Vestito da sposa

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El resto de las vacaciones fueron como un sueño para el pintoresco grupo. Visitaron todos los lugares que se les pudieron ocurrir y consiguieron desconectar durante unos días de su ajetreada vida. Desde que Bruno había ascendido a capo era mucho más complicado tener momentos de tranquilidad y, en estos momentos, pasaban por una etapa algo complicada ya que el Jefe de la mafia estaba interesado en llevarse a Trish con él y los dos mayores sabían que esa noticia iba a destrozar el resto.

Bruno sabía que era el momento de dar la noticia y se lo comentó a Leone durante el viaje en avión. Los dos estaban de acuerdo que la reciente emoción por la boda iba a complicar esa separación. 

- Chicos, os tenemos que daros una noticia, - comenzó hablando Bucciarati - sentaos un momento en el salón si no os importa.

Los chicos se miraron entre ellos como intentando despejar dudas porque la voz de Bruno había sonado muy triste e indecisa. 

- Bueno... Espero que hayáis disfrutado estas vacaciones tanto como nosotros y que hayáis aprovechado para estar en compañía de todos...

A Bruno se le llenaron los ojos de lágrimas mientras hablaba. Leone se acercó y le dio un beso en la frente dispuesto a coger el relevo de esa conversación.

- Chicos, el Jefe nos ha dado la orden de llevar a Trish de vuelta con él - dijo por fin el albino mirando a la joven directamente a los ojos con la mirada desolada.

- ¡No puede ser! ¡Trish no puede irse! - gritó Narancia completamente indignado. 

- ¿¡Cómo va a ir con un hombre que ni siquiera conoce!? ¡Por mucho que sea su padre, ni siquiera la ha venido a ver ni una vez! - gritó Mista poniéndose en pie y gesticulando para mostrar su rabia. 

- Chicos, parad. Esta noticia nos ha destrozado a todos, por eso Bucciarati pensó que unas vacaciones nos vendrían bien para aprovechar los últimos días juntos. Ninguno de nosotros quiere que Trish se vaya, pero no tiene por qué ser para siempre - dijo Leone aún con Bruno lloriqueando entre sus brazos.

Trish estaba en shock. No sabía qué decir. Ella no quería irse pero conocer a su padre era una oportunidad que no podía perder tampoco. Tenía miedo y sentía mucha pena, pero sabía que era algo que tenía que pasar tarde o temprano.

- Chicos... No pasa nada. Sabía que este día llegaría, así que no hagamos una escenita, ¿vale? - dijo mientras se levantaba del sofá y se dirigía hacía la pareja de mayores - Gracias, Bruno. Gracias, Leone. Habéis sido como mis padres durante este tiempo, os agradezco haberme hecho sentir como en casa... Me apena la posibilidad de no poder ir a vuestra boda - agradeció la joven rompiendo a llorar mientras aquellos dos hombres la abrazaban.

Abbacchio no era muy bueno haciendo sentir mejor a la gente ni mucho menos sabía llevar situaciones como esa pero se le ocurrió que había una forma de hacer las cosas más llevaderas para todos. 

- ¿Por qué no nos casamos esta misma semana? El viaje de regreso de Trish se podría retrasar un par de días, ¿no? - sugirió mirando a Bucciarati a los ojos. 

Bruno no se esperaba algo así por parte del albino. Siempre había sabido que Leone amaba a esos chicos tanto como él pero no solía demostrarlo tan asiduamente así que esos momentos los atesoraba.

- ¿En serio? Con lo difícil que es organizar una boda... Yo no quiero daros más problemas - respondió apenada la chica. 

- Trish, te queremos ese día, necesitamos una madrina de bodas tan hermosa como tú - respondió Bruno sonriendo aún con lágrimas en los ojos.

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