Entonces lo supe, y caí en cuenta de que era real. Todas leyendas resultaron siendo ciertas, y aquellas cosas que creí que eran imposibles, lo fueron. Me había involucrado en algo sin escape, para lo que no estaba lista.
Sí, estaba en la universida...
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—¿Por qué deberíamos confiar en ti? —preguntó Mike, mirándome con desconfianza.
Keyner lo codeó fuertemente, haciendo que el chico de rizos pusiera una mueca.
—Mike, ¿Qué no ves que es una chica linda? —le susurró a su amigo.
El susodicho lo miró con cara de... "¿En serio?".
A ciencia cierta entendía el por qué Mike se mostraba tan receloso. Que llegase una extraña de la nada para hablarles sobre cazar vampiros era raro. Pero tenía pruebas que me respaldaban.
Levanté el extremo de mi sudadera hacia arriba para descubrir mi antebrazo. Las marcas de los colmillos de Jayden seguían ahí, pero las ocultaba bajo unas pulseras que bajo la hipnosis de los vampiros había tenido prohibido quitarme.
—Son marcas de colmillos —dije porque era cierto—. Me atacó un vampiro hace unas semanas.
Eso pareció convencerlos más. Se miraron entre ellos, lucían bastante cercanos. Supuse que eran mejores amigos.
—A nosotros también nos atacaron —habló Keyner, quitándose la bufanda que traía alrededor del cuello, donde vislumbré la misma cicatriz que yo tenía.
Mike se limitó a levantarse las mangas de la sudadera para enseñar sus muñecas cortadas de lado a lado. Era una cicatriz horrible, se la habían hecho con mucha fuerza y rapidez.
—Mierda, lo lamento tanto... —emití apenada, yo misma había presenciado cómo lo vampiros les cortaban las muñecas a los humanos para verter su sangre en una copa—. Esos malditos demonios lo van a pagar caro.
Los chicos asintieron, y Mike deslizó el libro que se encontraba en el extremo de su mesa hacia mi lugar. Era un ejemplar viejo y desgastado, con una cubierta de cuero y letras tejidas. "Memorias de Jack Viasus".
—¿Qué tiene que ver esto con vampiros? —inquirí, tomando el pesado libro entre mis manos.
—Es un diario de un tipo que vivió hace unos siglos. Fue un soldado durante la guerra civil aquí, en Bloodwell.
Cierto. Fue una de las cosas que me llamó la atención cuando fui a la ciudad. Hay varios monumentos históricos conmemorativos hacia los soldados que sirvieron en la guerra civil.
—No le encuentro mucho sentido, la verdad.
—Deja te muestro —murmuró Keyner, tomando el libro de mis manos con cierto nerviosismo. Era un chico tierno, tenía el cabello largo hasta los hombros, y ojos verdes. Abrió el ejemplar y empezó a narrar—: Por un momento pensé que estaba alucinando. Que el estar tantas horas sin comer me había pasado factura, y eso afectaba mi cabeza. Estaba patrullando el terreno cuando de la nada apareció frente a mí un demonio. Tenía el rostro de una mujer, pero desformado por colmillos y ojos rojos. Había venas negras en su rostro y un horrible sonido salió de su boca.
