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"Kacchan"

La fuerza que ejercía en su cintura le confirmó que lo que le había dicho antes era cierto

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La fuerza que ejercía en su cintura le confirmó que lo que le había dicho antes era cierto.

Nunca se había subido a una moto.

En el camino Katsuki conducía por túneles, pasaban por parques, e incluso por puentes. A donde iban era algo retirado de lo usual.
Izuku podía sentirse inseguro, pero le daba seguridad las clases de defensa personal que sabía, sin embargo por alguna razón creía que no sería necesario porque confiaba en ese cenizo, muy raro honestamente.

Los paisajes que tenía frente a él hicieron que sus ojos brillaran al igual que las esmeraldas. Nunca había visto escenas como las que presenciaba ahora, por primera vez disfrutaba de lo que la mayoría de sus libros y novelas habían descrito. Sobre como los rayos de sol adornaban perfectamente escenarios como estos.

Desgraciadamente Katsuki no pudo ver aquella expresión en él, pero si sentía el como poco a poco el rostro del pecoso, que estaba pegado a su espalda, se fue alejando. Perdía gradualmente el miedo.

Llegaron a un restaurante promedio que daba una vista perfecta de la playa. Bakugo fue el primero en bajarse y quitarse el casco, Izuku imitó sus movimientos después de verlo, se bajó como pudo de la moto para estar a su lado.

Ambos entraron en el local, no había tanta gente como pensaba, el lugar no se llenaba entre semana, era una ventaja.

—Escoge el lugar— con ello Izuku exploró cada mesa con la mirada, pero luego con el dedo seleccionó una que estaba justo en la mitad de la fila pegada a la pared, la mayoría habría escogido la típica esquina, pero no, él era diferente eso le resultaba muy interesante.

—Esa de allí se ve agradable.

—Bien— ambos caminaron hasta ella para posteriormente tomar asiento.

Una camarera rápidamente se aproximó a ellos junto a una libreta y los Menús.

—Buenas tardes—cortésmente los saludó y puso en sus respectivos menús una tarjeta de los especiales de la semana—les daré un momento para que piensen que desean ordenar, luego regreso.

Con una reverencia se alejó permitiendo que un silencio incómodo inundara esa mesa.

Katsuki revisaba bien el menú, mientras que Midoriya fingía verlo, por la incomodidad más que nada.

De vez en cuando levantaba la mirada para ver al oji rubí, analizaba sus rasgos, era atractivo, demasiado debía admitir. Observaba desde sus largas pestañas rubias hasta la curva de su mentón. Cuando Katsuki sintió su mirada, hizo que ambos ojos se encontraran, subiendo la temperatura en las mejillas del peliverde por la vergüenza de haber sido descubierto.

—Pide lo que quieras, todo irá a mi cuenta—

—¡No! Por favor no se moleste yo puedo pagar lo mío— agradecía mentalmente que los precios eran los que exactamente se ajustaban a su presupuesto.

Dulce como la Manzana (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora