Uniforme della Polizia

145 18 4
                                    

- Oye, Leone... Nunca te he visto con tu uniforme de policía... ¿Aún lo tienes? - preguntó Bruno haciendo que el albino se quitara los auriculares interesado en sus palabras.
- Sí, aún lo tengo - una sonrisa picarona se instaló en el rostro del mayor -, ¿por qué?
Bucciarati no respondió a esa pregunta y se levantó del sillón cogiendo a su compañero de las manos. Los chicos y Trish habían salido a divertirse esa noche, así que la casa estaba sola para ellos después de mucho tiempo. El albino captó la invitación de su amado ipso facto.
Abbacchio besó los labios de Bruno dulcemente y lo miró a los ojos con una sonrisa.
- Espérame en la habitación.
Los adultos subieron y se separaron mirándose con lujuria. Bruno se adentró en su cuarto y comenzó a acelerársele la respiración. No podía negar que, desde aquel día en el barco, la fantasía de ser otra vez esposado por aquel enorme policía era bastante recurrente en su mente. Se recostó en la cama sintiendo cómo la temperatura iba incrementando sólo de pensar lo absurdamente sexy que se vería Leone en su bonito uniforme.
Tres toques en la puerta hicieron que saliera de sus lujuriosos pensamientos.
- ¿Quién es? - preguntó juguetón.
- Buenas noches, hemos recibido una llamada de alguno de los vecinos por ruidos... Extraños. ¿Le importaría abrir la puerta? - la voz de Leone sonaba totalmente seria y recta.
Bruno se levantó apresuradamente y abrió la puerta.
- Buenas noches, agente - al ver a Leone no pudo evitar abrir de par en par los ojos y la boca del asombro, ver a ese hombre tan imponente delante de él hacía que su mente se acelerara.
Leone estaba absurdamente sexy. El uniforme aún le quedaba perfecto, los pantalones marcaban firmemente sus caderas y glúteos, aquella camisa blanca pegada a su piel dejaba intuir su precioso pecho fornido y la chaqueta ajustada marcaba la cintura del mayor invitándolo al pecado.
- No ha habido ningún incidente por aquí... No entiendo por qué los vecinos llamarían - respondió Bruno intentando seguirle el juego al albino.
- ¿Le importaría dejarme pasar? Debo de asegurarme que todo anda bien por aquí antes de marcharme. Cosas del oficio.
- Encantado, señor agente... ¿Cómo ha dicho que se llamaba?
- No se lo he dicho. Soy el agente Abbacchio - respondió seriamente, hasta a Bruno le costaba a veces distinguir si realmente estaba jugando.
Leone se adentró en la habitación y echó un vistazo rápido antes de volver a hablar.
- Parece que todo está bien... Pero necesito hacerle algunas preguntas.
- Oh... Claro, señor agente. ¿De qué se trata?
- Mire... Se nos ha denunciado que en este piso vive uno de los capos más importantes de la mafia, sin embargo, veo que sólo está usted. ¿Tiene compañeros de piso?
- No, la verdad es que vivo solo... - Bucciarati sentía muchísimo calor, estaba acostumbrado a ver a Leone serio y con cierto mal humor, pero verlo así de recto y elegante estaba volviéndole loco.
- Entonces... ¿Es usted el que pertenece a la mafia? Dependiendo de lo que me responda tendré que llevármelo a comisaría - dijo Abbacchio acercándose ligeramente hacia Bruno, lo suficiente como para que el moreno se pusiera nervioso y tragara saliva.
- ¿No tendría que leerme mis derechos primero? - los ojos de Bucciarati brillaban de emoción.
- Si se niega a responder, tendré que arrestarlo.
- Quizá... Eso es lo que quiero.
Ante esa respuesta, Abbacchio giró a Bruno bruscamente y lo pegó contra la pared, dejando las manos del menor en su espalda y comenzando a ponerle unas esposas.
- Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra en un Tribunal. Tiene derecho a la asistencia a un abogado durante su interrogatorio y, si no puede pagarlo, se le asignará uno de oficio - le leyó sus derechos el joven albino mientras apretaba lentamente las esposas.
Bruno sentía una enorme erección en su entrepierna y el jueguito cada vez se ponía más interesante.
- Pero agente... Si no he hecho nada, ¿no cree que ésto es abuso de autoridad?
Leone le dio la vuelta y pegó a Bruno contra la pared, apoyando su antebrazo encima de su cabeza y acercando sus labios a los de él.
- ¿Quieres saber lo que es un verdadero abuso de la autoridad? - preguntó sensualmente arqueado una de sus cejas y mirándolo a sus ojos con una sonrisa.
- Mmh... Leone, cómo me pones ahora mismo - dijo Bruno lanzándose a besar los labios de su amante, sin embargo, éste se hizo hacia atrás.
- Joven, lo siento mucho pero ésto es desacato a la autoridad. No se crea que voy a dejarle pasar una infracción tan grave - Abbacchio sonrió aún más ampliamente, estaba disfrutando de ese pequeño juego de roles.
- Oh... Lo siento, agente... Me he dejado llevar por el momento, ¿sabe? Siempre he creído que los policías son muy... Estimulantes.
- ¿Ah, sí? - Leone empezaba a notar calor en su entrepierna al ver a Bruno actuando de manera tan inocente y a la vez tan pecaminosa.
- Sí... Siempre he querido que un apuesto policía me diera mi merecido.
- Pues hoy es tu día de suerte - respondió el mayor dándole la vuelta a Bruno y mordiendo fuertemente su cuello, tanto que una marca enrojecida apareció en ese lugar.
Bruno soltó un agudo gemido, Abbacchio estaba realmente rudo esa noche. Eso le hacía incluso más difícil el no desesperarse y acabar con el juego en un abrir y cerrar de cremallera.
Leone cogió las manos esposadas de Bucciarati y lo guió hasta la cama. Una vez al borde lo empujó, haciendo que este cayera, dejando su bonito y esculpido culo en pompa.
Abbacchio empezó a acariciar esas tersas nalgas con cariño, mientras bajaba los pantalones. Bucciarati sintió otra vez la desesperación y, con Sticky Fingers, solucionó todo en un momento. Lo único que se dejó puesto fueron las esposas.
- Parece ser que usted es un delincuente peligroso... Tiene ciertas habilidades que aún desconozco - dijo el albino bromeando ante la pérdida de papeles de su amante. A decir verdad, Leone adoraba cuando Bruno se impacientaba, eso significaba que algo estaba haciendo bien.
- ¿Quiere conocer todas mis habilidades, señor agente? Quizá eso ayude a demostrar mi inocencia- preguntó el moreno entre pequeños jadeos.
Abbacchio jaló de las manos de Bruno y enderezó su espalda. Agarró su cuello con fuerza, dejando leves marcas de uñas en él, y comenzó a susurrarle al oído.
- Esta noche seré yo quién determine si eres inocente o no, ¿me escuchas? - justo al acabar la frase mordió levemente el lóbulo de su oreja haciendo que el moreno volviera a gemir.
Bruno estaba completamente excitado, necesitaba pasar a la acción, así que giró su cuerpo todo lo que pudo y empezó a besar los labios pintados del albino, haciendo que aquel color morado quedara esparcido por sus bocas. Leone se dejó cautivar levemente por esos besos pero en unos segundos volvió a retomar el control, volviendo a separar al menor y haciendo que volviera a dejar expuestas sus ansiadas nalgas.
Bruno comenzó a jadear, estaba deseando tener dentro a ese hombre pero, para su sorpresa, sólo escuchó una pequeña risita del mayor justo antes de sentir un latigazo en su trasero.
Un grito se escapó de sus labios, el dolor y el placer empezaron a mezclarse rápidamente mientras Leone besaba la bonita marca dejada por su cinturón.
- Mmh... Agente, le juro que soy inocente - siguió jugueteando el moreno mientras gemía.
El mayor asestó otro golpe en la otra nalga y volvió a besar y lamer la marca recién hecha. El joven capo estaba fuera de sí, otra vez la imposibilidad de mover sus brazos volvía a desesperarle y a hacer que necesitara más de aquel hombre. Leone empezó a separar suavemente sus nalgas mientras introducía su jugosa lengua entre ellas.
Bucciarati empezó a gemir y jadear al sentir aquella cálida sensación, entremezclada con pequeños latigazos en sus muslos y glúteos. Sus piernas ardían, pero lejos de doler, sólo sentía puro placer.
- Abbacchio, hazme tuyo, te necesito.
- Bruno, ya eres mío, ¿aún no te has dado cuenta?
Aquellas palabras encendieron aún más la líbido del moreno haciendo que liberara otra vez a Sticky Fingers para dejar a su compañero completamente desnudo.
- Quiero tenerte dentro, ¡ya! - ordenó el joven capo.
Leone chasqueó la lengua varias veces y soltó una pequeña risita.
- Si vuelve a desacatar mi autoridad, va a terminar yendo a la cárcel... ¿Lo sabe? - las palabras del albino sonaban terriblemente sexy.
Bruno estaba enloqueciendo ante aquellos juegos mientras sentía un frío y viscoso líquido entre sus nalgas. Leone empezó a introducir uno de sus dedos lentamente y cuando sintió que Bucciarati estaba completamente relajado, pasó al segundo.
- Mm.. Abbacchio... No sabía que ésto también formaba parte de mis derechos.
- Sí, no se lo dije antes pero tiene derecho a que un policía muy caliente le cumpla sus más profundos deseos.
Bruno rió nerviosamente, se sentía como en una película de esas para adultos que antes de empezar con Leone solía ver. Desde que lo tenía a él, no había necesitado volver a autocomplacerse, su amado siempre estaba ahí para darle la atención que se merecía.
- Señor agente, quiero que me cachee... Más a fondo - gimió Bucciarati con ansia. Sus mejillas ardían y su cuerpo pedía a gritos que aquel miembro se introdujera en él.
- Está muy caliente, señor Bucciarati... - dijo Leone colocando su miembro en la entrada de Bruno y empujando fuertemente hasta tenerlo completamente dentro - Muy caliente.
Bruno respiraba entrecortadamente pero, a pesar del dolor, no quería que el mayor parara. Necesitaba más. No podía contener las ganas que tenía de que aquel hombre le hiciera llegar a la cúspide del placer.
- Sigue, Leone, sigue... Quiero más, quiero más de ti - jadeó y gimió con necesidad.
Leone empezó a mover la pelvis de adelante hacia atrás con fuerza y brusquedad. Sentía como Bruno contraía su cuerpo con cada estocada y le escuchaba gritar de placer como si de la ópera más preciosa se tratara. Empezó a subir la intensidad hasta que notó cómo Bruno comenzaba a arquear la espalda.
- Mmh... Señor agente, ésto sin duda sí es abuso de poder.
Leone lo volvió a incorporar sin dejar de penetrarle una y otra vez.
- Y más que pienso abusar de ello esta noche - dijo al oído del moreno mientras gruñía de placer.
Abbacchio empezó a masturbar el miembro de Bruno mientras mantenía su ritmo y mordía su cuello. No estaba esforzándose por medir su fuerza, realmente no podía ni siquiera planteárselo, la situación se había elevado tanto de nivel que ya era imposible controlarlo.
- Leone... Cuidado... - pidió Bruno entre gemidos, sabía lo bruto que era el mayor y sabía que iba a acabar bastante lastimado esa noche. No es que le importara pero a veces su compañero necesitaba una llamada de atención.
Abbacchio ignoró aparentemente las palabras del capo y asestó una dolorosa mordida en el hombro de él, dejando una marca algo ensangrentada.
- ¡Leone! - gritó Bruno siendo callado por un beso apasionado de su amante. Notaban cómo sus lenguas se entrelazaban, cómo sus salivas mezclaban. Una vez y se quedaron sin aire, pararon para mirarse a los ojos con pasión. Esas miradas demandaban más el uno del otro.
Leone empezó a aumentar el ritmo mientras agarraba fuertemente las caderas de Bruno, clavando sus fuertes dedos en ellas.
- Mm... Señor agente... Castígueme, deme lo que me merezco.
El albino empezó a perder los papeles y empezó a embestir furiosamente al menor. Bruno nunca había sentido con tal fuerza el miembro de su compañero dentro de él y, a pesar del dolor, no quería que parara. Necesitaba más de aquello. El calor no paraba de aumentar y su cuerpo temblaba como nunca lo había hecho. Podría asegurar que sus gemidos y los golpes de la pelvis de Abbacchio se escuchaban por toda la casa, era una suerte que estuvieran solos.
Leone volvió a masturbar a Bruno con una de sus manos y con la otra lo agarró fuertemente del cuello.
- Bruno, córrete para mí, quiero verte gemir hasta no poder más.
- Le-Leone, yo... Mmh... Aprétame, más.
El albino apretó aún más su mano haciendo que al menor le costara respirar, pero sin llegar a cortarle la respiración del todo. Bruno parecía totalmente fuera de sí, ponía los ojos en blanco y arqueaba la espalda con cada penetración. Los jadeos y gemidos se hicieron más feroces hasta que su cuerpo comenzó a contraerse fuertemente. En ese momento, Abbacchio soltó su cuello, dejando un dulce beso en la zona y volvió a agarrar la cadera de su compañero con fuerza. Sintió como su otra mano comenzaba a calentarse con aquel líquido que salía del miembro de su compañero y empezó a aumentar aún más el ritmo al sentir cómo aquella zona prohibida se contraía aún más.
Cuando empezó a llegar al orgasmo no pudo evitar dar una nalgada con todas sus fuerzas al moreno haciendo que éste gritara fuertemente. Sin embargo, ya era tarde para parar al mayor. Una vez y hubo acabado completamente dentro de su compañero, se hizo ligeramente hacia atrás, sacando su miembro de él para coger las llaves de las esposas y desesposarlo.
- Señor agente... ¿Cuál es su veredicto? - preguntó Bruno aún sin conseguir respirar con normalidad.
- Sin duda... Es culpable de ser tremendamente sexy; pero eso no es un delito, así que tendré que dejarlo libre.
Al sentir sus manos libres, Bruno se volteó para abrazar el cuello del albino y volver a besarle.
- ¿Qué te ha parecido? ¿He cumplido tus expectativas como policía? - preguntó el mayor sonriendo.
- Tú siempre estás por encima de mis expectativas, Leone - respondió el menor volviendo a besar los labios del otro.
A pesar del cansancio, no querían parar de besarse ni abrazarse. La experiencia había sido tan estimulante que aún sentían la adrenalina en sus cuerpos.
Abbacchio empezó a admirar las marcas de latigazos, mordidas y uñas por el cuerpo de Bucciarati. No podía negar que algo de culpa recorría su mente al verlo tan maltratado.
- Me encantan tus marcas... Son la prueba de que ésto no es un sueño - dijo el menor haciendo parecer que le había leído la mente al albino.
Leone se recostó con suavidad abrazando a Bruno en la cama mientras se daban suaves besos, entonces, sin saber muy bien por qué, notó cómo Bruno volvía a tener una bonita erección.
- Agente, parece ser que aún no me ha castigado lo suficiente... ¿Está seguro de que no he cometido ningún delito? - comenzó otra vez a hablar Bruno con un tono de voz profundamente sexy.
Abbacchio se levantó y volvió a coger su cinturón del suelo.
- Parece ser que aún queda mucho trabajo por hacer hoy...
Dicho ésto, se abalanzó sobre su amado para volver a continuar con su maravilloso juego.
Bruno estaba acostumbrado a dominar el mundo, era un capo de la mafia, su trabajo era dar órdenes y mantener todo bajo control; pero debajo de Leone las cosas cambiaban. Sólo esa bestia sabía cómo controlarlo a él.
----------------------------------------------------------------------
Llevaba tiempo pensando en escribir algo así y por fin me ha venido la inspiración 🙊 Espero que os guste este pequeño juego de rol entre Bruno y Leone 💜😏

La mia passioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora