Entonces lo supe, y caí en cuenta de que era real. Todas leyendas resultaron siendo ciertas, y aquellas cosas que creí que eran imposibles, lo fueron. Me había involucrado en algo sin escape, para lo que no estaba lista.
Sí, estaba en la universida...
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Jayden Crowell.
No pude evitar agachar la mirada, avergonzado. Cuando la imponente presencia del rubio se situó frente a mí, paseándose por la habitación. Estábamos en el palco privado dentro de nuestra área común, una estructura que usábamos para traer a nuestras presas y beber en sociedad.
El cuerpo inerte de Michelle reposaba delicadamente sobre el sofá, ese mismo donde me alimenté de ella. Aquella maldita sangre que me hizo jadear ante lo deliciosa que era. No podía explicar el placer producido por esa linda pelirroja, cuyos ojos seguían clavados en mi mente.
Algo en ellos me hizo distraerme, sentí la furia inminente que destiló al verme. Y es que... Pude entenderla, conocía la sensación de que alguien se aprovechara de mi incapacidad para defenderme y usarla para su placer.
Yo también había sido una presa, pero ahora era un depredador, y no debía olvidarlo.
Maldije entre dientes. Dos segundos, dos malditos segundos y ya se había escapado. A decir verdad, los alcances de Michelle habían sobrepasado todas mis expectativas.
—¿Quién es? —inquirió Axel, pasando sus dedos entre las hebras de su cabello rubio.
Él era el líder de nuestro clan, el hombre que me había salvado en mi momento más oscuro y por el que estaba dispuesto a dar mi vida. Axel Stonem era la definición de Amo y le debía todo mi respeto.
—Mi... Mi compañera de cuarto —murmuró Scarlett, notablemente avergonzada.
—¿Le quieres añadir otra chica tu lista de compañeras muertas, Bruja?
Le di una mirada rápida a Axel, parecía disgustado. Generalmente traía consigo una postura indiferente e intimidante, aunque se relajaba con nosotros. Pero ahora, realmente lucía incómodo.
¿Sería porque Michelle era...?
—Intenté protegerla —se defendió la morena—. Le di hierba santa e intenté apartarla del camino, pero...
—¿Por qué gastas tus fuerzas en intentar salvar a los humanos? —interrumpió él—. Hay millones de ellos, y todos son tan... Aburridos.
—Es mi amiga, Axel.
—Y yo soy tu Amo, así que organiza tus prioridades. —Cuando Axel se imponía, nadie era capaz de ponerse en su contra—. ¿Qué harás con ella? No quiero volver a verla por aquí a menos que sea para alimentarme.
Me atrevo a hablar por primera vez, carraspeando la garganta. Ambos me miraron en busca de respuestas.
—La vincularon a la reserva, no creo que pueda hacerse nada al respecto.
—¡No quiero que muera! ¡Tiene familia! ¡Una carrera por delante! —La voz de Scarlett tembló levemente, intenté reconfortarla con la mirada, pero ella no pareció notarlo—. Por favor, Axel, nunca te pido nada, pero ella... Es lo más cercano a una amiga que he tenido en mucho tiempo.