anciano tomó rumbo hacia su casa.

—Eso fue extraño. —comentó Jimin.

—Extraño no es la palabra ¿Por qué me confundiría con el emperador?


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