Solitudine, vecchio amico

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Esa mañana Bruno parecía más atento de lo normal al periódico, desayunaba lentamente y en silencio, sin mirar a ninguno de los que estaba presente en la mesa, ni siquiera a Leone. Los adolescentes desayunaban mientras Fugo intentaba ayudar a Narancia a aprender a sumar y el mayor estaba desayunando en completo silencio sin quitarse sus auriculares, aunque no se quitaba de la cabeza la intriga del qué tenía a Bucciarati tan entretenido... 

Semanas más tarde Bruno los citó en el restaurante para hablar sobre un tema importante para el grupo. Cuando Bruno llegó, ya el resto del grupo estaba sentado en la mesa esperándolo.

- Gracias a todos por ser tan puntuales. Les he citado aquí porque tenemos que discutir algo sobre el futuro del grupo - comenzó a hablar el superior.

- ¿Qué pasó, Bucciarati? - preguntó Narancia con la inocencia que le caracterizaba.

- Suéltalo, Bucciarati - añadió Leone con una ceja levantada, esperando a oír qué es lo que tanto le preocupaba a Bruno.

- Mañana tengo una cita aquí mismo con un posible nuevo miembro para nuestro equipo, Mista Guido. No sé si habréis visto las noticias sobre un chico de 17 años que mató a cuatro hombres para defender a una joven... - comenzó a explicar el joven capo - Fue juzgado injustamente y no he podido mirar hacia otro lado; además es un chico muy diestro con las armas, lo cuál favorecería al grupo muy positivamente ya que las misiones que tenemos cada vez son más importantes. 

- ¿Otro niño más? - preguntó Leone con desagrado. 

- Ya está decidido, mañana quiero que vengáis a la hora de comer y que deis buena impresión - dijo Bruno zanjando el tema. A Abbacchio no le sentó especialmente bien ese trato pero aceptó las palabras de su capo, al fin y al cabo, él era quién mandaba. 

Al día siguiente los tres miembros del equipo hicieron exactamente lo que Bucciarati les había pedido. Llegaron al restaurante a la hora acordada, a la misma sala de siempre, dónde ya estaban sentados aquel joven y Bucciarati almorzando. Tuvieron un animado almuerzo dónde los tres más jóvenes y Bruno entablaban una animada conversación mientras Leone de vez en cuando aportaba algo a la conversación.

Abbacchio no era especialmente bueno relacionándose, tenía serios problemas de confianza, y cada vez que se unía una persona nueva el equipo era todo un reto para él ser cordial. Sin embargo, su capo se lo pidió, bueno, más bien se lo ordenó. No se podía permitir dar un paso en falso en esa comida, Bruno estaba verdaderamente interesado en ese nuevo miembro. 

Como cada vez que llegaba alguien nuevo, éste procedió a mudarse a la misma casa dónde vivían todos. El joven Mista se adaptó rápidamente a la vida con el equipo y, sin darse cuenta, el resto de jóvenes también se habían acostumbrado a él; y como Bruno ya sospechaba, pasó sin ningún problema la prueba de Polpo obteniendo así su stand. 

Durante la adaptación de Mista a la vida con el resto, Leone y Bruno casi no tuvieron tiempo de estar juntos. Bucciarati tenía muchísimo trabajo, solía llegar muy tarde a casa y la mayoría de los días, Leone ya había caído rendido en el sillón mientras lo esperaba o ya había procedido a irse a su cuarto. Abbacchio aceptó con pena ese distanciamiento, sabía que el moreno lo pasaba igual de mal que él, pero eso no lo hacía más fácil de soportar. 

Esa mañana se despertó especialmente pronto, se duchó y al pasar por delante de la puerta de Bucciarati se dio cuenta de que estaba abierta y no había nadie dentro. Seguramente había pasado la noche en vela en la oficina, otra vez. Bajó a la cocina, preparó dos cafés y se dirigió a la oficina en el piso de arriba. Tocó la puerta pero nadie respondía, así que abrió un poco la puerta para ver si había alguien dentro y observó a Bucciarati completamente dormido sobre unos papeles en el escritorio. 

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