Entre cartas, una semana pasó. Los escritos que compartían habían aumentado considerablemente, pues, para sorpresa de Izuku, cuando le traían las cartas, habían más de una, del mismo remitente. Todas eran con motivo de tener mucha más cercanía entre ambos, por lo tanto, se enviaban a lo menos tres cartas en un día.
Descubrió que el proclamado Kei, odiaba los días lluviosos, a pesar de que a él le encantaban. Decía que cuando había lluvia, no podía salir al exterior con tranquilidad. También que no sólo tocaba el piano, si no que del mismo modo, la flauta traversa. Supo que aquel chico tenía bastantes ídolos escritores de otros países, donde destacaban Charles Dickens, las hermanas Brontë y Edgar Allan Poe. Definitivamente el último era su favorito. Amaba demasiado su escritura, su narración y cada situación creada por esa mente maestra.
Kei también escribía poesía, por lo tanto pudo entender el origen de tales letras que estaban inundando su corazón.
Sin duda alguna, Izuku podría enlazar su corazón con él. Le gustaba mucho la forma en que daba su amor a través de palabras, de forma tan pura y educada. Sin dejarle razón para no responder.
Pero ahí estaba Katsuki.
Impidiendo que pudiera pensar siquiera en alguien que no sea él.
En sus ojos rubí, tan intensos y examinantes. En su cabello rubio, rebelde y sin sometimiento alguno por el orden. En su rostro altanero y hermoso, sin ninguna imperfección. En su contextura —en la que, bastante sonrojado, tendía a pensar continuamente—, viéndose tan elegante con esos trajes, y tan casual con la manía de solo usar pantalón y camisa medio abierta.
Era triste para Kei, eso pensaba Izuku.
Que mientras Katsuki existiera, no podría desviar sus ojos a otra persona.
Por más que lo quisiera, no podría.
Aunque en ese momento, si que podía decirse que no estaba pensando en el dueño de su corazón o su amigo por correspondencia, ya que era el día de su baile, y su madre había insistido en que Momo Yaoyorozu llevara unos cuantos atuendos perfectos para ese día.
—Levanta tu cabeza, Izu —dijo la chica, midiendo con su cinta—. Cinco. De acuerdo. Puedes sentarte.
Momo vio con diversión como Izuku se sentaba desganado en el sillón de tapiz.
—No quiero que toda la gente venga aquí —farfulló, escondiéndo su rostro entre sus manos—. La mayoría ni siquiera la conozco.
—Izuku, Izuku. Tienes que ser un poco más abierto con tus posibilidades de conocer personas —murmuró la pelinegra, tomando un par de alfileres para atravesar la tela con ellos. Seguro iba a necesitar un par de agujas de distinto tamaño. No podría hacer los bordados solo con una—. Las fiestas de los nobles son muy importantes, ya que en estos lugares se pueden firmar nuevos acuerdos y hacer amistad con otras empresas crecientes. Tu baile de cumpleaños será una gran oportunidad para Katsuki. Escuché que estaba buscando algunos socios más. Le servirá mucho esto.
—Lo sé, por ello no me he quejado públicamente —habló Izuku, suspirando. Pero pronto, un recordatorio pasó por su mente. Algo que le hizo sentir en toda su positividad.
Momo, quién lo observaba de reojo, de sorprendió ante una nueva sonrisa del chico.
—Que cambio de ánimo tan notable, Izu. ¿A qué se debe?
Estaba dudando si decirle, después de todo, nadie sabía. Aunque, ¿Cuando Momo había faltado a su palabra de guardar silencio? Nunca. Siempre era una tumba con respecto a los secretos.
—Promete que no le dirás a nadie —condicionó.
—Claro que no le diré a nadie.
—Ni siquiera a Shoto.
Vale, ahí había un problema, pero podria hacer el esfuerzo de no decirle.
—Ni siquiera a Shoto —repitió, bastante segura.
Izuku sonrió ladino. —He estado... Um... Hablando con alguien a través de cartas y, bueno, prometió que vendría. Aunque claro, no se quién podría ser. Tengo curiosidad al respecto...
—¿Hablando con alguien? ¿Es que acaso estás teniendo un romance por carta como el de Mil noches en tus letras?
—No tan... así. Dice que está enamorado de mi y que me conoce desde hace mucho, pero no tengo idea de quién es.
—Alto ahí. —Momo lo señaló con su dedo índice, sorprendida—. ¿Enamorado? ¿Es un chico?
Para sorpresa de la modista, Izuku asintió perezosamente. Casi con miedo. Tal vez con desgana. ¿Y vergüenza?
Soltó una carcajada.
—Va, tampoco es tan sorprendente —dijo, en intento de que él no se sintiera incómodo—. Shoto y yo lo sospechábamos, pero no estábamos seguros. Bueno, él está segurísimo de que te gusta Katsuki Bakugo, pero yo le dije que... ¿Izuku?
Se paró a verlo y definitivamente estaba avergonzado hasta más ni poder. El rojo de sus mejillas se había extendido por todo el rostro y miraba hacia otro lado, demasiado atribulado como para poder observar a la chica que, incrédula, entendió lo que quería decir.
—¿Sí te gusta Katsuki?
Tímidamente, asintió.
—No lo puedo creer. —Las ganas de soltar otra risita por lo ciega que había estado solo se vieron opacadas debido a la incomodidad del pecoso—. Parece que perdí una puesta. Demonios, ahora tendré que pagarle a Shoto.
—¡¿Por qué hacen una apuesta con este tema tan delicado?! —reclamó aún más sonrojado.
La respuesta fue simple:
—Estábamos aburridos, pues.
—¡¿Es en serio? ¡Son terribles!
—También apostamos sobre quién daría su primer beso. Tú o él. Aunque en esa gané yo, porque aposté que Shoto daría su primer beso y minutos después lo besé. Ya sabes, soy una mujer de estrategia.
—Los odio, no hagan eso nunca más —masculló, escondiéndo su rostro entre sus manos.
Una risita se escapó accidentalmente de la chica, pero luego volvió a su seriedad.
—Hablando con tranquilidad, me hace bastante feliz ver qué por fin te estás aceptando tal y como eres. Izu. Te he visto rehuyendo de tu corazón bastantes veces y me hace sentir orgullosa que no sufras por pensar que lo que sientes está mal.
—Pero no se lo digas a nadie —susurró—. No todos pensarán igual que tú. Y no quiero arriesgarme a nada. Estoy bien así. De verdad.
Momo lo escrutó con la mirada y asintió.
—No te preocupes. No pensaría romper una promesa tan importante. Ahora, deja esa cara larga y ven a probarte todos estos trajes recién ajustados, porque hoy destacarás más que nadie, cumpleañero.
Izuku asintió y fue con ella, mientras que Katsuki, al otro lado de la mansión se debatía el hecho de presentarse tanto como Katsuki Bakugo y como Kei, el enamorado de Deku.
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Letras Entrelazadas (Katsudeku)
Fanfiction1896. En un tiempo donde jamás se aceptaría algo como la homosexualidad, una carta llega a Izuku. No dice nombre o dirección del remitente. No le da indicios o una pista para saber quién la envió. Solo sabe que esa persona es un chico, y ese chico e...