Farei tutto per te

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Leone se volvía a encontrar en aquel cuarto, en la misma cama con el hombre a quién tanto había extrañado esos últimos meses...

Se besaban lentamente, saboreando cada beso como si fuera el último, entrelazaban sus lenguas como si alguna fuerza fuera a romper aquel beso en cualquier momento. Bruno masajeaba la larga cabellera del mayor y Leone agarraba con fuerza las caderas del menor, clavando la yema de sus dedos en ellas. 

Bucciarati empezó a besar el cuello de Leone intercalando pequeños mordiscos y lametones.

- Te he echado de menos, amore mío - susurró Bruno al oído del albino, quién respondió con una ligera risa al sentir su aliento en la oreja - ¿Tú a mi no? - preguntó el moreno buscando que Leone dejara de estar tan rígido.

- Claro que te he echado de menos... - respondió con cierta incomodidad aún en sus palabras.

Leone era de ideas fijas, se le había metido en la cabeza que no merecía el amor de Bruno e iba a costar quitársela de la mente. Bucciarati tenía un duro trabajo por delante. Tanto era el bloqueo mental del mayor que, mientras Bruno ya tenía una erección escondida en su pantalón, Abbacchio a duras penas le seguía el juego preliminar. 

Bucciarati no solía llevar tanto tiempo la iniciativa, el mayor siempre imponía su ritmo cuando veía que la cosa se calentaba un poco, pero esta vez le tocaba a él hacer sentir a Abbacchio que lo amaba.

El moreno empezó a desnudar a Leone poco a poco, primero le quitó los cordones a la gabardina, dejando el torso completamente descubierto. Se paró sentado encima de él, mirándolo a los ojos mientras se quitaba su chaqueta blanca dejándose el bonito bralette negro que tanto le gustaba a Leone. El mayor no pudo evitar dibujar con su dedo los dibujos que éste hacía sobre el pecho de Bucciarati, ésto hizo que Bruno soltara un pequeño gemido de placer. Abbacchio estaba empezando a interesarse por el jueguito que se traía su compañero entre manos. 

Bruno empezó a dar besos en el torso desnudo de su amante, pasando la lengua por cada uno de los surcos marcados de su musculatura, saboreando el dulce sabor a sudor que desprendía su piel después de un día de trabajo... Ahora entendía por qué a Leone le encantaba tomarse su tiempo en saborearle a él cuando lo hacían, es un sabor excitante el de la persona que amas totalmente rendida ante ti. 

Pasó a bajar los pantalones de Leone lentamente mientras daba pequeños mordiscos a los muslos del mayor. Una vez hecho ésto, con ayuda de Sticky Fingers y su poder, Bruno dejó caer sus pantalones en el lateral de la cama. Leone lo observaba atentamente, no era habitual ver a Bruno llevar la iniciativa completamente y lo cierto es que le gustaba verlo tan entregado. 

El moreno bajó los boxers negros de Leone lentamente mientras con sus manos acariciaba desde las ingles hasta las rodillas con delicadeza. Leone emitía pequeños gruñidos de placer al sentir las caricias tan cerca de su miembro ya preparado para demandar atención. Bruno se metió en la boca el pene de Abbacchio de una sentada, el albino puso los ojos en blanco por un momento, y entonces, el joven capo empezó a subir y bajar la cabeza lentamente, moviendo su lengua y presionándola en la punta. Después se sacó el miembro del mayor de la boca y pasó a lamer lentamente los testículos debajo de él. Leone acomodó las piernas para que Bruno tuviera sitio cuando de repente escuchó una cremallera abrirse y cerrarse, no consiguió ver lo que era así que no le prestó atención.

Bruno levantó la cabeza y lo miró sonriendo. Abbacchio no entendió nada hasta que sintió cómo uno de los calientes dedos de Bruno entraba dentro de él embadurnado con un líquido frío. Al mayor se le escapó un pequeño quejido de entre placer y molestia.

- Y eso que yo te estoy tratando con cariño - bromeó Bruno, elevando una ceja con sonrisa picarona. Después de decir eso, procedió a volver a lamer el miembro del albino de arriba a abajo lento y concienzudamente. 

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