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Jackie !
lo primero que hice al a penas despertar, fue percatarme que la cara ya no me duele tanto como lo hacía ayer. Hay veces que se me olvida la fuerza bruta que tiene aquel hombre que dice ser mi padre. Por más acostumbrada este a su maltrato.
me siento sobre el duro colchón y fijo mi vista en algún punto de mi habitación. Detesto despertarme tan temprano para ir al colegio, ¿A caso los directivos no entienden a las pobres almas como yo? A penas pude dormir anoche y despertarme a estas horas no me ayuda para nada.
¿Será que me clavo un cuchillo en el cuello hoy o lo hago mañana?.
—¡JACKIEEEEEEEEE! ¡¿DONDE ESTAS PRINCESA DE MIS DÍAAAAAAAAAS?!. —el grito de Jacob me saco de mi estado de idiotez.
mejor realizo el acto de clavarme un cuchillo mañana.
—¡En mi cuarto!. —exclamó efusivamente.
escucho los pasos apresurados de mi hermano y en un abrir y cerrar de ojos, me veo a mi misma tirada en mi cama, con una bola de casi cuarenta kilos tirada encima mío. Mi pequeño niño de siete años suele tener mucha energía por las mañanas.
—tengo hambre y mamá no quiere darme mis cereales porque dice que engordare. —se queja. —y yo dije que le voy a tirar una vaca por la cabeza si no me da mis cereales. Estoy castigado ahora.
una risita brota de mi garganta y lo abrazo un poco más, detesto como es mi madre conmigo. Pero odio con todo mi ser como es con Jacob, es a penas un niño que está creciendo y que necesita comer, no debe ser tan estricta con el. Jacob no merece eso.
nadie lo merece.
—No pasa nada, yo te daré tus cereales. —le aseguro. —Ahora, sube que yo me voy al baño, en unos minutos voy a la cocina, ¿si?.
el asiente, logrando que sus rizos se muevan con sincronía y se levanta rápidamente de encima mío para poder irse corriendo hacia la cocina. Me quedé mirando su pequeña figura hasta que está desaparece, y cuando lo hace, decido que es hora de levantarme.
me incorporo de la comodidad de mi cama y me encamino hacia el baño con rapidez. Me apresuro en tomar una rápida ducha, y cuando salgo de esta envuelta en una toalla, me obligó a mi misma a no mirarme en el espejo.
me visto casi como siempre, pantalón holgado, suéter de dos tallas más grandes que la que debería usar, mis converse básicas y algunos colgantes, uno de ellos —el que más uso— es el que vinnie me dió.
cuando me encuentro lista, tomo una profunda bocanada de aire y decido por fin salir de mi cuarto. Hace días que no lo hago ya que no me apetecía para nada verle las caras a esas personas que dicen ser mis padres.
me encamino a la cocina con algo de cansancio y casi al instante me encuentro con Jacob, que está sentadito en su silla frente a la encimera, mirando el plato de panqueques de avena con asco.
me quiero reír pero se que no es el momento. Así que me acerco hacia la heladera para poder sacar una botella de agua. Ni siquiera hago el intento de buscar algo para comer ya que se que mi madre me dirá algo que seguro me dañará, y siendo sincera, no tengo ánimos de pasar por eso hoy.
—Buenos días, Jackeline. —el señor Diore dice, mirándome de arriba a abajo. —¿Preparada para ir a la escuela?.
asiento mientras bebo de mi botella de agua, ganandome una mirada crispada de su parte.
—Usa tus palabras, Jackeline. —ordena.
me contengo para no poner los ojos en blanco y cierro la botella con algo de enojo.
—Si, estoy lista, padre. —imbecil, ojalá te mueras.
se que hacer tal petición tendría fuertes consecuencias, pero es lo que deseo con toda el alma. Desde los siete años que le ruego al universo que aquel hombre desaparezca de la faz de la tierra de una vez por todas. Pero este nunca me lo cumplió, aunque aún no he perdido mis esperanzas.
el asiente con condescendencia y me mira con aquella típica soberbia que carga desde que prácticamente nací. Me estremezco por completo cuando se acerca a mi y me toma el costado de la cara con algo de brusquedad.
—Antes de irte, maquíllate un poco está zona, se te notan los morados y no quiero que me llamen del instituto por tu torpeza, ¿entendido?. —me dice, con firmeza.
asiento casi enseguida, y pido internamente a los gritos que retire su mano de mi rostro. Este quema por su asqueroso toque y lo único que quiero hacer ahora es patearle.
—Buena chica, sigue así. —sonrio con orgullo.
un sentimiento nauseabundo se instalo en mi pecho y cuando el retiro su mano de mi rostro, la vista se me nublo un poco y los oídos comenzaron a zumbarme.
no, por favor. Otra vez no.
trate de controlar mi respiración cuando el se volteo y salió de la cocina sin apuros. Me tome el pecho con mi mano, como si este me pesará del dolor y sentí cómo mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
ya no estoy tan segura de cuánto aguantaré está mierda.
Amo a Jacob, pondría mis manos en el fuego por el y aguantaría cada castigo por el, pero ya estoy cansada.
quiero encontrar la luz, quiero irme. Ya no quiero seguir pasando por esto, quiero irme de una vez.
las lágrimas eran incontrolables y cuando sentí que me iba a desmayar de tan mal que la estaba pasando, sentí como alguien me abrazaba con fuerza por la cintura.
—Prometo sacarte de aquí, Jackie. —Jacob me susurro con rapidez. —Prometo que nos iremos, solo espera un poco más, juro que podremos ser felices.
las lágrimas en vez de parar, comenzaron a salir con más rapidez. Me mordi el labio inferior con fuerza para no soltar un sollozo y me incline un poco para abrazar a mi hermano.
sintiendo así como el gran nudo que estaba instalado en mi garganta iba desapareciendo de a poco, me sentí solo un poco más aliviada por sus palabras.
o bueno, es lo que quise hacerle creer, ya que el no merece saber lo que su hermana sufre día a día.
el no merece saber que su hermana mayor es abusada por su padre desde los siete años.
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