Simplemente, un gato bajo la lluvia.

Confesión

"Una de las cosas más difíciles en la vida es tener palabras en tu corazón que no puedes pronunciar"
James Earl Jones

 

Mientras el ascensor bajaba a la primera planta pensó en Mikasa, en lo que sucedió la última vez que se vieron, en que se vería con ella hoy, la verdad la noche anterior no había sido muy productivo no podía, por más que trataba su mente no hacia mas que traicionarlo y llevarlo de vuelta a ella, a esos ojos bonitos que tenía, a los detalles de sus pestañas tupidas, la firmeza y calidez de su cuerpo y el sabor dulce de su boca. Hasta allí podría decirse que no fue una mala noche en realidad, pero todos pensamientos terminaban siempre en lo mismo, en Petra y en el sentimiento de culpa que le envolvía, allí aun había más problema, porque no sabía si la culpa que sentía era por Petra, por no decirle todo a Mikasa o porque se había sentido demasiado feliz estos días. Aquello le había dicho Hanji

-Sientes culpa por ocultarle la verdad a Mikasa, lo entiendo, pero creería que estás más aterrado de haberte sentido tan tranquilo y feliz los días en que olvidaste tu cita de los jueves, que en todos estos años que para acallar voces en ti seguías yendo sin falta.

SI*

El podía, debía aceptarlo, Hanji tenía razón. Y desde hace mucho tiempo no experimentaba un sentimiento que lo alterara tanto. Entre más pasaban las horas, repensaba una y otra vez la manera correcta en decir aquello, tenía miedo, un miedo oscuro sobre él de lastimarla, un miedo atroz de no volverla a ver y aquello lo desestabilizó aún más. Sabía que Mikasa había captado su atención, pero no fue hasta que pasaron las horas y la vio sentada allí de nuevo junto a la ventana sonriéndole cálidamente, porque lo había visto llegar, que comprendió que el latir desenfrenado de su corazón, le gritaba que no quería perder lo que sea que tuviera con ella en esa pequeña cafetería. No quería perder aquello, pero tampoco sería fiel a sí mismo si no podía serle sincero y afrontar lo que sea que ella decidiera, los años le enseñaron que nada puede construirse sobre un inestable ardid para ocultar la verdad.

Hacia demasiado frío, era una tarde nublada, apenas y podía ver más allá de algunos metros, le recordó a las calles londinenses descritas en los libros del gran detective. Había quedado de encontrarse con Mikasa, estaba decidido a hablarle de Petra. Mientras la esperaba y veía a la gente pasar pensó en todos los posibles resultados, en cómo lo tomaría. Podría maldecirlo, tal vez abofetearlo, podría hacerla llorar, no soportaría verla de ese modo pero pensó en que el orgullo de ella no le permitiría llorar frente a él, todos las posibles consecuencias siempre terminaban en lo mismo, ella marchándose sin ver atrás, odiándolo, para al poco tiempo olvidarlo y nunca más volver a verse. La sensación en su pecho era pesada, la opresión podría amenazar con dejarlo sin respirar, así sería el no volver a verla.

Eran más de las 9 y solo hasta ese momento había podido terminar los pendientes de la universidad, tenía un equipo que se suponía constaba de 5 personas con la suficiente autonomía y sentido de responsabilidad como para realizar las tareas que tenían cada uno dentro del grupo, pero no, al revisar el trabajo que debía ser entregado esa misma noche y expuesto perfectamente a la mañana siguiente, encontró tantos vacíos. Cada uno había estado de acuerdo en la parte de trabajo que les correspondía, el reclamarles y hacerles entender exactamente que hacía falta solo habría hecho todo más lento y tortuoso, por esa razón ella misma se encargó, aunque debió hablar al trabajo en la librería y pedir disculpas prometiendo que mañana se quedaría más tiempo. No hacía todo esto por el simple hecho de no querer discutir, entendió que se descuidó. Por lo general siempre estaba muy atenta y era cuidadosa con los detalles de los trabajos en grupo, pero esta vez falló, había realizado lo acordado y se descuidó. Aunque no lo reconoció en voz alta, había estado más pendiente últimamente de las reuniones tardías en un café.