Arrojo

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"Amar es una oportunidad, un motivo sublime que se ofrece a cada individuo para madurar y llegar a ser algo en sí mismo, para volverse mundo”
Rainer Maria Rilke. 


Se había tomado su tiempo para llegar. Normalmente llegaba primero que muchos, revisaba una vez más carpetas, archivos y se cercioraba de cada actividad que tenía programada para el día. Pequeñas juntas con socios o abogados, podría delegar el trabajo, pero era consciente de que siempre había tenido por hábito estar al pendiente de todo, por más mínimo que fuera, él debía estar enterado. No había tarea pequeña que como mínimo no le fuera comunicada por Sasha. Había aprendido desde muy joven que eran muy pocas las personas en las que podía confiar y por el contrario eran demasiadas las que esperaban verlo fracasar o detallar en él algún indicio de debilidad para poder abalanzarse sobre este. Podría parecer paranoico, pero era realmente así como todo funcionaba actualmente.

Este día llegaba dos horas más tarde de lo habitual, aún tenía informes que revisar y a los cuales debía dar su visto bueno, pero tenía muy presente cada actividad del día. Desfile de personajes a los cuales debía recibir, algunos por puro compromiso social, conversaciones vacías para terminar de cerrar tratos beneficiosos, viejos los cuales buscaban incrementar la fortuna que tenían, esperando así poder devorar y obtener más cuanto pudieran antes de despedirse del mundo. Había aprendido a tolerarlos y había aprendido hace mucho a ponerlos en su lugar cuando se le acercaban de más. Hace mucho encontró que tenía gran habilidad para los números y análisis de situaciones en un mercado feroz, tenía el temple y la osadía para sumergirse en aquello que algunos podrían ver arriesgado. Había sido instruido desde muy joven, pero todo solo pudo prosperar debido a su capacidad de análisis y su urgencia por salir del hoyo lleno de suciedad y hambre de donde lo habían sacado. Todos los días pasaban básicamente parecidos. No tenía problema con la monotonía ni renegaba con lo que era su vida, al final había pensado que estaba en donde aquellas decisiones que tomó lo llevaron, estaba al frente de un gran poderío. Todo podía seguir como estaba, o eso pensó. Fue así hasta que se dio cuenta de que aunque no era una vida mediocre y que era un hombre de respeto y con gran parte de su vida ya vivida, deseaba más. Se dio cuenta de lo cansado de la rutina, se hizo más presente aquello que odiaba al principio de estar en un lugar así. De repente le era más agradable sentarse toda la tarde con ella en ese pequeño café que antes no visitaba tanto, lo acogedor que podría ser ese lugar en medio de esa gran ciudad.

Mientras terminaba la última reunión del día. Al ver su reloj se percató de la hora, llegaría tarde al café, debía llamar a Mikasa para avisarle, las calles estarían abarrotadas. Al tomar el celular se percató del mensaje dejado por Hanji.

Levi, lo siento, pero el café estará en renovación debido a las fuertes lluvias, es lo de las tuberías que te comente. De seguro no lo recuerdas, si te lo dije (eso creo). Como sea, tendrás que buscar otro lugar de reunión con Mikasa por esta semana.

De nada ;)

Al divisar el exterior, era casi seguro que llovería pronto.

-¡Maldita cuatro ojos!

Sasha no recordaba la última vez que vio a su jefe correr o siquiera si alguna vez lo habría visto tan apurado. Esperaba que no fuera una emergencia.

Después de haber bajado del auto de Levi, había decidido hablar con Sasha e Ymir. Sentía que aquello no era algo que pudiera seguir negando y ocultando de aquellas personas que consideraba su familia. Al abrir la puerta se encontró de frente con una Sasha apurada.

-Mikasaaaa, ¿Dónde estabas?- le dio un abrazo fuerte y cálido. Era aún temprano en la mañana y solo en ese momento se percató del frío.

-Lo siento, le escribí a Ymir.

Simplemente, un gato bajo la lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora