Prólogo

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—¡Katsuki!—al contestar la llamada agradeció infinitamente que el altavoz de su auto estuviera algo bajo de lo usual, de esa manera los gritos de su madre no le rompieron sus pobres tímpanos

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—¡Katsuki!—al contestar la llamada agradeció infinitamente que el altavoz de su auto estuviera algo bajo de lo usual, de esa manera los gritos de su madre no le rompieron sus pobres tímpanos.

—¡Por un demonio ahora que quieres!

—¿¡Cómo está eso de que te escapas de las juntas!?

—¡No me interesan esas mierdas!

—¡Eijiro no siempre va a estar ahí para cubrirte, debes ser más responsable, es tu compañía por el amor de Dios!

—Tch— del otro lado de la línea la mujer suelta un suspiro cansado.

—Por algo le dije a Masaru que ni se moleste en conseguirte novia—susurra para hacerle creer a su hijo que no quería que escuchara eso último.

—No la necesito, joder.

—¿Qué hice para dar a luz a un mocoso rebelde como tú?— se pellizca el puente de la nariz.

—Coger con el viejo

—¡NO ME TENÍAS QUE RESPONDER! ¡Y DEJA DE DECIR ESE TIPO DE COSAS CON ESE MALDITO VOCABULARIO!—

—¡ME IMPORTA UN CARAJO, AHORA DÉJAME CONDUCIR!—finalizó la llamada, evitando que ella le contestara.

Menudo día estaba teniendo, no quería asistir a la junta debido a que la compañía rival iba a estar presente, incluyendo a ese tipo que tanto odiaba. Por eso no había estado asistiendo desde hace poco, Kirishima lo ha estado cubriendo, tal como lo dijo su progenitora, esta vez con la excusa de que estaba ocupado con un negocio que se le presentó a último minuto.

Claro eran puras mentiras, pero ¿por qué debía permitirse mentir para tener descansos? si en teoría él es el CEO de la compañía. 

Bueno, mejor no pensaría en eso ahora.

El día estaba un poco nublado, eso no ayudaba mucho para cambiar su humor. Estaba ya cansado de que esa semana no le estuviera saliendo como quisiera. Veía a la gente pasar mientras el semáforo señalaba que debía esperar, entre ellas vio a un hombre de edad avanzada con una maleta de trabajo en mano. Lo que le llamó la atención es el destello dorado que relucía en su dedo anular. Se preguntaba, como se le habrá hecho fácil aguantar una persona, por quizá, muchos años de matrimonio. Hoy en día la gente casi no aguantaba estar casados, la mayoría de la población estaba casi divorciado o permanentemente soltero, eso le quitaba las ganas de siquiera intentarlo.

Cuando terminó de cruzar ese hombre, la luz verde lo regresó a su mundo, después de avanzar algunas calles, la lluvia comenzó a adornar todo Japón, era leve y de alguna manera el sonido de las gotas caer por el vidrio del automóvil, relajó el cuerpo del cenizo, sus manos, que estaban en el volante, se suavizaron un poco. Rápido tomó un sorbo de su café y se dignó a hacer que su mente divagara en cualquier cosa que no fuera el trabajo.

Dulce como la Manzana (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora