Capítulo 19

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Chic@s, olvide decirles que después de este capítulo se viene el final de esta historia.😢
Ya sin más los dejo leer. Espero les guste el cap😊





El lunes por la noche Jimin lloró en la cama hasta que se quedó dormido. Echaba de menos a Jungkook, su calor, las caricias y al hombre en sí. Pero sabía que era hora de continuar con su vida. Sólo le hubiera gustado que se lo hubiera dicho él en lugar de Ha-neul.

El martes Jimin deshizo las maletas y visitó a su vecina. Sacó a Eun-na a pasear por el parque y la observó mirando las hojas de los árboles  que se mecían al viento.
Entonces recordó el jardín de Jungkook. En aquel parque no había flores para que jugara la bebé. Pero la hierba estaba verde, el cielo azul y la brisa cálida y agradable.

Le dolía el corazón. Sabía que olvidaría a Jungkook, quizá para cuando cumpliera cien años, pero de momento su vida se le antojaba vacía y estéril sin él.

El miércoles Jimin dejó a Eun-na con la señora Yun-hwa y tomó un autobús hasta la librería. Le preguntó al encargado si había algún puesto vacante y cuando él le ofreció su antiguo empleo, lo aceptó. No quería pasar tiempo lejos de Eun-na, pero había llegado el momento de prepararse para el futuro. Lo que había ahorrado durante los últimos meses no iba a durarle toda la vida. Además, quería reservarlo por si se le presentaba alguna emergencia. Al menos pensó que podría arreglárselas con un empleo y esperó no tener que volver a trabajar en el café por las noches también.

Jungkook no tenía la obligación de mantenerlos a partir de ese momento. Una vez llevado a cabo el divorcio, todos los vínculos se romperían.

Jimin recogió a Eun-na después de la siesta y sólo se quedó un momento a charlar con Yun-hwa pues tenía ganas de llegar a casa.

La señora Yun-hwa había accedido a cuidar de Eun-na  mientras Jimin trabajara y a él le parecía algo estupendo. La señora Yun-hwa conocía a Eun-na desde su nacimiento y Jimin sabía que la mujer la cuidaría muy bien.

—A partir de ahora verás mucho a la señora Yun-hwa —dijo Jimin con un hilo de voz mientras bajaba las escaleras.

Al darse cuenta de que no iba a ver a Eun-na tanto como antes se le hizo un nudo en la garganta.

Al llegar a su piso se paró en seco. Jungkook estaba allí, apoyado contra la pared junto a su puerta.

—¿Dónde diablos has estado?—rugió.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó, sorprendido de verlo.

Su apariencia lo asombró. Vestía un traje impecable, pero la expresión de cansancio de su rostro no pasaba desapercibida.

—Me doy cuenta de que Yong no te caía demasiado bien y por eso te agradezco que fueras al funeral. Pero podrías haber esperado un par de días antes de desaparecer. Sé que nuestro trato consistía en fingir ser una pareja feliz hasta que él muriera, pero no creo que tuvieras que marcharte tan pronto.

Al oír la voz de Jungkook , Eun-na  volvió la cabeza; sonrió y le echó los brazos.
Jimin deseaba decirle que no le hubiera hecho falta marcharse si él le hubiera dado alguna señal de que quería que se quedara. Pero en vez de eso se había puesto a hablar de boda con Ha-neul.

Jungkook sacó a la niña del carro y la levantó en brazos. Eun-na estaba encantada de verlo; estiró un bracito y le agarró de la corbata.

—No había motivo para alargar más las cosas —dijo Jimin.

Jimin abrió la puerta y él lo siguió adentro.

—No fuimos a nuestra cita del sábado con la agencia de veleros —dijo Jungkook después de cerrar la puerta.

—Dios mío, Jungkook. Tu abuelo acababa de morir y desde luego no creo que fuera el momento de ir a comprar un barco.

Jungkook colocó a Eun-na en la silla y miró a su alrededor. Fue hacia el sofá, se quitó la americana y se sentó.

—Yo tampoco, por eso cancelé la cita y he concertado otra para el sábado que viene. ¿Estás libre este sábado?

Jimin lo miró. ¿Quería Jungkook que lo acompañara a mirar barcos de vela? Muy despacio, medio aturdido, fue hacia una silla, se sentó y colocó a Eun-na entre ellos en el suelo. La bebé miró a Jungkook y sonrió.

—¿Y qué pasa con Yang Mi? —preguntó Jimin.

—¿Qué pasa con ella?

Se recostó sobre el respaldo y cerró los ojos.

—No te duermas —lo avisó.

Jungkook sonrió tristemente, pero no abrió los ojos.

—No lo haré; al menos intentaré no hacerlo. Pero esta es la primera vez que me relajo desde que la enfermera me despertó el sábado por la mañana.

—Sé que lo echarás de menos —dijo con suavidad.

—Por muchos fallos que tuviera era mi abuelo.

Jungkook se quedó tanto rato callado que Jimin se preguntó si se habría dormido.

—Él te quería mucho, pero le gustaba mandar. Se parecen mucho, por eso chocaban tanto de mayores.

Al oír eso Jungkook abrió los ojos.

—Sí, me gusta mandar. ¿Te molesta?
Se encogió de hombros, levantó la cabeza y lo miró. ¿Para qué habría pasado por allí?
¿Sería para hablar del divorcio? ¿No lo podrían haber hecho sus abogados por él? Lo miró y se le derritió el corazón. Deseaba abrazarlo y que él lo abrazara también.

Padre Por Acuerdo KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora