Hipocresía.

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Min seguía observando con curiosidad aquel juguete y un nuevo recuerdo se le vino a la mente. Una noche, su madre le había confesado el delito que había cometido de abandonar a su otro hijo, aquel que era idéntico a él, con su mismo nombre y misma cicatriz, Min estaba feliz, porque sabía que aquel chico que durante años había sido como su hermano, realmente lo era y con más razón merecía tener un buen puesto en el palacio, incluso sería capaz de abandonar el puesto de emperador para darse a su hermano.

Min ya estaba decidido, esa misma noche cogió su caballo y salió rumbo a la casa de Yoongi, pero lo que vio, le rompió el corazón en mil pedazos; Yoongi estaba encima de Jimin metiéndose en su interior con fuerza y necesidad, el castaño soltaba leves gemidos de placer mientras se dejaba poseer por el peli negro. En ese momento Min entendió todo, Yoongi nunca le había dicho la verdad y se había quedado con el amor de Jimin, amor que le pertenecía a él. Ese día nació el día de la cacería donde sacaría su dolor con los chicos del reino, hasta que fuera hora de recuperar lo que le pertenecía.

Un sonido agudo hizo despertar a Min de sus recuerdos y rápidamente alzó su espada, quedando a la altura del cuello de Yoongi y la espada de Yoongi, a la altura del cuello de Min. Ambos se miraron por unos segundos, eran completamente iguales, como si uno de ellos se estuviera mirando en un espejo y el otro fuera el reflejo, pero no era así, ambos eran reales, jodidamente reales e iguales.

—Es un placer volver a verte, hermanito. —dijo Yoongi asiendo énfasis en la última palabra.

—Me gustaría decir lo mismo, traidor. —atacó Min bajando la espada al igual que Yoongi.

—Tú te quedaste con mi palacio, sabías muy bien que era mucho mejor que tú y como tal me pertenecía. —contraatacó Yoongi— mataste a mis padres, era normal que quisiera vengarme de ti.

—Yo estaba dispuesto a dejarlo todo por ti y Jimin, además, lo de tus supuestos padres no fue algo que yo quisiera, era una ley impuesta en el reino. —suspiró— nada podía hacer.

—¡Mientes! ¡Tú eres el emperador y puedes quitar y poner las reglas! —gritó Yoongi sintiendo un nudo en su garganta.

—¡Deja de crecer que un emperador es un Dios! Soy una persona como tú o como Jimin, ordenado por superiores. —exclamó Min— dime Yoongi ¿Por qué no le dijiste la verdad a Jimin?

—¿De qué verdad están hablando?

Ambos chico miraron a Jimin, quién estaba semi desnudo y adormilado, pues Min le había dado algo para que no se opusiera cuando quisiera hacerlo suyo. Jimin seguía parado allí esperando una respuesta, pero ninguno decía nada, hasta que Min rompió el silencio ordenando a Yoongi que dijera la verdad, pero éste seguía haciéndose el tonto, como si no supiera de lo que Min le estaba hablando.

—¡Dile que fui yo el que lo conquistó! Que su amor me pertenecía a mí, porque yo si lo amaba de verdad y tú solo estabas por una competencia. —confesó Min haciendo que Jimin abriera sus ojos completamente.

—¿Eso es verdad Yoongi? —preguntó con sus manos temblorosas.

—Claro que no, solo está tratando de ponerte en mi contra.

—No le creas. —suplicó Min.

—Yoongi es mi novio, no tendría por qué mentirme.


Alguien que le pegue un palazo a Jimin.

Gracias por leer.

Quien quiera ser etiquetado en el los próximos capítulos, diga YO.

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Reinos Unidos. 𝕷𝖔𝖘 𝖌𝖊𝖒𝖊𝖑𝖔𝖘 𝕸𝖎𝖓 𝖄𝖔𝖔𝖓𝖌𝖎. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora