Fantasmi del Passato

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De repente, sin saber cómo, Leone se encontraba en aquella tienda otra vez. La reconocía perfectamente.

Aquel delincuente le estaba amenazando, diciendo que iba a acabar con su carrera por haber aceptado aquel soborno. No entendía qué estaba pasando, sus ojos se llenaron de lágrimas, los fantasmas del pasado volvían a inundar su mente.

Su compañero entró corriendo por la puerta. Entonces, sonó un disparo y Abbacchio, en un burdo intento por salvar la situación, se metió en medio de aquella bala y el otro policía.

Su pecho debía doler, sin embargo no sentía nada y, al mirar hacia atrás, ahí estaba el cuerpo sin vida de... Bruno Bucciarati. El cuerpo se le congeló y sus piernas no pudieron soportar su peso. Cayó de rodillas sin entender qué estaba pasando. De repente, ya no estaban en aquella casa, se encontraban en un callejón frío y desconocido. Abrazó el cuerpo ensangrentado de Bruno, esperando que todo aquello no fuera más que una terrible pesadilla, sin embargo, sus manos podían sentir el cuerpo frío de su amado, la sangre caliente no paraba de salir y los ojos azules que tanto amaba se habían apagado por completo. 

Leone sintió cómo el miedo se apoderaba de él. Se levantó del suelo cogiendo a su compañero en brazos y comenzó a correr, tenía que hacer algo para poder salvarlo, quizá Giorno podría curarlo. Corrió todo lo rápido que su cuerpo le permitía. La lluvia comenzó a caer y sintió cómo Bucciarati estaba aún más frío. 

"Bruno, aguanta, por favor...", pensó Abbacchio mientras las lágrimas inundaban su cara.

No encontraba la salida de aquella zona de la ciudad, no sabía dónde estaba, ¿cómo habían llegado ahí? ¿Qué hacían ahí exactamente? Lo último que recordaba era estar cenando con Bruno y los demás, y después... Nada.

Cuando llegó a la casa, entró gritando, pidiendo ayuda desesperadamente, pero no había nadie dentro. Dejó a Bucciarati en sillón y subió corriendo a la habitación de los chicos esperando encontrar a alguno de ellos, sin embargo, las habitaciones estaban prácticamente vacías y con polvo por todos lados. 

- ¿Qué cojones está pasando? - se preguntó sin entender nada.

Al bajar, el cuerpo de Bucciarati ya no se encontraba allí y el salón había cambiado por completo. La decoración exquisita pasó a ser nada más que muebles viejos y roídos, las botellas de alcohol apiladas abultaban más que cualquier otro accesorio de la habitación y Leone empezó a sentir cómo su cabeza daba vueltas. Cayó al suelo sin poder mantenerse en pie y observó cómo una copa de vino estaba a medias en la mesilla del salón.

- Otra vez no... - se rogó a sí mismo esperando no estar teniendo una paranoia por culpa del exceso de alcohol. 

Abbacchio no conseguía ponerse en pie, todo daba vueltas y su mente estaba completamente confundida. Olía a muerte en aquella habitación, ese olor lo conocía perfectamente; el olor a fracaso lo revolvía. Las lágrimas empezaron a salir con más fuerza mientras recordaba aquel horrible sentimiento, volvía a estar solo pero ¿por qué? No dejaba de preguntarse qué había hecho mal. Su pecho comenzó a doler, tanto que creyó que era posible que estuviera dándole un infarto. Miraba hacia todas direcciones esperando encontrar algo que le hiciera recordar qué había pasado o quizá alguien podría llegar en cualquier momento y ayudarle.

Sintió cómo su cuerpo empezaba a convulsionar. Sus ojos en blanco y la imposibilidad de moverse le hacían ver que ya había llegado su momento. No quería morir, no así, pero no podía hacer nada. Sin embargo, en ese momento empezó a oír levemente una voz. 

- Leone... Leone... - le llamó una cálida voz que le era especialmente conocida - Amore mío, estoy aquí.

De repente, abrió los ojos y ahí estaba, entre los cálidos brazos de Bucciarati, en la misma cama de siempre. La ansiedad se apoderó de él y saltó de la cama, teniendo el cuerpo completamente sudado y el pijama pegado a él debido a la humedad. Bruno se levantó y lo abrazó por la espalda.

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