Candele

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Los rayos de sol empezaron a entrar por las pequeñas rendijas de las cortinas haciendo que Leone abriera lentamente los ojos. Casi no habían dormido durante la noche, los dos jóvenes estaban completamente emocionados debido a su repentino compromiso, así que se pasaron toda la noche haciendo planes sobre cómo se imaginaban que sería su boda.

Bruno soñaba con una boda en la playa, el color principal sería el blanco y quería que algún buen grupo de Jazz amenizara la velada. Rosas blancas adornarían los centros de mesa, la tarta sería como las que salen en las películas, de varios pisos y adornada con rosas doradas y negras. Quería invitar a toda la gente posible, dar una fiesta inolvidable dónde poder celebrar que iba a pasar la vida con el hombre de sus sueños.

Leone sin embargo no había pensado gran cosa... Sólo quería una ceremonia sencilla, dónde invitar a la gente cercana a ellos, que tampoco era mucha; y quizá una pequeña fiesta después. Le bastaba con saber que ese día los dos darían el 'sí quiero' definitivo.

Al intercambiar opiniones, Leone se dio cuenta de que era posible que Bucciarati hubiera soñado con ésto más de una vez y, al sugerírselo, el menor se sonrojó apartando la mirada. Sí, no había ninguna duda, no era la primera vez que pensaba en cómo sería la boda de sus sueños. Abbacchio simplemente aceptó todas y cada una de sus peticiones, ese día tenía que ser el día más especial de sus vidas y si Bruno era feliz, Leone también lo sería.

El albino no quiso levantarse de la cama para no despertar a su amado, que aún yacía durmiendo placenteramente entre sus brazos. Decidió quedarse así, abrazándolo un rato más mientras observaba con detenimiento todas las pequeñas marcas que tenía su cuerpo. Quizá anoche se había dejado llevar un poco por la emoción pero Bruno se veía tan precioso con esas bonitas huellas que no podía dejar de mirarlo. Los pequeños moretones de sus tersos muslos, los adorables mordiscos en su pecho, la marca de algún que otro pequeño chupetón en el cuello... 

Bucciarati empezó a abrir los ojos lentamente, lo que hizo que el mayor saliera de sus ensimismados pensamientos. El moreno, al ver que su amado estaba despierto, se levantó levemente y besó sus labios. 

- Buenos días, il mio futuro marito - dijo Bruno aún sin llegar a abrir los ojos del todo y estirándose levemente. 

- Buenos días, bellissimo - respondió el albino con una infantil sonrisa en la cara al escuchar las palabras 'futuro marido'.

Los jóvenes se dieron un rápido baño y, después de vestirse, bajaron a desayunar, encontrándose con los más jóvenes montando escándalo en una de las mesas del restaurante del hotel. Se sentaron en la mesa esperando a que les sirvieran un café mientras hablaban tranquilamente con el resto sobre lo que habrían durante el día.

- Pensábamos ir hoy a una pequeña cala cerca de aquí, quizá queréis cambiar de opinión y acompañarnos, ¡será divertido! - dijo la joven Trish agarrando el brazo de Bucciarati haciendo pucheros para convencer al adulto. 

- No lo intentes, hace tiempo que nos hicimos inmunes a tus chantajes - dijo el albino con una ceja arqueada y una sonrisa en su rostro mientras bebía un sorbo de su café.

- ¡Venga ya! ¡Eres un borde! - replicó la joven cruzándose de brazos fingiendo enfado.

- Ohh... Tus insultos me hieren, no sé si voy a poder soportarlo - la ironía inundaba las palabras del mayor mientras soltaba una carcajada, acompañado por las risas del resto.

En ese momento la joven observó que en la mano del albino había un complemento que no había visto antes.

- ¡No puede ser! - gritó la joven y con un gesto descarado cogió la mano izquierda de Bruno, observando que llevaba un anillo a juego con el albino. 

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