Capítulo 7

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¡No lo dirás en serio! —dijo segundos después, al ver que Jungkook tiraba de el hacia su dormitorio. A Jimin le dio un vuelco el corazón sólo de pensar en ello. Se fijó en sus anchas espaldas, en sus negros cabellos y en el gesto que se formaba alrededor de sus ojos cuando sonreía, y el corazón empezó a latirle a toda pastilla. ¿Compartir el
dormitorio con él?

Estamos casados —dijo con picardía—. Llevamos más de cuatro meses casados.

Jimin tragó saliva, consciente de lo cerca que estaba de el, del calor de su cuerpo que parecía cautivado. Le llegó el aroma de su colonia y su suave y limpio olor corporal. Una extraña excitación empezó a recorrerlo de arriba abajo y se dio cuenta de que no había experimentado esa mareante sensación desde los lejanos días en la playa.

Jungkook —dio un paso atrás, como si la distancia pudiera ayudarlo—. Piénsatelo. No hemos estado juntos más de un par de horas en total y esto no es un matrimonio de verdad.

Es real.

Sé que es legal, pero no es un matrimonio «de verdad».

Se llevó la mano al estómago para ver si podía calmar aquel nerviosismo. No podía ser cierto que quisiera dormir con el.

¿Has deseado alguna vez que lo fuera?—le preguntó, acercándose a el
peligrosamente.

Por una parte no sabía qué decir, pero por otra se imaginó cómo se sentiría si él lo besara y lo abrazara con fuerza. ¿Cómo serían sus manos? ¿Tiernas o exigentes? ¿Tendría los labios cálidos o fríos? Imaginó que su cuerpo sería fuerte y firme, y esos pensamientos alimentaron las repentinas sensaciones que empezaban a embargarlo.

Jungkook, no.

Relájate, Jimin, no voy a saltar sobre ti sólo porque estemos en la intimidad de mi dormitorio.

El tragó saliva.

Entonces, apártate.

Él sonrió; había un brillo de picardía en sus ojos.

¿Tienes miedo? —preguntó en su susurró, sin mover un músculo.
Al instante Jimin supo que no lo tenía. Jamás le haría daño intencionadamente.
Aunque en muchas cosas fuera inflexible, le había visto soportar a su madre después de escuchar los hirientes comentarios que había hecho durante la cena. Y amaba a su abuelo, a pesar de las maquinaciones que había puesto en marcha. Jungkook era demasiado hombre como para hacerle daño a alguien menos fuerte que él.

No, no tengo miedo.

De él al menos no. Pero Jimin temía por los sentimientos que empezaban a brotar dentro de el. La tentación fue demasiado fuerte cuando lo miró con aquella sonrisa de complicidad. Sus dedos deseaban recorrer el contorno de su rostro y sentir la textura de sus cabellos. Su cuerpo anhelaba sentir la excitación de ser abrazado por un cuerpo masculino. Sus labios casi le dolían de lo mucho que deseaban ser besados.

No podemos dormir juntos —repitió, con desesperación.

Con decirlo no logró disipar las imágenes que bailaban en su imaginación; imágenes de los dos besándose, abrazándose, sus cuerpos enredados entre las sábanas.

Jungkook se echó a reír y se apartó, quitándose la americana.

¿Entonces dónde sugieres que durmamos?

Abrió el enorme ropero y colgó la chaqueta en una percha. Se quitó la corbata y la colocó en el corbatero. Cuando empezó a desabotonarse la camisa se volvió a mirarlo.

Padre Por Acuerdo KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora