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Maratón 1/3

- ¿Se puede saber que haces en mi habitación? - Lo miré.

- Si tu me acosas, yo te acoso, ¿no es así el juego?

- ¿De que juego hablas?

- Del... - Me interrumpieron, maldita puerta.

- Escóndete, ya - Dijo Ryan, con la misma expresión asustada que yo.

- ¿Por qué? - Pregunte confundida, sinceramente no creo que haya un problema, con que la visita de Ryan me vea.

- Porque estás comprometida con otro hombre, y ¿sabes lo que pasaría si te ven conmigo ahora mismo? - Dijo en un susurro audible, solo para los dos.

- Bueno, ¿dónde me escondo? - Miré toda la habitación, intentando encontrar un espacio libre, pero la mayoría de cosas, estaban llenas de objetos.

- ¿Debajo de la cama? - Dijo él, pensativo.

- No, eso es muy obvio Ryan, piensa en algo mejor.

- ¿El armario? - Miramos el armario y asentí - Entonces al armario - Rápidamente me moví hacia allí, y me acomodé bien, tiempo después, Ryan cerró la puerta. Me da un poco de miedo la oscuridad, pero espero lo más que puedo.

Se escuchaba claramente como Ryan se arreglaba un poco. Eso es sospechoso. Después dio una respiración profunda, y se acerco a la puerta, después la abrió. No se escucho nada más, hasta que se escucharon unos claros tacones entrando por la habitación. No se que sentí exactamente, pero no fue nada bonito.

- ¿Lo tienes? - Dijo la voz de una señorita, era Isabella. La claridad y dulzura en esa voz, era imposible de olvidar.

- ¿De que hablas? - Estaba nervioso, la pregunta era, si es por su hermana, o por saber que yo estoy en el armario, escuchando todo.

- No te hagas el tonto Ryan. James esta esperando impaciente por eso. Y tú, no sabes de que hablo. Increíble - James, los hermanos Gallagher. Me hacía pensar mucho.

- No entiendo de que me hablas. Mejor vayamos a buscar a James, y me dicen lo dos, ¿Qué tal? - Se quiere ir. Maldita sea.

- Eso no es parte del plan... - Espere unos segundos, pero ya nadie hablaba, abrí un poco más la puerta del armario. Ya no había nadie.

Algo tenían entre ellos. ¿De qué estúpido plan hablaban? Tal vez, una sorpresa para alguien. Espero y sea eso, aunque me instinto me dice algo distinto. La puerta estaba abierta. Salí de allí con cuidado. No quería hacer más ruido del necesario.

Y por mucho que allá querido seguirlos, los había perdido de vista totalmente. No se donde esta Ryan, ni Isabella. Y mucho menos el paradero del idiota de James. Pero, era seguro, que estaba en algún lugar del Castillo, practicando sus poses, para verse más posesivo, ante mí, y ante todo el pueblo. Pero no le tenía miedo, ni aunque lo intentara.

Algo despertó en mí. La curiosidad, que lamentablemente, no era uno de mis fuertes. Siempre acababa mal, por eso mismo. Así que debo de pensar en algo. Papá, no, tal vez el no me ayude. Ama e idolatra a James. Me va a ver como una loca. Pero solo pensar que estoy con James en un altar. Es simplemente asqueroso.

Salí de ahí, revisando que nadie me haya visto, era difícil hacerlo, ya que soy la Princesa. Llamaría la atención claramente donde sea. Y siempre ha sido contra mi voluntad, pero que se puede hacer.

Lo único que necesitaba era acostarme en mi cama. No hombres, no problemas, no preocupaciones, no secretos, no malditas confuciones sentimentales. Solo quería dormir. Pero como la suerte me odia, no pude. Habían susurros en mi cabeza, que debía escuchar, aunque no quisiera. Porque tengo un problema mental, seguramente.

Contar cualquier cosa que se me ocurra me ayudaba demasiado para dormir. Poco a poco te aburres y te vas durmiendo. Bueno, esta vez, no fue tan así. Pensé en el número 1 y ya estaba completamente dormida.

***

No se que hora era, solo sabía que todo estaba oscuro. En mis ventanas se veía reflejada la luna llena. Era verdaderamente hermosa. Se escuchaban risas por doquier. Aunque no había ni rastro de que alguna persona, estuviera cerca.

Me levanté, y fui a mi baño. Me lavé la cara. Quería asegurarme, de que no estaba durmiendo aún. Las risas cada vez eran más fuertes. Llamando mi atención de una manera terrorífica. Parecían, como si mil personas, estuvieran en el Castillo.

Que yo me acuerde no teniamos nada que celebrar el día de hoy. Pero de igual manera bajé. Me sentía hipnotizaba por aquellas risas. El Castillo, estaba completamente apagado. Solamente, que había un poco de luz, seguramente de velas, lejanas.

Seguí todo el paso que debía dar hasta llegar. Y como había predicho, todo el pueblo estaba allí. Estaban bailando, sonriendo y riendo. Se estaban divirtiendo. Los niños estaban aparte. Con la profesora de la escuela. También estaban jugando entre ellos. Todos los invitados tenían una copa. Del que seguramente sería el vino real.

Sentí una presencia, por detrás de mi. No giré. No vi. No había necesidad de hacerlo. La energía que emanaba era tan obvia. Que fácilmente se podría distinguir entre los demás. La poca tranquilidad que había sentido, disminuyo notablemente, al verlo.

Era James.

- No queríamos despertarte, además de que te veías verdaderamente hermosa durmiendo. Parecías un ángel - No dije nada. Y no es porque no quería, me fallaba la voz. No podía decir nada. Y eso era frustante.

Quería darle una patada, ¿Como se atrave a decirme esto? Está loco, si piensa que me voy a quedar así. Maldito hijo de...

- ¿Que pasa? Te veo muy callada Tn - Fruncí el seño.

- Sabes, te voy a contar un pequeño secreto, pero solo porque se que no vas a hablar - Se carcajeó frente a mi - Todas las copas que ves en este momento. Las copas que cada persona tiene. Están envenenadas - Abrí los ojos de par en par.

- Lastima que no hubo para ti - Me dijo con un tono sarcástico.

- ¿Y sabes porque lo hice? - Seguía impactada, ante todo lo que estaba haciendo. Lo miré a los ojos, quería verlo. Quería ver al asesino de cientos de personas.

- Por ti.

...

Hasta Que La Vida Nos Separe... (Ryan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora