Capítulo 2

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Jimin se despertó la mañana siguiente  cuando sonó el despertador. Se arrastró de la cama y se vistió a toda velocidad.
Mientras intentaba arreglarse un poco, se sevillana el cabello, se pregunto si alguna vez recuperaría su brillo de siempre. Lo tenía lacio y mate. Se maquilló un poco, intentando en vano ocultar las enormes ojeras. Tenía las mejillas regordetas los ojos enrojecidos por el cansancio. Sonrió y recordó lo de la noche anterior.
Le hacía gracia pensar que Jeon Jungkook  heredero de una inmensa fortuna, quisiera casarse con alguien como él.

Jimin se preparó unos sereales para el desayuno y se los comió despacio y distraído, pensando en si debería o no aceptar la proposición. Él le daría dinero a montones y así podría vivir en un bonito apartamento, con un jardín para poder sacar al bebé en verano.
Ya no tendría que trabajar en la librería por las mañanas, ni ir a clases por las tardes ni estar detrás de la barra por las noches. Se podría dar la gran vida, aparte de cuidar a su bebé. Los ojos se le llenaron de lágrimas porque sabía que todo aquello no eran más que sueños.
Echaba de menos a Jackson. Él habría estado tan contento, esperando la llegada del bebé. No podía creer que se hubiera marchado para siempre y que no fuera a volver a verlo. ¡Era tan bueno! Pero la conversación que había tenido con Chul la noche anterior le rondaba los pensamientos. Se había amado, ¿pero habían estado enamorados?
Eran dos huérfanos que se habían juntado por intereses comunes. Fue Jackson el que que lo convenció para que volviera a estudiar.
Jackson ganaba lo suficiente para cubrir gastos y Jimin trabajaba media jornada en la librería, y eso le daba bastante para pagarse los estudios. Todo había ido bien hasta que aquel camión sin frenos le había dado un golpe al coche de Jackson. Si la compañía hubiera revisado el camión el accidente no habría ocurrido.
Pero no podía dar marcha atrás ni tampoco saber lo que le separaba el futuro. Levantó la cabeza, olvidándose del sueño con resolución. Era  hora de ponerse a trabajar. A partir del día siguiente las cosas iban a cambiar un poco. Podría echarse una siesta por las tardes en vez de ir a clases. Eso quizá lo ayudará a disminuir la hinchazón de las piernas.

Al terminar la ronda de trabajo en el café, Jimin se alegró de no haber dado crédito a las palabras de Jungkook, aunque no podía negar que estaba algo decepcionado. Él no había aparecido como había prometido. Por un instante, sólo un instante, había esperado que la oferta fuera sincera. Pero sabía que nadie le regalaba a uno nada y su proposición le había soñado demasiado buena para ser verdad. De nada servía fantasear a soñar; la cruda realidad era que tenía que seguir con los dos trabajos e intentar ahorrar todo lo posible. Pasado un mes no podría trabajar.  Necesitaba conseguir unos ahorrillos.

A la noche siguiente cuando el café estaba lleno. Jeon Jungkook entro en el local tan campante. Al entrar se quedó un momento en la puerta, sorprendido por el bullicio. Lo cierto es que había sido tonto de pensar que el café estaría vacío a la hora de la cena. Echo un rápido vistazo por el local y cuando localizó a Jimin se abrió paso entre la gente y las masas hasta que sencillo a su lado. A Jimin casi se le caen los platos al verlo. Él lo miro y se dio cuenta de lo cansado que parecía y de la torpeza de sus movimientos.

_¿Podemos hablar?_pregunto, echando una mirada a su alrededor.
Había una sola mesa vacía junto a las puertas de vaiven que llevaban a la cocina. Fruncido el ceño porque sabía que no había calculado bien la hora, pero estaba demasiado impaciente para esperar.

_Ahora estoy trabajando.
Paso delante de el se dirigió hasta una mesa. Colocó los platos cuidadosamente sobre la mesa y sonrió, preguntándole a los clientes si deseaban algo más. Ellos le dijeron que no con un gesto de la cabeza, Jimin se volvió y entonces chocó con Jungkook. Echo las manos hacía adelante para agarrarlo y que no callera. Él estuvo apuntó de robarle el mentón. Un suave aroma a rosas perfumo el ambiente. ¿El perfume de Jimin? Por un instante le asombró la fragilidad de su compleccion; en realidad no era más que su embarazo lo que lo hacía parecer tan grande.

Padre Por Acuerdo KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora