33. Inevitable caos

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Lauren.

Decidí hacerle caso a mi mamá, era lo mejor, así que guardé reposo. Sabía que mis acciones estuvieron mal y puse en riesgo mi vida, pero no dejaba de pensar en que valió la pena y lo repetiría mil y un veces, no todos los días nadabas con delfines, buceabas, comías helado en un hotel de cinco estrellas en Hawái, conocías a The chainsmokers para terminar el día escuchando cómo el chico que amas toca para ti somewhere over the rainbow en la playa frente a una fogata.

Fueron apenas dos días en el paraíso, pero los guardaré toda mi vida en mi memoria.

Antes de conocer a Travis nada pasaba en mi vida, todo era ordinario, común y muy aburrido, sentía que sólo era un zombi deambulando en la tierra, un cuerpo que luchaba por sobrevivir con una mente que intentaba morir. Yaya siempre me decía, << ¡vive y disfruta de la vida miarma! >>. Pero el miedo que tenía de dañar mi corazón, más de lo que estaba, nunca me abandonaba. Siempre tomaba mis medicinas y veía a mi cardiólogo una vez al mes.

Hasta que un día descubrí los libros, ellos me llevaron a otros mundos, otros escenarios y descubrí la manera de escapar de mi asquerosa realidad. Ellos me salvaron, fueron mi lugar seguro por mucho tiempo, sólo mis libros y yo. Y así estuve bien, con la cabeza metida en los libros ignorando al mundo, sin darme cuenta que había llamado la atención de alguien. De un chico.

Mentiría si dijera que si me di cuenta, porque lo único que hacía después de mudarme era leer y estuve excelente viviendo de aquel modo tan reservado pero luego quise escribir y me fijé en él pero lo que ignoraba era que mientras más lo observaba más me gustaba y llegué a pensar que estaba loca.

Yo era como mi personaje, nunca imaginé que alguien se fijaría en mí y mucho menos que ese alguien fuera él. Qué cliché.

<< ¿Podré olvidar a Travis? >> me hice esa cuestión.

<< No, definitivamente no >> concluí con cierta molestia.

Después de unos largos minutos mirando al techo y pensando todo esto, decidí hacer lo que llevaba tiempo sin hacer. Leer. Busqué mi teléfono y cuando lo encendí un nudo se formó en mi garganta al ver mi fondo de pantalla.

Era la foto del concierto. En ella, él tenía la nariz arrugada y los ojos entrecerrados mientras yo sacaba la lengua y lo sujetaba del cuello para que no se alejara. Dejé salir un suspiro que se convirtió en un sollozo cuando recordé cómo dijo que me amaba frente a miles de personas.

Todo era dolor y los recuerdos me lastimaban, una parte egoísta de mí deseaba regresar el tiempo e impedir nuestro encuentro pero en el fondo sabía que sólo eran momentos de quiebre y que muestro paraíso lo repetiría mil y un veces. Todo lo que fuimos lo repetiría una y otra vez, a pesar de mi condición y mis límites, lo haría.

Pasé todo el día en mi cama, Lowen me trajo el almuerzo pero no tenía hambre así que lo dejó en mi mesita y se fué después de darme un beso en la frente. Mientras estaba leyendo un capítulo de Los principes azules también destiñen, de Megan Maxwell, la puerta de mi habitación se abrió y entraron Alex y Jess.

Me senté en la cama mientras ambos me miraban sin decir nada a la vez que se acercaban y me rodeaban con sus brazos para fundirnos en un abrazo. Nos quedamos así un largo lapso de tiempo hasta que escuché a Alex sollozar y luego sentí los temblores de Jess.

¿Cómo conquistar a una lectora? ©✓ (BILOGÍA LECTORES I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora