Sicilia

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Abbacchio llegaba tarde al almuerzo con el equipo, lo cuál era algo extraño, ya que él nunca solía llegar tarde a ningún sitio. Bruno miraba atento el reloj de la sala mientras esperaba a que su compañero llegara para empezar a comer y el resto ya había empezado a comer mientras informaban al capo de cómo habían salido los encargos mañaneros. 

Casi una hora más tarde, Leone entró en la sala con prisa.

- Lo siento, había tráfico y venir desde la otra punta de la ciudad no ha salido fácil.

- No pasa nada, ¿todo ha ido bien? - preguntó el joven capo aliviado por la llegada del mayor.

- Perfectamente - respondió Abbacchio mientras metía su mano en el bolsillo de su pantalón y la volvía a sacar, como si estuviera comprobando algo. 

- Genial... Pues estaba esperando a que llegaras para daros a todos una noticia, el Jefe nos ha dado la semana libre y he comprado billetes para todos para irnos juntos a Sicilia - anunció Bruno con una sonrisa reflejada en su cara.

- ¿¡En serio!? - gritó con emoción el joven Narancia.

- Sí, Trish me dijo hace poco que siempre había querido ir pero no había podido, ¿no? - respondió Bruno con voz dulce. 

La chica se levantó de su sitio y abrazó a Bucciarati.

- ¡Muchas gracias, Bucciarati! ¡Eres el mejor! - la joven estaba realmente emocionada.

Y así comenzaron oficialmente las vacaciones del pintoresco grupo.

Aunque el albino no mostraba un cambio de humor realmente notorio, estaba bastante emocionado

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Aunque el albino no mostraba un cambio de humor realmente notorio, estaba bastante emocionado. Se encontraba en Sicilia, un lugar que nunca había visitado, en un hotel precioso cerca de la costa con el amor de su vida. En sus pensamientos prefería evitar pensar en que no iban a estar a solas durante todo el viaje, ese era el único fallo que veía a sus planes; sin embargo, sabía que iba a ser una semana especial. 

Una vez y estuvieron en el hotel, Bruno decidió cómo se dividirían las habitaciones. Había reservado una individual para Trish, y tres dobles para el resto. Mista y Giorno se hospedarían en una, Fugo y Narancia en otra, y, obviamente, la restante era para la pareja de adultos.

Llegaron al lugar el Domingo por la noche, por lo que simplemente cenaron y decidieron que al día siguiente se despertarían pronto para pasar el día en la playa; a Leone este plan no le hacía especial ilusión y, al ver el desagrado en la cara del mayor, Bucciarati accedió a quedarse con él descansando en el hotel. 

- ¿Seguro, Bucciarati? Por mí no te preocupes, podéis ir a tostaros al sol todo lo que queráis, yo podría hacer migas con el minibar mientras no estáis - bromeó el albino sabiendo que esas palabras harían rabiar al capo.

Bruno arqueó una ceja con enfado ante las palabras del mayor, no le gustaba que bromeara con eso sabiendo lo mal que lo había pasado debido al alcohol. El albino supo que se había pasado al ver la cara de su amado y cogió la mano de éste para dejar un tierno beso en el dorso.

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