Tu Verdad

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"Trae tus secretos, trae tus cicatrices...
Desempaca tu corazón"
Phillip Phillips.

Momentos o lugares que deseases fueran eternos, la complicidad de una charla apaciguada por el chocar de gotas en un cristal, el silencio grato que creaba un ambiente de quietud y paz en medio de una gran ciudad, en una mesa llena de hojas con  palabras que parecían ser lejanas en medio de ellos dos. O la cercanía y cálida presencia de otro ser en medio de la noche, juntos en un auto, resguardados de la lluvia y frío cruel o las miradas que juzgan. 

Al encontrarse de camino mientras, los dos habían decido ir hacia el otro, Levi fue el primero en hablar, “Te lo diré todo” su rostro inescrutable como siempre, ya no tanto para ella, acompañaba la seriedad y convicción de sus palabras. Sus ojos le quemaban, la observaron tan profundos, se preguntó qué hubiera pasado si hubiera dicho que no. Habían decidido ir hasta el coche del mayor, ya era muy tarde para ir de nuevo al café. Mikasa había aceptado, sentía que aquello merecía una especie de intimidad. De camino al coche, ninguno de los dos pudo pronunciar palabra.

Solo caminaron uno junto al otro, lo veía todo. Las personas comiendo, los autos pasando, algunos lugares a punto de cerrar y el cómo cada vez se veía menos gente en las calles, sería tal vez media noche.  Levi guiaba, su paso constante y veloz, la hizo cuestionarse y reír por un instante internamente al pensar en algo gracioso sobre sus piernas. Él la observó un par de veces, tal vez para asegurarse de que le seguía el paso o tal vez para examinar su rostro en busca de algo que ella no entendía muy bien. Llegaron a un pequeño parque, dejando el bullicio de antes y los grandes restaurantes iluminados. Aún podías oír a lo lejos el ruido de los autos y las risas de las personas. Pero allí parecía un lugar silencioso, alejado y lo suficientemente vistoso como para encontrarse oculto por algunos árboles, plantados allí permanecían erguidos, como orgullosos, en medio de aceras pavimentadas que no dejaban de extenderse y parecer, tragarse todo a su paso. 

Era un auto elegante, como toda la vibra del pelinegro. Mikasa había entendido, que mas allá, de los caros trajes, el bonito reloj y ahora aquel auto de color negro. Levi era quien hacía resaltar todo aquello, su forma de caminar, de hablar y hasta la forma tan particular que tenía para sostener la taza de té caliente, sin mencionar que era un hombre atractivo. Sin importar su baja estatura, era una persona que no podía pasar desapercibida, además de su aura elegante, imponía respeto. 

Dentro, Levi encendió la calefacción. 

-¿Por qué llevas la chaqueta en las manos?

Y se dio cuenta, la había estado observando en el camino y aceleraba su paso, porque ella llevaba todo aquello para abrigarse, en las manos. No había sentido frío, hasta que él la miró y ella allí en medio del aire tibio sintió la punta de su nariz realmente helada. Tal vez le hubiera dicho algo más, regañado, si no estuvieran a punto de tener una conversación un poco más seria. 

Unos instantes después de entrar al auto, empezaron a chocar pequeñas gotitas sobre este, anunciando una noche lluviosa. Estas chocaron, en espacios pausados, anunciando de a poco, lo que se avecinaba. Era hipnotizante verlas estrellarse y seguir el curso de estas al resbalar por el cristal, cada vez eran más constantes, impactaron con más fuerza y ahora podían escuchar incluso su caer sobre el pavimento. Encerrándolos allí, en una burbuja donde el repiquetear acompañaba las verdades que deseaban dar a conocer al otro.  

Levi empezó

-Petra y yo nos conocimos desde la adolescencia, sus padres eran socios de la empresa en la que trabajo- hizo una pausa y continuó- me molestaba que siempre fuera tan amable, hoy es lo que más recuerdo, junto con sus ojos color miel y su sonrisa amable.

Simplemente, un gato bajo la lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora